miércoles, 15 de julio de 2015

La Malquerida 2.0. La alternativa.

Atardecer en la hacienda Benavente. Mientras el cielo se va tiñendo de naranja, los trabajadores van alejándose de los campos, unos, camino de sus casas, otros, camino de los almacenes acarreando útiles o cestas, dos de ellos se dirigen hacia la casa principal para dejar algunas frutas y verduras en la cocina. De la casa sale Acacia, ataviada con un short vaquero y una blusa blanca. Lleva con ella un libro, que abre después de atusarse el pelo. Camina por el patio, hacia la puerta principal, abre el libro y adopta una postura distraída, como si realmente leyera el libro. Camina lento, y a su paso se cruza con los trabajadores.

TRABAJADOR UNONiña.

TRABAJADOR DOSNiña.

Acacia sin apenas levantar la vista del libro les responde con una breve sonrisa. Sigue andando por los terrenos más cercanos a los muros que rodean la casa, con los ojos en el libro, al doblar una esquina se para en seco. Observa a un hombre, de espaldas a ella, con la mano izquierda en el machete que le cuelga del cinturón, mientras con la derecha da indicaciones a los trabajadores.

ESTEBANNo dejéis los aparejos en el campo, guardarlos todos en su sitio. Mañana no estaréis en esta parte de la hacienda. Quiero que todo esté dónde tiene que estar.

Acacia le observa detenidamente. Su nuca, su pelo revuelto, su espalda, su porte, sus vaqueros ligeramente desgastados, su camiseta gris.

ESTEBAN¿Habéis plantado las semillas que ordené? (Dirigiéndose a dos trabajadores a su derecha, mientras el Rubio les observa quieto a su izquierda)

TRABAJADORSí Esteban, las que dijiste.

ESTEBANBien.

Esteban se da la vuelta y la ve. Acacia vuelve a mirar su libro, y se pone ligeramente nerviosa. Él hace un breve movimiento de cabeza, la ladea, sonríe a la vez, mirando fugazmente al suelo, en un claro signo de coquetería y alegría.

ESTEBANNiña Acacia. (Mientras va caminando hacia ella) ¿Otra vez leyendo y caminando a la vez? Un día se va a caer.

Se para frente a Acacia, apoyando nuevamente la mano en el machete, y descansando su cuerpo ligeramente en su cadera izquierda, adelantando un poco la pierna derecha. Acacia cierra de golpe su libro, mientras una amplia sonrisa ilumina su rostro y eleva la vista. Mira a Esteban a los ojos directamente.

ACACIAEsteban, ya no soy una niña. Te he dicho que no me digas así más.

ESTEBANYa sé que no es una niña, pero es la niña Acacia, la hija de la patrona.

ACACIAQuiero que me digas sólo Acacia. Te lo he dicho muchas veces.

Esteban sonríe ampliamente.

ESTEBANEstá bien (hace una ligera pausa) Acacia.


En la habitación principal de la hacienda, Cristina está sentada frente a su tocador. Se cepilla el pelo y se termina el maquillaje. Está vestida con una fina bata, se levanta y mira el vestido verde que está colocado sobre la cama. Lo coge, lo observa y se lo coloca sobre el cuerpo mientras se mira en el espejo, asiente ligeramente. Vuelve a dejar el vestido encima de la cama y va hacia su tocador, se sienta de nuevo, coge un pequeño bote que hay encima de éste, lo abre, coge una pequeña cantidad de crema y empieza a dársela por las piernas. Sonríe.


Fuera de la hacienda.

ESTEBANAcacia, ¿paseará conmigo? ¿O prefiere hoy leer?

ACACIA¡Pasearé contigo!

Sin dejar de sonreír, posa su mano en el brazo de Esteban y la retira de manera brusca.

ACACIAEnséñame que han hecho hoy.

Comienzan a pasear, mientras el Rubio les observa alejarse, lleva un palillo en la boca y sonríe de forma pícara.

Esteban Acacia pasean mientras él va señalando los campos, relatándole lo hecho en el día. Ella no deja de observarle, y de vez en cuando mira hacia donde él señala. Esteban se gira para mirarla y sus miradas se cruzan. Acacia aparta la vista de él y la posa dónde él acaba de señalar, él mira hacia abajo, mientras una sonrisa vuelve a aparecer en su rostro.

ACACIAAsí que, la cosecha de algodón de este año será grande.

ESTEBANY la mejor de la región Acacia. Como siempre.

Acacia le mira embobada y vuelve a sonreír. Continúan caminando.

ESTEBAN¿Y la universidad? ¿Cuándo se irá?

Ella le contempla perpleja.

ACACIA¿Ya quieres que me vaya?

ESTEBANClaro que no Acacia, pero me dijo que sólo estaría aquí el verano. ¿Recuerda?

ACACIAEs verdad...

Ella agacha la cabeza, y luego mira al frente. Han llegado a la puerta de la hacienda, la que da paso al patio.

ACACIAEmpieza en unos meses, pero no sé, quizás me quede más tiempo en la Benavente.

ESTEBANAh, ¿sí? ¿Por qué?

Acacia mira a Esteban a los ojos, agacha la cabeza, se toca el pelo. Levanta una vez más la cabeza, le vuelve a mirar a los ojos y abre levemente la boca para contestar.


En la cocina de la BenaventeRosa está frente al fogón, moviendo algo en un puchero. Cristina entra, llevando puesto el vestido que había dejado en la cama.

CRISTINARosa, ¿está preparada la cena?

ROSASí patrona, no más para cuando usted mande.

CRISTINAMuy bien Rosa. Di a Luisa que ponga un plato más, por favor.

ROSA: ¿Y eso patrona? No sabía que tendría invitados, no más pensé que serían como siempre usted, la niña Acacia, y los señores padres de usted.

CRISTINANo Rosa, hoy también cenará Esteban con nosotros. Tengo que tratar algunos asuntos de la hacienda con él.

ROSAComo mande la señora.

Cristina sale de la cocina mientras Rosa la observa con cierta perplejidad.


Fuera de la hacienda, mientras Acacia está a punto de responder a la pregunta de EstebanCristina anda en dirección a ellos.

CRISTINA¡Acacia!

Esteban Acacia se giran y la observan. Él sonríe, ella no.

ESTEBANPatrona.

Cristina llega y se para en frente de los dos.

ACACIA¡Mamá!

Con una fingida sonrisa, se acerca a su madre y le da un beso.

CRISTINAHija, ve a cambiarte. Tus abuelos nos están esperando para cenar.

ACACIASí mamá. (Se dirige a Esteban¡Hasta luego!

CRISTINANo hija, no te despidas de Esteban. Él cenará hoy con nosotros.

Acacia primero muestra cierta incredulidad, pero luego una amplia sonrisa ilumina su rostro.

ACACIA¡Qué buena idea mamá! (Mira a Esteban de nuevo) ¡Ahora nos vemos Esteban!

Esteban observa disimuladamente como Acacia se aleja. Cristina lo mira y se gira a mirar a su hija justo cuando Acacia, a su vez, se gira para mirar a Esteban. La cara de Cristina cambia y frunce ligeramente el ceño, si bien en seguida adopta nuevamente una sutil y coqueta sonrisa, y se gira para mirar a Esteban.

CRISTINAEsteban, ya oíste, hoy cenarás con nosotros.

ESTEBANPatrona, no es necesario.

CRISTINAClaro que lo es, ya eres casi un miembro de la familia.

Ambos sonríen y Cristina apoya con delicadeza su mano en el brazo de él.

CRISTINA¿Qué haría yo sin ti Esteban?

Esteban mira incrédulo la mano que Cristina aún mantiene sobre su brazo, la mira a los ojos, ella lo mira coquetamente, y ambos sonríen.

CRISTINANos vemos ahora Esteban.

Cristina sigue teniendo la mano en el brazo de Esteban y con la otra se atusa el cabello. No deja de sonreír, no en una amplia sonrisa, sino en una sonrisa comedida, apenas un mohín. Esteban sonríe, más incrédulo que coqueto.

ESTEBANPatrona de verdad que no es necesario, yo...

Ella le interrumpe.

CRISTINAEsteban no hay un no por respuesta.

Cristina se da media vuelta, anda apenas unos pasos y gira ligeramente su cuerpo, apenas el tronco superior.

CRISTINAAcostúmbrate Esteban, esta es sólo la primera noche de muchas.

Cristina camina nuevamente hacia la casa. Esteban la observa, mientras a su espalda se acerca el Rubio.

RUBIOMira que suertudote Esteban, la patrona y la niña Acacia queriendo su tiempo contigo...

El Rubio se sitúa a su lado, mientras sujeta el palillo en la boca y mira en dirección a Cristina, que ya se pierde de la vista de ambos, entrando en la casa.

ESTEBANNo digas tonterías Rubio.

Esteban mira al Rubio con desdén y se va hacía la casa, rumbo a las habitaciones de los empleados. El Rubio sonríe.

RUBIOTonterías, sí como no. 

El Rubio se ríe, siguiendo el mismo camino que acaba de hacer Esteban, mientras tararea en voz baja.


Acacia está en su habitación, tiene varios vestidos encima de la cama, así como pantalones y faldas. Coge un vestido blanco, lo mira, sonríe.

ACACIA¡Éste es perfecto!


En el patio cerca de las habitaciones de los empleados, Luisa camina con una cesta en las manos, el Rubio se cruza con ella.

RUBIOMi Luisita.

Se acerca a ella y le da un beso en los labios, Luisa le responde fríamente y enseguida se aparta.

LUISARubio estás sucio, me vas a manchar.

RUBIO¿Cómo voy a estar? Pues sucio mujer, si vengo de la tierra.

LUISAAy, ¿y qué?

El Rubio la observa de arriba abajo, en sus ojos, en su sonrisa, se ve lo enamorado que está de la criada de la casa. Luisa lo mira con indiferencia, con hastío, pero intenta sonreír, aunque una mueca extraña sea lo único que consigue.

RUBIOOye Luisita, ¿tú sabes si la niña Acacia tiene sus amoríos por ahí?

LUISARubio, qué voy a saber yo de la niña Acacia. Sabes que ella es una sangrona, y me trata sólo como una criada.

RUBIOPues lo que eres melocotón, criada, como yo.

LUISA¡No me digas así!

RUBIOAy perdón mi Luisita. ¡Qué carácter te me gastas!

LUISAY bien, ¿por qué me preguntas?

RUBIOFíjate mi Luisita que yo creo que a la niña Acacia como que le gusta mi compadre, que quiere con él.

LUISA¿Tú compadre? ¿La niña Acacia con Esteban? ¡No digas babosadas!

RUBIONo son babosadas, ya vas a ver. Siempre lo busca, siempre está pendiente de él. No me digas que no la ves salir de la hacienda en las tardes.

LUISARubio sale a pasear y leer, lo hace desde niñas.

RUBIOPues te digo, que sale con el libro pero no lee, ¡qué busca a mi compadre! Y pa' mi que la patrona también.

LUISA¡Qué tonterías dices!

RUBIONo más tú espera, ya vas a ver. (Hace una pausa) Ya vas a ver...

LUISAMe marcho, que hay que servir la cena a los patrones.

RUBIO¡Y a Esteban! (La coge por la cintura) Dame un beso.

Luisa se aparta.

LUISA¡Qué me dejes!

Luisa se aleja mientras el Rubio la observa, cuando ella entra en la casa, se da media vuelta y sigue andando hacia las habitaciones. Comienza a tararear otra vez.


En el salón de la BenaventeCristinaJuan Carlos y Elena esperan sentados en el sofá.

JUAN CARLOSHijita, ¿qué hace mi nieta?

CRISTINASe está arreglando papá.

ELENATranquilo viejo, que ya no tarda.

CRISTINAHoy empezaremos a cenar más tarde. También hay que esperar a Esteban.

Juan Carlos Elena se miran extrañados, ambos se giran para mirar a Cristina.

JUAN CARLOS¿A Esteban hijita? No sabía que cenaría con nosotros.

ELENA¿Y por qué lo invitaste hija?

CRISTINATengo asuntos de la hacienda que tratar con él mamá. Sabes que ha sido de gran ayuda para mí desde que murió Alonso.

JUAN CARLOSEs verdad mi hija, sin él jamás habrías podido sacar esta hacienda adelante.

ELENA¿Pero invitarle a cenar?

CRISTINAMe pareció buena idea.

Juan Carlos y Elena vuelven a mirarse extrañados, Juan Carlos se encoge de hombros, dejando claro a su esposa que no entiende la actitud de su hija.


En uno de los cuartos de servicio, Esteban acaba de salir de la ducha y observa los vaqueros y la camisa que hay encima de la cama, una camisa ya vieja y usada. Se sienta en la cama, sin vestirse antes.

ESTEBANAcacia, ¿qué me pasa contigo? (Suspira) ¿Por qué el momento más feliz de mi día es cuando me encuentro contigo, cuando paseamos, cuando hablamos? (Se levanta de la cama, coge los pantalones) ¿Y tú? ¿Será lo que dice el Rubio? (Niega levemente con la cabeza) No, eso no puede ser. Ni tú ni la patrona. (Se queda quieto unos instantes, niega nuevamente con la cabeza y comienza a vestirse).


En el salón siguen sentados Juan CarlosElena CristinaAcacia llega.

JUAN CARLOS¡Pero qué guapa mi nieta!

ACACIA¿Tú crees abuelo?

Acacia sonríe a su abuelo mientras se acerca para darle un beso, luego se dirige a su abuela y a su madre, dando sendos besos.

ELENASí mi amor, estás muy guapa.

ACACIA¡Gracias abuela!

Acacia mira a su madre, pero Cristina no dice nada. En ese momento entra Esteban en el salón.

ESTEBANBuenas noches.

Se acerca a Juan Carlos y le estrecha la mano.

ESTEBANDon Juan Carlos (Mira a ElenaDoña Elena. Buenas noches.

JUAN CARLOS: Buenas noches Esteban.

ELENAEsteban.

CRISTINAPasemos a la mesa ahora que ya estamos todos.

Cristina posa suavemente su mano en la espalda de Esteban y con la otra señala dirección a la mesa. Juan Carlos Elena se miran en un gesto cómplice, que vuelve a indicar incertidumbre. Acacia mira la mano de su madre y frunce el ceño. Esteban camina hacia la mesa acompañado de Cristina, pero se gira muy sutilmente hacia Acacia, que se encuentra detrás de él, sus ojos se encuentran, ambos sonríen.


En la cocina Rosa Luisa están cenando con el Rubio.

RUBIO¿Cómo ve Rosa? Mi compadre cenando con los patrones.

Rubio mira a Rosa, que a su vez lo mira a él.

ROSARubio eso a ti no te importa, es lo que la patrona ha ordenado.

RUBIONo se ponga así Rosa, yo no mas decía.

ROSAPues no digas tanto y come.

Luisa hace una mueca, sin levantar la cabeza, y continúa cenando.


En el comedor la cena ya ha terminado.

JUAN CARLOS¡Qué rica cena!

ELENATienes razón viejo, Rosa cocina maravillosamente.

CRISTINASi nos disculpáis, Esteban y yo tenemos asuntos que tratar. (Se dirige a EstebanEsteban, por favor, acompáñame al despacho.

ESTEBANSí patrona. (Se dirige a Juan Carlos y ElenaCon permiso. (Mira a Acacia, y sin que nadie le vea, la guiña un ojo. Acacia sonríe).

Mientras Cristina Esteban se dirigen hacia el despacho, Juan Carlos mira primero a su nieta, que está sentada frente a él y después a su mujer, sentada a su derecha.

JUAN CARLOSMientras ellos hablan, vayamos a la sala.

Los tres se levantan de la mesa. Elena coge del brazo a su marido, Acacia anda detrás de ellos con gesto serio.


En el despacho Esteban permanece de pie, mientras Cristina cierra la puerta.

CRISTINA¿Te sirvo Esteban?

ESTEBANNo hace falta patrona.

CRISTINAHace falta Esteban, yo voy a tomar y no me gusta tomar sola.

Mira a Esteban coquetamente, se dirige al mueble bar, andando despacio, moviendo lentamente su cuerpo.

ESTEBANPatrona usted dirá, ¿hay algún pendiente?

Cristina se gira y se dirige hacia él con dos vasos de tequila, uno en cada mano, le acerca la mano derecha y Esteban coge el vaso.

CRISTINANada de patrona EstebanCristina, dime Cristina (hace una pausa, le sonríe levemente) Y nunca más vuelvas a tratarme de usted, tú no. Ya no.

Esteban se queda dubitativo, no sabe bien que decir, abre levemente la boca, la vuelve a cerrar.

CRISTINABrindemos Esteban.

Cristina acerca su copa a la de él, las chocan con delicadeza, se acercan las copas a la boca, se miran a los ojos, beben.

ESTEBAN: Patrona... (Cristina encarna una ceja) Cristina. (Esteban sonríe) Hay que hablar sobre los sembradíos, especialmente hay que hablar sobre la cosecha de algodón. Aún no me ha dicho (aprieta los labios) aún no me has dicho si quieres que lo almacenemos o si ya hay compradores a los que llevárselo.

CRISTINACierto Esteban, aún no lo hemos hablado.


En el salón, Juan Carlos y Elena están sentados en el sofá, de espaldas a la puerta del despacho, mientras Acacia está sentada en el sillón de la izquierda. Hablan distendidos, si bien Acacia no deja de mirar cada pocos segundos, de refilón, hacia la puerta.

JUAN CARLOSLas cosechas de este año serán inmejorables. (Mira a su nieta) Mi hijita, ¿te pasa algo?

Acacia se sobresalta.

ACACIANo abuelo, estaba pensando... (Hace una pausa, se sienta más recta, mirando a su abuelo) Verás, quisiera dedicar mi tiempo en la hacienda a algo más que pasear, leer, ir al lago... Y me gustaría mucho aprender a montar a caballo, mejor que como ya lo hago. (Hace una pausa) ¡Cómo una amazona!

JUAN CARLOS: ¿Amazona? ¡Qué cosas dices mi hijita!

ELENA: ¿Y por qué quiere mi nieta montar tan bien a caballo?

Elena mira con extrañeza a Acacia, sin sonreír, Juan Carlos también la mira, pero sin borrar la sonrisa de su rostro. Acacia está nerviosa.

ACACIAAy no sé abuela, es sólo una idea. Me gustan tanto los caballos, y desde que murió mi papá...

Juan Carlos interrumpe a Acacia.

JUAN CARLOSNo hay nada de malo mujer (acaricia el brazo de su esposa). Mi nieta sólo quiere ocupar su tiempo en algo.

ACACIAAsí es abuelita. Pero, ¿quién me podría enseñar?

Los tres se quedan pensativos unos segundos, Acacia mira a sus abuelos de reojo.

ACACIADebería ser alguien que sepa montar muy bien, y en el que mi mamá y vosotros confiéis plenamente. ¿No crees abuelo?

Juan Carlos la mira.

JUAN CARLOSAsí es mi hijita, así es. (Juan Carlos medita unos segundos más) ¡Ya está mi hijita! Esteban, que te enseñe Esteban.

Acacia sonríe levemente, y en seguida cambia a un semblante más frío.

ACACIA¿Tú crees abuelito?

JUAN CARLOSPor supuesto mi hijita, yo no confiaría en nadie más para cuidar lo que yo más quiero.

ELENAPues sí mi amor, ahí mi viejo tiene razón. Esteban es el único en el que podríamos confiar.

ACACIAPero si yo se lo pido a mi mamá, dirá que no, dirá que enseñarme a mí le quitará tiempo para la hacienda...

Acacia adopta una cara triste, un poco de niña pequeña. Juan Carlos Elena se miran un instante.

JUAN CARLOSTranquila, mi hijita. Yo se lo diré.

ACACIAAy abuelito, ¡gracias!

Acacia se levanta del sillón, se sienta al lado de Juan Carlos, le abraza y le da un beso. En ese momento, Esteban Cristina salen del despacho.

JUAN CARLOS: ¿Ya terminaron mi hija? ¿Ya trataron esos asuntos tan importantes?

CRISTINASí papá. ¿Verdad Esteban?

Cristina mira a Esteban y ambos sonríen.

ESTEBANSí Cristina.

Juan Carlos y Elena se miran con cierta incertidumbre, mientras el semblante de Acacia se vuelve frío, serio, está claramente contrariada.

JUAN CARLOSOye mi hija, estábamos hablando con mi nieta y nos decía que quiere aprender a montar a caballo.

CRISTINAAcacia ya sabe montar a caballo, papá.

JUAN CARLOSSí mi hija. Pero ella quiere montar como una... (mira a su nieta, le pone la mano encima de la suya, y sonríe) ¡Amazona!

CRISTINA¿Amazona?

ELENAHija es sólo una manera de explicarlo.

JUAN CARLOSY tu mamá y yo pensamos que quien mejor que Esteban para ayudar a nuestra nieta.

Acacia, intenta disimular su sonrisa, está seria, altiva.

ACACIAA mí me da igual quién sea.

JUAN CARLOSSí mi hijita, pero tu abuela y yo estaríamos más tranquilos si fuese Esteban.

CRISTINA: No papá, Esteban tiene muchas responsabilidades con el trabajo de la hacienda, no puede estar perdiendo su tiempo con el capricho en turno de Acacia.

ACACIAAy mamá pues contrata a alguien si así lo prefieres.

JUAN CARLOSNo, no, mi hijita (Mientras mira a su nieta, luego vuelve a mirar a CristinaPiénsalo mi hija.

CRISTINAEstá bien, lo pensaré.

Esteban está claramente incómodo, ha permanecido estático, sin moverse, mirando a todos mientras hablan. Mira a Acacia, ella no le devuelve la mirada.

ESTEBANBueno, ya es hora de que me retire. Buenas noches a todos. Don Juan Carlos, Doña Elena gracias. (Mira a CristinaCristina, gracias por invitarme.

Esteban vuelve a mirar a Acacia pero ésta no le mira, tiene los ojos fijos en el suelo.

ESTEBAN: Niña Acacia.

Esteban sale con paso lento.

ACACIAYo me retiro también, estoy muy cansada.

Acacia se pone en pie, se agacha, se acerca a Juan Carlos y le da un beso.

ACACIABuenas noches abuelo (Se gira hacia su abuela, le da un beso) Buenas noches abuela. (Se acerca a su madre, y también le da un beso) Hasta mañana mamá.

Acacia se dirige hacia su habitación, va hacia el pasillo, gira levemente la cabeza y cuando ve que ni Juan Carlos, ni Elena, ni Cristina, la observan, sale corriendo de la casa.


Fuera de la casa, en el patio, Esteban anda a paso tranquilo, camino de su habitación.

ACACIA¡Esteban!

Esteban se gira, con la extrañeza reflejada en su rostro.

ESTEBAN¿Acacia?

Acacia se acerca corriendo a él. Se para a sólo unos centímetros. Ambos se miran a los ojos.

ACACIAEstoy deseando que me enseñes a montar...

Se acerca a él con un rápido movimiento, le pone las manos en los hombros y le da un beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de los labios. Acacia se separa de él, le sonríe, se da media vuelta y corre camino de la casa. Esteban la mira irse, claramente confundido. Se da media vuelta y vuelve a dirigirse a su habitación.

En una esquina del patio, el Rubio Luisa están sentados el uno junto al otro.

RUBIO: Ya ves mi Luisita, yo te dije.

LUISAVe a hablar con Esteban.

Luisa se levanta del banco de piedra, se gira hacia el Rubio.

LUISA: Y me cuentas, ¿eh?

Luisa se agacha y le da un rápido beso al Rubio en los labios, se da media vuelta y se marcha. Él se toca los labios con la mano.

RUBIOAy mi Luisita.


Esteban está en su habitación, se ha quitado la camisa y se dispone a ponerse el pantalón de dormir, que tiene en la mano. Tocan en la puerta. Esteban mira a la puerta, se queda inmóvil. Vuelven a tocar, Esteban abre la puerta.

ESTEBANAh Rubio, eres tú.

RUBIOPues a quién esperabas si no es a mí, compadre.

Esteban mira al Rubio pero no dice nada.

RUBIOTraigo una botella

Le enseña una botella de tequila que lleva en una mano y los dos vasos de tequila que lleva en la otra. El Rubio coge una silla y se sienta, Esteban hace lo propio en la esquina de la cama, frente a la silla. El Rubio le pasa un vaso a Esteban, abre la botella y sirve ambas copas, cierra la botella y la deja en el suelo.

RUBIOOye compadre (Chocan los vasos, ambos beben) Ya la niña Acacia hasta te da tus besitos.

ESTEBAN¡Qué cantidad de tonterías dices Rubio!

RUBIO: Qué van a ser tonterías, pues si yo lo vi. Que andaba yo en el patio con mi Luisita.

Esteban coge la botella del suelo, la abre y vuelve a servir en las copas.

ESTEBANRubio, sólo me daba las gracias.

RUBIO¿Las gracias de qué o qué?

ESTEBANLa voy a enseñar a montar a caballo.

Ambos beben, el Rubio se ríe.

RUBIO¿Enseñar? ¡Pero si la niña Acacia sabe montar!

ESTEBAN: Quiere aprender a montar mejor, eso es todo.

RUBIOPa' mi que te gusta la niña Acacia... (Sirve otra vez, mira a Esteban que no dice nada, sólo bebe de su copa. Le vuelve a servir.) Y pa' mi que también la patrona te mueve.

Esteban sigue sin decir nada. Le quita al Rubio la botella de la mano y se sirve una copa, bebe.

RUBIOPero tú, ¿a quién querrás pues? ¿A la madre (hace una pausa) o a la hija?

Ambos se miran, Esteban agacha la cabeza, sujeta el vaso con ambas manos, no dice nada, sólo observa el vaso vacío.

RUBIOYa compadre, ahí te dejo.

El Rubio sale de la habitación, cierra la puerta. Esteban se queda solo, sigue mirando el vaso vacío.

ESTEBANYo sé a quién quiero... (Coge la botella que el Rubio ha dejado en el suelo antes de irse, se sirve una copa, vuelve a dejar la botella en el suelo, mira la copa) Y sé a quién amo. (Se bebe el tequila)

A la mañana siguiente, Esteban sale de la ducha, mientras coge los vaqueros que están encima de la cama, llaman a la puerta, duda un instante. Vuelven a llamar, Esteban se dirige a la puerta y la abre.

ESTEBANRubio, ¿qué...?

Esteban se calla.

CRISTINABuenos días Esteban.

Esteban no dice nada, está inmóvil, sujetando la puerta.

CRISTINA¿Puedo pasar?

Cristina mira a Esteban a los ojos, le sonríe, le observa de arriba a abajo, de abajo a arriba, vuelve a posar su mirada en la de él..

ESTEBANSí Cristina, por supuesto, ¿qué se te ofrece?

Cristina entra en la habitación de Esteban, camina despacio, moviendo su cuerpo lentamente, observa la habitación, cada uno de sus recovecos. Se gira hacia Esteban, vuelve a mirarle de arriba a abajo, le mira a los ojos.

CRISTINAVenía a hablar contigo sobre mi hija.

Esteban se pone tenso. Cierra la puerta mientras inhala profundamente, agacha la mirada, exhala. Se da media vuelta y mira a Cristina.

ESTEBAN¿De tu hija? (Carraspea)

CRISTINASí, vengo a hablar de sus clases.

ESTEBAN¿De sus clases?

CRISTINASí, de sus clases de montar.

Cristina vuelve a mirar a Esteban de arriba a abajo, sonríe, vuelve a mirarle, sonríe de nuevo y le mira a los ojos. Esteban sonríe, se pasa la mano por el pelo húmedo.

ESTEBANTú dirás Cristina(Cruza los brazos sobre el pecho)

Ella sonríe, pasea por la pequeña habitación, pasa su mano por la silla, la roza. Se gira y mira de nuevo a Esteban.

CRISTINAQuiero que ayudes a mi hija. Quiero que seas tú. Empezáis hoy.

Cristina se dirige hacia la puerta, posa su mano en el pecho de Esteban, mira unos segundos dónde su mano está apoyada, levanta la vista, mira a Esteban a los ojos.

CRISTINANo confío en nadie más que en ti.

Esteban la mira a los ojos, ambos respiran entrecortado. Cristina se acerca un poco más a Esteban, él la mira a los ojos, a la boca. Cristina quita su mano del pecho de Esteban, abre la puerta, agarra con su mano derecha el pomo, vuelve la cabeza ligeramente, mira a Esteban una última vez, cierra la puerta. Esteban se queda mirando la puerta, de pie, inmóvil.

ESTEBANMe voy a volver loco...

Esteban mueve ligeramente la cabeza, se dirige a la cama, coge los vaqueros.

ESTEBAN¿Es posible enloquecerse por dos mujeres a la vez? (Sonríe, pero no es una sonrisa de felicidad, sino más bien de incertidumbre) ¡No apuntes tan alto Esteban!


Acacia está en su habitación, da vueltas por la misma aún vestida con el camisón.

ACACIAOjalá el abuelo haya convencido a mamá... Voy a ir a preguntarle. (Camina hacia la puerta) No, mejor no. Esperaré al desayuno... Sí eso, en el desayuno le preguntaré... ¿Y si dice qué no? ¿Y por qué va a decir qué no? No, no, va a decir que sí. Ay, no, me va a decir que no.

Llaman muy suavemente a la puerta y entra Cristina.

CRISTINAAcacia hija, qué bien, ya despierta.

ACACIASí mamá.

Cristina se acerca a su hija y le da un beso en la mejilla.

CRISTINABuenos días hija.

ACACIABuenos días.

CRISTINAQué bien que te hayas levantado temprano, así empezarás hoy.

ACACIA¿Empezar? Quieres decir, ¿las clases de montar?

CRISTINASí hija, eso venía a decirte. Desde hoy Esteban y tú pasareís algún tiempo montando a caballo.

Acacia abraza a su madre, con una gran sonrisa.

ACACIA: ¡Ay mamá, muchas gracias! ¡Voy a cambiarme!

CRISTINAEspera Acacia (agarra con delicadeza a su hija del brazo) primero tenemos que hablar.

ACACIA¿Hablar? ¿Sobre qué?

CRISTINASobre por qué quieres que sea precisamente Esteban quién te enseñe.

Acacia se pone nerviosa.

ACACIA: ¿Yo? ¡No! Fue idea del abuelo. Yo sólo quiero montar mejor.

CRISTINA¿Seguro hija?

ACACIAClaro mamá, ¿qué otro motivo podría tener?

CRISTINANo lo sé Acacia, por eso te pregunto. No será qué...

Acacia le interrumpe.

ACACIAAy mamá, no pienses cosas que no son.

Acacia se acerca a su madre, la besa, y se va apresuradamente al cuarto de baño.

CRISTINAEspero, por nuestro bien, que me estés diciendo la verdad.

Cristina sale de la habitación.


En la cocina Rosa Luisa están cocinando, terminan de preparar el desayuno. Entra Acacia vestida con ropa de montar.

ROSANiña Acacia, buenos días.

Acacia sonríe a Rosa.

ACACIABuenos días Rosa. (Mira a Luisa, con semblante serio) Luisa.

LUISANiña.

ACACIARosa, mi desayuno por favor.

ROSAAhora lo servimos niña, na' más lleguen sus abuelos y su mamá de usted.

ACACIANo Rosa, yo desayunaré ya. Aquí en la cocina. Voy a salir a montar y no quiero que se me haga tarde.

Acacia se sienta en la mesa, Luisa le sirve, ambas se miran con indiferencia.


En las caballerizas Esteban está preparando los caballos cuando llega el Rubio.

RUBIOCompadre, ¿dos caballos? Eso es que se te hizo.

ESTEBAN¡Cállate Rubio!

RUBIOBueno, bueno, yo no más decía.

ESTEBAN¡Pues no digas tanto!

El Rubio se marcha agarrando el palillo que tiene en la boca con la mano derecha y tarareando.


En el comedor, Juan Carlos y Elena llegan justo cuando Cristina sale del despacho.

CRISTINABuenos días papá, buenos días mamá.

JUAN CARLOSBuenos días hija.

ELENAHija, buenos días. ¿Y mi nieta?

CRISTINAAcacia ya desayunó, y salió a montar con Esteban.

JUAN CARLOSAh, muy bien hija, muy bien.

CRISTINA¿Desayunamos?

Los tres se dirigen a la mesa del comedor, ya servida con el desayuno.


Acacia llega a las caballerizas.

ACACIABuenos días Esteban.

ESTEBAN¡Acacia! ¡Qué guapa! Perdón, buenos días.

Acacia sonríe.

ACACIAGracias Esteban.

Esteban coge uno de los caballos y se lo acerca a Acacia.

ACACIA¿Me ayudas?

Esteban la mira perplejo.

ESTEBAN¿Ayudarte? (Titubea) Sí claro.

Esteban suelta las riendas del caballo, y se acerca a Acacia, pone sus manos en su cintura y ella coloca las suyas en los hombros de él. Ambos levantan la mirada y se quedan unos segundos quietos, mirándose a los ojos, luego mira cada uno la boca del otro, y vuelven a mirarse a los ojos.

ESTEBANBueno, adelante. Sube.

Acacia sube al caballo, se sienta y espera a que Esteban haga lo propio.

ACACIA¿Nos vamos?

ESTEBAN¡Vamos!

Los caballos salen al paso, y enseguida los ponen al trote. Van el uno junto al otro, sin hablarse, solo mirándose y sonriéndose mutuamente.

ACACIA¡Vamos hasta el lago Esteban!

Acacia pone su caballo al galope.

ESTEBANSabe montar... Y muy bien.

Esteban pone también su caballo al galope y va detrás de Acacia, ella mira hacia atrás. Le sonríe y él le devuelve la sonrisa. Acacia llega al lago primero y mientras se va acercando Esteban, ella se baja de su caballo. Se sienta en la orilla, observando el agua. Esteban baja del caballo, se acerca a Acacia y se queda de pie a su lado.

ACACIAVen Esteban, siéntate conmigo.

Esteban se sienta, ambos miran el agua, se miran a los ojos, repetidamente.

ESTEBANAcacia (Duda un instante) Sabes montar...

Acacia le mira y se ríe.

ACACIA: ¡Claro que sé montar!

ESTEBANEntonces, ¿por qué le has pedido a tu madre que yo te enseñe, si ya sabes?

Acacia mira a Esteban a los ojos, no sonríe, mira al frente y fija su mirada en el agua.

ACACIAPorque quiero pasar más tiempo contigo.

ESTEBAN¿Conmigo?

ACACIA¿Te molesta?

ESTEBANNo Acacia. (Ella vuelve la cabeza hacía él) Me encanta.

Acacia sonríe.


Cristina sale de la casa y en el patio se encuentra al Rubio.

CRISTINARubio, ¿ya regresaron Esteban y mi hija?

RUBIONo patrona.

Cristina se dirige a las caballerizas, justo cuando llegan Esteban AcaciaAcacia viene sonriendo, pero al ver a su madre su semblante cambia y se vuelve serio. Ambos bajan de sus caballos. Acacia se acerca a su madre y le da un beso.

ACACIAHola mamá.

CRISTINAHola hija, ¿cómo estuvo la clase?

ACACIABien mamá (Se gira a Esteban) ¿Verdad Esteban?

ESTEBANSí Cristina, estuvo bien.

Acacia vuelve a mirar a su madre.

ACACIAMe voy a cambiar mamá.

CRISTINAMuy bien hija.

Acacia se va hacia la casa, sin mirar a EstebanCristina se acerca a él.

CRISTINAGracias Esteban.

Cristina sonríe a Esteban, se da media vuelta y se marcha. Esteban la ve alejarse, coge las riendas de los dos caballos y se los lleva.

ACACIA: ¡Esteban!

Esteban se da la vuelta sin soltar las riendas de los caballos, Acacia se acerca a él.

ACACIAMañana a la misma hora. No te olvides.

Acacia se acerca a Esteban y le da un beso en la mejilla, cerca de la comisura de los labios, muy cerca, se da media vuelta y se marcha. Mientras Esteban la ve alejarse, se toca con la mano libre los labios.

ESTEBANDios, ¿será que me estoy enamorando de ti Acacia? (Hace una pausa) ¿O será que ya lo estoy?

Da media vuelta y se marcha junto con los dos caballos.


En el campo, Esteban tiene una guadaña en la mano, está junto con otros trabajadores cortando hierbas. Se ha quitado la camiseta que la tiene sujeta al cinturón, la coge y se seca el sudor de la frente.

TRABAJADOR¡Viene la patrona!

Esteban mira al trabajador, que le señala justo detrás de él, Esteban se gira y ve a Cristina caminando hacia ellos.

ESTEBANCristina.

Esteban mira sorprendido a Cristina que se acerca a ellos enfundada en unos vaqueros y con una camisa roja.

CRISTINAEsteban, te traje ésto.

Cristina le acerca una pequeña cesta de mimbre, Esteban la coge, mira la cesta y luego a Cristina.

CRISTINAPensé que lo necesitarías. (Le sonríe) Además, a partir de hoy, comerás y cenarás todos los días con nosotros, en la casa.

Cristina se da media vuelta y se marcha, Esteban no puede apartar los ojos de ella.

ESTEBANEsa es una mujer de la que cualquier hombre se puede enamorar...

El Rubio se le acerca por detrás, mientras los demás trabajadores cuchichean entre sí y le miran.

RUBIOAy que ver cómo te cuida la patrona, ¿qué no?

Esteban se da la vuelta, mira al Rubio y luego a los trabajadores.

ESTEBANVenga, todos, volver a vuestro trabajo. ¡Ya!

Los trabajadores vuelven a sus labores, excepto el Rubio, que sigue quieto a unos pasos de Esteban. Este deja la cesta en el suelo, coge la guadaña, se agacha y mueve el torso para continuar con la siega, mira al Rubio.

ESTEBANTú también Rubio, ¡vuelve al trabajo!

El Rubio sonríe, se da media vuelta y mientras camina, comienza a tararear, los trabajadores ríen. Esteban se vuelve ligeramente, mirando dirección a la casa, a lo lejos aprecia la figura de Cristina, la observa unos instantes, y continúa trabajando.


En la cocina Rosa está en los fogones, cortando unas verduras, cuando entra Cristina.

CRISTINARosa.

ROSADígame señora.

CRISTINADesde hoy debes contar siempre en las comidas con una persona más.

ROSAClaro señora, ¿puedo preguntar quién?

Cristina sonríe.

CRISTINAYa lo preguntaste Rosa(Se ríe en una carcajada muy tenue) Esteban, desde hoy comerá y cenará con nosotros en la casa.

En ese momento entra Luisa.

CRISTINALuisa, desde hoy debes poner un plato más en la mesa siempre, tanto para comer como para cenar.

LUISASí señora Cristina.

CRISTINA¿Saben dónde está mi hija?

ROSANo señora, por aquí no vimos a la niña Acacia.

Cristina sale de la cocina. Luisa deja en la mesa la cazuela que traía en la mano, y se acerca a su abuela.

LUISA¿Y se puede saber quién se sentará a la mesa de los patrones?

ROSAEsteban. (Y antes de que su nieta pueda contestar) ¡Sin preguntar! ¡A trabajar!


Acacia está en su habitación, tumbada en la cama, leyendo. Llaman a la puerta y entra Cristina.

CRISTINA¿Puedo pasar hija?

Acacia cierra el libro, lo deja encima de la cama y se levanta.

ACACIAClaro mamá.

Cristina se acerca a una silla y se sienta, Acacia permanece de pie, extrañada. Se acerca a otra silla y se sienta también.

ACACIA¿Pasa algo mamá?

CRISTINAClaro que no hija, sólo quiero que hablemos un rato. Terminé mis pendientes y quería pasar tiempo contigo.

ACACIAQué bien mamá.

CRISTINAHija no hemos hablado de la universidad. Ni siquiera me has dicho cuando te vas a marchar.

ACACIALa verdad es que quisiera empezar el semestre que viene, no este.

CRISTINA¿El siguiente semestre? Pero, ¿por qué hija? No me habías dicho nada.

Acacia se pone nerviosa, se frota las manos, se toca el pelo.

ACACIAQuiero pasar más tiempo en la hacienda mamá. Pensar que quiero hacer. Estar más con los abuelos y contigo. (Hace una breve pausa) Y salir a montar a caballo, conocer más la hacienda.

CRISTINAPero no es necesario que retrases tu entrada a la universidad.

ACACIAMamá, ya veremos, ¿sí?

CRISTINAEstá bien hija, piénsalo bien. Aún hay tiempo para que decidas. (Cristina mira a su hija a los ojos, espera unos segundos, duda) Y dime, ¿cómo te fue con Esteban?

ACACIA¿Con Esteban? ¿Por qué me preguntas por Esteban?

CRISTINAHija, me refiero a la clase. A montar a caballo con él.

Acacia sonríe.

ACACIAAh, la clase. Muy bien mamá, es un buen profesor.

CRISTINAPero, ¿por qué con él? ¿Por qué quisiste que fuera él?

ACACIA¿Yo? ¿Otra vez mamá? Fue idea del abuelo, él te lo pidió.

CRISTINASí, él me lo pidió. (Se pone de pie, se dirige hacia la puerta) ¿Sabes qué puedes contarme cualquier cosa, verdad hija?

ACACIAClaro mamá, pero no hay nada que contar.

CRISTINAMe alegro hija. Quería decirte además que, desde hoy, Esteban comerá y cenará con nosotros, ¿te parece bien?

Acacia permanece seria.

ACACIASi a ti te parece bien...

Cristina se va, y Acacia permanece sentada en la silla mirando a la puerta.

ACACIANo puedo contarte nada mamá... Aún no. (Se levanta de la silla y va hacia el armario) Esteban comerá y cenará con nosotros. (Sonríe) ¿Qué me pongo?


Esteban sale de su habitación y cruza el patio. El Rubio Luisa están sentados en el banco de piedra.

RUBIOProvechito compadre.

Esteban levanta ligeramente la cabeza en un leve saludo, y sigue andando. El Rubio mira a Luisa, mientras coge la mano de ella entre las suyas.

RUBIO: ¿Cómo ves mi Luisita que mi compadre ya es uno más en la mesa de los patrones?

LUISAYa sé Rubio, me lo dijo mi abuela.

RUBIOYa ves mi Luisita, yo te dije. ¿Qué crees? La mismita patrona le llevó comida al campo a mi compadre y le dijo que así será siempre, siempre comerá con ellos. (Se ríe) ¡Pa' mi que la patrona quiere!

LUISARubio no digas tonterías, la patrona es una señora de dinero, ella no se tiene que conformar con un peón.

RUBIO: ¿Conformarse? ¿Cómo tú te has conformado conmigo?

Luisa se levanta.

LUISA¡Yo no dije eso! (Mira al RubioMe voy a servir a los patrones... ¡Y a tu compadre!

Luisa se marcha. El Rubio la observa con semblante triste.


En el comedor, Juan CarlosElena Cristina están sentados a la mesa.

JUAN CARLOSMi hija, si tú lo decidiste así, bien está.

CRISTINAGracias papá.

ELENACierto que Esteban es casi un miembro de la familia.

CRISTINALo es mamá, y yo no sabría que hacer sin él.

Elena mira a Juan CarlosEsteban entra en el comedor.

ESTEBANBuenas tardes. Don Juan Carlos, Doña ElenaCristina.

CRISTINAEsteban adelante, siéntate.

Esteban va a sentarse, cuando llega Acacia, que lleva un vestido azul y el pelo más arreglado.

JUAN CARLOSMi hijita que guapa.

ACACIAGracias abuelo.

Acacia se acerca a la silla libre al lado de Cristina, mira a Esteban, seria, con desdén. Esteban retira la silla y ella se sienta.

JUAN CARLOSDime mi hijita, ¿qué tal las clases de montar?

ACACIABien abuelo, sin más. (No mira a Esteban, mira fijamente a su abuelo) Empecé con el libro que me recomendaste abuelito.

JUAN CARLOSAh muy bien hijita, y ¿te gusta?

En ese momento Luisa sale de la cocina con una bandeja de comida y comienza a servir los platos.


Ya es de noche en la BenaventeCristina está en su habitación sola, sale del baño masajeando sus manos, acaba de darse crema. Se sienta enfrente del tocador.

CRISTINA¿Será lo que pienso? ¿Será que mi hija siente algo por Esteban(Niega con la cabeza) No, no puede ser. Ella nunca ha querido relacionarse con los empleados, será que aquí se siente muy sola. (Se mira en el espejo) ¿O será amor? (Sonríe) No puede ser amor, si así fuera mi hija me lo diría.


A la mañana siguiente, Esteban Acacia están en el lago. Los caballos tranquilos, sujetos a un árbol. Acacia está sentada en la orilla, mirando el agua, mientras Esteban recoge flores. Tiene un ramillete en una mano y le va añadiendo las flores según las recoge. Se para, se agacha y coge una dahlia, pequeña, rosa. Se acerca a Acacia. Ella le mira, le sonríe, él se sienta a su lado.

ACACIA¿Flores para la casa?

ESTEBANÉstas sí (mientras levanta la mano izquierda para que ella vea el ramillete) Pero ésta (levanta la mano derecha con la pequeña dahlia), ésta es para ti Acacia.

Acacia coge la flor, la mira, mira a Esteban a los ojos y le abraza, le da un beso en la comisura de los labios, ambos mueven sus cabezas hacia atrás, unos centímetros apenas. Él tiene su mano derecha en la cintura de ella, ella tiene sus manos alrededor de sus hombros. Los dos respiran entrecortados, él acerca el cuerpo de ella al suyo, mira sus labios, ella fija sus ojos en los de él, le mira a los labios.

ESTEBANAcacia...

Esteban titubea, suelta a Acacia y se pone en pie.

ESTEBANTenemos que volver Acacia.

Acacia le mira perpleja, se incorpora.

ACACIASi tú quieres (le mira a los ojos, seria) ¡vámonos!

Acacia se dirige a su caballo, Esteban hace lo mismo. Mientras él se monta, ella ya ha salido al galope dirección a la casa, Esteban la sigue.


Acacia llega a su habitación, cierra dando un portazo.

ACACIA¿Por qué no me besó? ¿Por qué? Si me hubiese besado, yo... Yo...

Llaman a la puerta, Cristina abre y entra en la habitación.

CRISTINAHija tenemos que hablar. (Cierra la puerta)

ACACIA¿Sobre qué mamá?

Está hosca, con semblante enfadado.

CRISTINAHija, ¿qué te pasa? ¿Ha pasado algo con Esteban?

ACACIA¿Con Esteban? ¿Con Esteban qué va a pasar?

CRISTINAEntonces, ¿por qué estás así?

ACACIAPor nada mamá, tengo un mal día. (Se relaja y mira a su madre) ¿De qué me querías hablar?

CRISTINASi me dices que no pasa nada... (Se sienta en una silla, y Acacia hace lo propio) Quería comentarte que me voy de viaje. Serán unos días. Tengo que solucionar un contrato con un cliente y aprovecharé para ver otros.

ACACIA: ¿Y cuándo te vas mamá?

CRISTINAEn una hora hija.

ACACIA¿Tan pronto?

CRISTINASí, pero tranquila, estarán tus abuelos contigo.

Acacia se queda un instante en silencio, pensativa, se levanta apresuradamente de la silla.

ACACIAAy mamá, ¡lo olvidé por completo!

CRISTINA: ¿El qué hija? ¿Qué pasa?

ACACIATranquila mamá, no es nada malo. Es que, verás, (espera unos segundos) reservé para los abuelos, como sorpresa, un fin de semana en el spa de San Jacinto. Como nunca salen...

CRISTINA¡Qué buena idea hija!

ACACIA: Sí, ¿verdad? (cambia su semblante, deja de sonreír y agacha la mirada, mira a su madre de nuevo) Lo malo es que la reserva ya está hecha y es para este fin de semana. Tienen que salir hoy.

CRISTINABueno Acacia, lo puedes cambiar.

ACACIAO se pueden ir... Mamá ya no soy una niña.

CRISTINANo Acacia, no lo eres. Pero no me gusta la idea de que estés tantos días sola.

ACACIAPero mamá, ¡no estaré sola! Están todos los empleados, y Rosa, que ha estado conmigo desde siempre. (Se acerca a su madre, se agacha, coloca sus manos en las rodillas de CristinaVamos mamá, dejemos a los abuelos disfrutar un tiempo a solas. (Espera un instante) Y confía en mí.

Cristina permanece callada, mira a los ojos a su hija, respira hondo.

CRISTINAEstá bien Acacia, dales la sorpresa a mis papás.

ACACIA: ¡Qué alegría mamá!

Acacia abraza a su madre, y se pone de pie. Cristina hace lo propio.

CRISTINAVoy a recoger unas cosas en el despacho, ahora te veo.

ACACIA: Sí mamá, ahora nos vemos.

Cristina sale de la habitación, cuando la puerta se cierra Acacia se dirige apresuradamente a su ordenador. Lo enciende.

ACACIAOjalá aún queden reservar...

Mientras mira la pantalla del ordenador sonríe.


En el salón de la BenaventeCristinaJuan Carlos y Elena, están con Acacia.

JUAN CARLOSMi hijita yo no te dejaría sola...

Cristina interrumpe.

CRISTINAPapá ya hemos hablado de ésto. Ella ha querido daros esta sorpresa. (Sonríe) Además, será bueno para Acacia estar unos días sola.

ACACIASí abuelito, (le besa y le abraza) además sólo son unos días.

ELENABueno mi amor, pero aún así, dejarte sola...

ACACIAAbuelita, no te preocupes.

Acacia se acerca a su abuela, le da un beso y un tierno abrazo. Se acerca a su madre, la besa y la abraza unos segundos.

ACACIA: Gracias mamá.

CRISTINADe nada hija, te estaré llamando.

ACACIAClaro mamá. (Duda unos instantes) Te quiero.

Cristina acaricia la cara de Acacia.

CRISTINAY yo a ti más que a nada.

CristinaJuan Carlos y Elena se van, Acacia les ve caminar por el pasillo y perderse dirección a la puerta.


Es ya la hora de la comida en la BenaventeAcacia entra en el comedor y ve dispuesto un único servicio, entra en la cocina. A la mesa están sentados el Rubio y EstebanRosa Luisa están atareadas cocinando y recogiendo, respectivamente.

ROSANiña, ahora le servimos la comida.

Acacia mira a Esteban y luego a Rosa, sonríe.

ACACIAEsteban, ¿no comías con nosotros?

ESTEBANSí Acacia, pero como no están ni tu mamá, ni...

Acacia le interrumpe.

ACACIA¿Mejor dejarme sola?

Esteban la mira a los ojos, sonríe, agacha un poco la cabeza, la vuelve a mirar a los ojos.

ROSANiña, 'tons ¿quiere comer?

ACACIASí Rosa, pero aquí. Estos días comeré en la cocina.

Acacia se sienta a la mesa. Luisa coge un plato y mientras lo deja en frente de Acacia, mira al Rubio, éste se encoge de hombros y sonríe.


Ya es de noche, Esteban está en su habitación, recostado en la cama, leyendo un libro. Llaman a la puerta, Esteban se levanta, con el libro en la mano.

ESTEBAN¡Voy! (Baja la voz) Otra vez Rubio...

Abre la puerta y ve a Acacia de pie. Ambos se miran.

ESTEBANAcacia, ¿ocurre algo?

Acacia entra en la habitación.

ESTEBANAcacia, ¿necesitas algo?

Acacia se dirige hacia la cama, se sienta en la esquina.

ACACIA¿Qué estás leyendo?

Esteban se queda un instante parado en la puerta, mira a Acacia, vuelve a mirar hacia el pasillo y cierra la puerta. Se dirige a la silla, la coge, la coloca a unos centímetros de Acacia y se sienta.

ESTEBAN: "26 cuentos para pensar"

ACACIA¡Ese es el libro que te regalé! (Deja de sonreír) ¿Aún no lo habías leído?

ESTEBANLo he leído infinidad de veces...

Esteban mira a Acacia a los ojos y ambos sonríen.

ACACIALéeme el cuento que más te guste.

ESTEBAN¿Leerte? No, como crees.

ACACIASí anda, léeme el que más te guste.

Esteban la mira, duda unos instantes y abre el libro.

ESTEBAN"Había una vez una princesa que quería encontrar un esposo digno de ella, que la amase verdaderamente. (Acacia mira a Esteban, levanta las piernas, se recuesta muy levemente sobre la cama, apenas) Para lo cual puso una condición: elegiría marido entre todos los que fueran capaces de estar 365 días al lado del muro del palacio donde ella vivía, sin separarse ni un sólo día..."


El teléfono en el despacho suena, Rosa sale de la cocina, entra en el despacho y descuelga.

ROSAHacienda Benavente, buenas...

CRISTINARosa (interrumpe) soy Cristina.

ROSAAy patrona, es usted, buenas noches.

CRISTINABuenas noches Rosa, ¿podrías pasarme a mi hija? La llamé a su celular y no me contesta.

ROSAAhora mismito señora.

Rosa sale del despacho con el teléfono en la mano, llega a la habitación de Acacia, llama a la puerta, espera un instante, vuelve a llamar. Entra en la habitación.

ROSASeñora.

CRISTINADime Rosa.

ROSA: La niña Acacia no está en su habitación.

CRISTINA¿Cómo que no está? ¿Dónde está mi hija, Rosa?

ROSAPues quién sepa señora, y que tal si salió a caminar.

CRISTINASí Rosa, será eso. Mañana volveré a llamar. Y dile que he llamado.

ROSAMuy bien señora.


En la habitación del hotel Cristina cuelga el teléfono, se levanta de la cama y se acerca a una bandeja con una jarra de agua y dos vasos. Coge uno de los vasos y lo llena.

CRISTINA¿Dónde estará mi hija? No estará con... (Niega con la cabeza) No, no, eso no puede ser. 

Bebe el agua, se sienta en la cama y deja el vaso en la mesilla.

CRISTINA¿Y si es lo que estoy pensando? (Suspira) Pues si es, algo tendré que hacer.


En la habitación de EstebanAcacia mira a Esteban con una tímida sonrisa, él tiene los brazos apoyados sobre las piernas y la espalda ligeramente arqueada.

ESTEBAN"¿Sabes madre? Me enteré que me había visto, me enteré que me había elegido, me enteré que le había dicho a su padre que se iba a casar conmigo y, a pesar de eso, no fue capaz de evitarme una sola noche de dolor, pudiendo hacerlo, no me evitó una sola noche de sufrimiento. Alguien que no es capaz de evitarte una noche de sufrimiento no merece de mi amor, ¿verdad madre? (Esteban levanta la vista del libro y mira a Acacia, no sonríe) Cuando estás en una relación, y te das cuenta de que pudiendo evitarte una mínima parte de sufrimiento, el otro no lo hace, es porque todo se ha terminado."

Esteban cierra el libro y mira a Acacia.

ACACIA¿Y tú crees que es así? ¿Crees que si alguien no te evita el sufrimiento debes terminarlo todo?

Esteban mira a Acacia, permanece unos segundos callado, ella se sienta recta.

ESTEBANPor desgracia Acacia, a veces, hacemos sufrir a quién más amamos... Sin querer.

Acacia le mira, Esteban agacha la mirada.

ACACIAPero cuando amas, lo perdonas todo...

Esteban permanece en silencio unos instantes.

ESTEBANNo todo Acacia... Siempre habrá heridas que ni el tiempo cure.

Acacia Esteban permanecen callados unos segundos, mirándose el uno al otro, mirando a cualquier parte de la habitación. Acacia clava su mirada en la puerta.

ESTEBANCreo que es hora de dormir.

ACACIASí, lo es... (Acacia mira a Esteban de nuevo) Hasta mañana.

Acacia se levanta de la cama, se acerca a Esteban y le da un beso en la mejilla. Se dirige a la puerta, la abre y mira de nuevo a Esteban. Él no la mira, sigue con la vista clavada en el libro. Acacia cierra la puerta, Esteban levanta la vista y fija su mirada en la puerta, no se mueve.


A la mañana siguiente Acacia está vistiéndose en su habitación cuando su móvil suena, mira la pantalla, descuelga.

ACACIAHola mamá. ¿Qué tal por el DF?

CRISTINAAcacia hija, ayer te llamé muchísimas veces. ¿Dónde estabas?

ACACIA: Salí a pasear mamá.

CRISTINAHija no quiero que salgas sola de noche.

ACACIANo te preocupes mamá, estuve por el patio, por las caballerizas.

CRISTINAAh, si es así, me quedo más tranquila.

ACACIAY entonces mamá, ¿qué tal el viaje?

CRISTINAMuy bien Acacia, pero lo voy a tener que alargar algunos días.

Acacia sonríe.

ACACIA¿Alargarlo?

CRISTINASí, he quedado con algunos posibles clientes.

ACACIA¡Ay que bien! Oye mamá, hablamos luego, ¿sí? Voy a salir a montar.

CRISTINASí claro hija, disfruta.

ACACIA: Hasta luego mamá.

CRISTINAHasta luego. Te quiero.

ACACIAY yo a ti.

Acacia deja el teléfono encima de la cama y sale apresuradamente de la habitación.


Juan Carlos y Elena entran en el salón de la Benavente, seguidos del Rubio que lleva sus maletas.

JUAN CARLOSRubio lleva por favor las maletas a nuestra habitación.

RUBIOSí Don Juan Carlos.

Acacia entra en el salón y mira sorprendida a sus abuelos.

ACACIAAbuelo, abuela. ¿No veníais esta tarde?

JUAN CARLOSHijita.

Juan Carlos se acerca a su nieta y le da un beso. Elena hace lo propio.

ELENA¿Cómo has pasado estos días sola? ¿Te has aburrido mucho?

ACACIANo abuelita, he salido a montar, he leído, he paseado.

Rosa sale de la cocina.

ROSADon Juan Carlos, Doña Elena, bienvenidos.

ELENAHola Rosa.

Acacia mira a Rosa.

ACACIARosa pon la mesa para los cuatro, por favor.

JUAN CARLOS: ¿Para los cuatro? ¿No sigue tu mamá en el DF?

ACACIASí abuelo, es para nosotros y para Esteban.

ELENA¿Esteban?

ACACIA: Claro abuelita, así lo dispuso mi mamá. Y aunque ella no esté...

JUAN CARLOSMi nieta tiene razón mujer.

Esteban entra en el comedor.

JUAN CARLOSEsteban, ¿cómo ha ido todo por aquí?

ESTEBANTodo perfecto, Don Juan Carlos.

JUAN CARLOSMe alegro, me alegro.

ELENAPasemos a comer.

ESTEBANCon permiso.

Esteban se dirige hacia la cocina, al pasar al lado de Acacia, ésta le coge del brazo.

ACACIANo Esteban, tú comes con nosotros.

Acacia Esteban se miran a los ojos, sonríen dulcemente. Juan Carlos y Elena se miran perplejos.


Juan Carlos está sentado en el sillón del salón leyendo, Elena en el sofá bordando. Llega Cristina, lleva consigo una maleta.

JUAN CARLOSMi hija, ¿cómo te fue?

Cristina se acerca a su madre, le da un beso, se acerca a su padre y hace lo mismo.

CRISTINABien papá, aunque creo que podría haber ido mejor.

JUAN CARLOSBueno, bueno, ya hablaremos de eso más tarde. Cuando hayas descansado.

Cristina se sienta en el sofá al lado de Elena.

CRISTINA¿Y cómo ha ido todo por aquí? ¿Dónde está Acacia?

ELENAAcacia salió, hija.

CRISTINA¿Salió?

JUAN CARLOSSí mi hija. Mi nieta salió con Esteban(Duda un instante) Están pasando mucho tiempo juntos.

CRISTINA¿Cómo que están pasando mucho tiempo juntos?

JUAN CARLOSSí mi hija, salen a montar, pasean por la hacienda, por las noches hablan largo rato en el patio.

ELENATu papá tiene razón, están pasando mucho tiempo juntos.

CRISTINAHablaré con Acacia(Se levanta del sofá) Voy a hacer una llamada.

JUAN CARLOSAh, muy bien.

Cristina se dirige al despacho, entra, cierra la puerta. Se dirige al escritorio, coge el teléfono pero no marca.

CRISTINATengo que hablar con mi hija. Tengo que aclarar lo que está pasando entre Esteban y ella.


Acacia Esteban están en el patio.

ACACIAMe gusta mucho estar contigo, Esteban.

ESTEBANAcacia yo... (Ve a Cristina acercarse a ellos) ¡Cristina!

Acacia se gira y ve a su madre.

ACACIA¡Mamá!

Cristina Acacia se abrazan, y se dan mutuamente un beso.

CRISTINAHija, ¿cómo estás?

ACACIABien mamá, ¿qué tal tu viaje?

CRISTINA: Bien, ve al despacho y ahora hablamos.

Acacia se va, sin mirar a Esteban. Él la ve alejarse, Cristina le mira a él.

CRISTINAEsteban(Esteban mira a Cristina a los ojos.) Te espero en el despacho en diez minutos, tenemos asuntos que tratar.

ESTEBANMuy bien Cristina, ahí estaré.

Esteban sonríe a Cristina, ella permanece seria, se da media vuelta y se marcha.


En el despacho Cristina está de pie, mientras Acacia está apoyada en el respaldo de la silla.

ACACIABueno mamá, alguna forma habrá de convencer a los clientes.

Cristina mira a su hija y a la puerta, que se ha quedado ligeramente entreabierta.

CRISTINASí, alguna forma habrá.

Cristina ve una silueta acercándose.

CRISTINAQuería tratar otro tema contigo, Acacia.

ACACIA¿Qué tema mamá? ¿De qué se trata?

CRISTINAQuiero que hablemos de Esteban.

Esteban se queda inmóvil al otro lado de la puerta, hace ademán de marcharse pero no se mueve.

ACACIA¿Sobre Esteban? ¿Y qué tenemos que hablar sobre Esteban?

CRISTINATu abuelo me ha dicho que pasas mucho tiempo con él. Y quería saber si...

Acacia interrumpe a su madre.

ACACIAAy mamá, ¿y con quién quieres que pase el tiempo aquí si no es Esteban? O tú, o los abuelos.

CRISTINAYa Acacia hija, pero...

ACACIA: Ay mamá, ¡por favor!

CRISTINAAcacia sólo quiero saber si tu relación de amistad con él...

ACACIA¿Amistad yo? ¿Con un peon? Ay mamá, que cosas dices. (Acacia está nerviosa, se ha incorporado y se frota las manos) Me voy a mi habitación.

CRISTINA: Está bien hija.

Esteban se aleja unos pasos, fuera de la vista. Acacia sale y él la ve.

ESTEBANQué idiota fuiste Esteban, que idiota... (Susurra)

Esteban se queda unos instantes sólo en el pasillo, se pasa la mano por el pelo, respira profundo, se dirige al despacho, llama a la puerta medio abierta, y entra.

ESTEBANCristina, ¿querías hablar conmigo?

CRISTINASí Esteban, cierra la puerta.

Esteban cierra la puerta, Cristina se dirige a la silla en frente del escritorio, Esteban se queda de pie al otro lado de la mesa.

CRISTINAQuería saber cómo han estado las cosas por la hacienda. ¿Todo en orden?

ESTEBANSí, todo en orden. (Esteban duda unos instantes, se pasa la mano por el pelo, mira a Cristina, sonríe) Aunque se ha notado tu ausencia, Cristina.

Cristina se sobresalte levemente, mira a Esteban, le sonríe.

CRISTINA¿Se ha notado mi ausencia?

ESTEBANSí... (Hace una breve pausa) Yo la he notado.

Cristina lo mira, se pone nerviosa, le sonríe otra vez. Rosa entra en el despacho.

ROSASeñora, la señora Juliana está aquí. La espera en la sala.

Cristina no mira a Rosa, sigue mirando a Esteban.

CRISTINAGracias Rosa, ahora mismo salgo.

Rosa sale del despacho, Esteban Cristina siguen mirándose.

ESTEBANMe retiro. (Se dirige a la puerta, se gira, mira a Cristina, sonríe) ¿Nos vemos en la cena?

CRISTINA: Por supuesto Esteban.


En el salón Juliana está sentada en el sofá, Luisa le está sirviendo una taza de café. Llega Cristina.

CRISTINALuisa, por favor, tráeme un café a mí también.

LUISAAhora mismo señora Cristina.

Juliana se levanta del sofá.

JULIANA¡Comadre! ¡Qué alegría verte!

Juliana se dirige a Cristina, la abraza.

CRISTINAJuliana, que gusto verte. Sentémonos.

Cristina Juliana se sientan, llega Luisa con el café.

CRISTINAGracias Luisa. (Mira a JulianaQué bien que hayas venido, necesito tratar un asunto contigo.

JULIANAComadre, tú dirás. ¿De qué se trata?

Cristina duda unos instantes, coge la taza, mueve el café con la cucharilla, da un pequeño sorbo.

JULIANA¿Cristina?

Cristina deja la taza en la mesa.

CRISTINAJuliana, ¿tú crees que el amor lo justifica todo?

Juliana mira a Cristina asombrada.

JULIANA¿Amor? ¿De qué amor hablas Cristina? Porque sí, el amor lo justifica todo.

CRISTINA: (Carraspea) Obviamente hablo del amor a los hijos, a mi hija en mi caso, obviamente.

JULIANANo te entiendo comadre, ¿el amor a tu hija?

CRISTINASí Juliana, veo a Acacia poco centrada, poco segura de lo que quiere. Está pasando mucho tiempo en la hacienda, sola, y me preocupa. Tengo que ponerle remedio.

JULIANAAy Cristina, yo no sabía que Acacia pasaba un mal momento. ¿Y cómo has pensado remediarlo?

CRISTINAJuliana, mi ahijado ¿está enamorado de mi hija?

Juliana sonríe, Cristina permanece seria.

JULIANA¡Desde siempre comadre! Manuel siente adoración por Acacia. ¿Por qué la pregunta?

CRISTINACreo que Manuel es el mejor partido para mi hija...

Juliana la interrumpe.

JULIANALo es, lo es.

CRISTINAComo te decía (la mira seria) creo que Manuel es el mejor partido para mi hija, y tengo una propuesta que hacerle. (Espera un instante) Pero primero, permíteme, que lo comente con él.

JULIANABueno comadre, está bien, pero después me cuentas, ¿sí?

CRISTINACreo que el que debe contarte lo que hablemos es tu hijo, no yo.

JULIANAEstá bien, está bien. Qué seria estás Cristina, ¿pasó algo?

CRISTINADiscúlpame Juliana. Tengo muchas preocupaciones, y muchas decisiones que tomar.


Cristina está sola en el despacho, sentada al escritorio, tiene unos papeles en la mano, los apoya en la mesa.

CRISTINAEstoy segura que esto le vendrá muy bien a mi hija, no quiero que se sienta sola ni confundida. Lo hago por tu bien Acacia.


Ya es de día en la BenaventeAcacia corre a las caballerizas, Esteban está preparando un único caballo.

ACACIA¡Esteban! Ya estoy lista para mi clase de montar. (Se ríe, mira alrededor) ¿Y mi caballo? ¡Se nos va a hacer tarde!

Esteban sigue preparando el caballo, no la mira.

ESTEBANLo siento niña Acacia, pero hoy no podré salir a montar con usted. Tengo muchos pendientes.

Acacia le mira sorprendida.

ACACIA¿Niña? ¿Por qué ya no me llamas sólo Acacia?

Esteban se monta en el caballo.

ESTEBANDiscúlpeme, me tengo que ir.

Esteban pone el caballo a galope, sale por el portón. Acacia le mira, las lágrimas empiezan a mojar sus mejillas.


Cristina está en el salón, cuando entra Manuel.

MANUEL: ¡Madrina!

Manuel se acerca a Cristina y le da un beso.

MANUELMe dijo mi mamá que querías verme.

CRISTINAAsí es Manuel, siéntate por favor.

Manuel se sienta en el sofá, y Cristina hace lo propio.

CRISTINAManuel, quiero preguntarte algo, y quiero que seas sincero conmigo.

MANUELPor supuesto madrina.

CRISTINA¿Qué sientes por mi hija?

Manuel mira sorprendido a Cristina, duda unos instantes.

MANUELLa amo.

CRISTINA¿Estás seguro?

MANUELClaro madrina, siempre la he amado. Desde niños.

CRISTINAEstá bien. Quería estar segura, antes de hacerte una propuesta. (Cristina mira a Manuel seria, sin sonreír, él tampoco sonríe) Quiero que te mudes a la Benavente.

MANUEL¿Mudarme yo a la Benavente?

CRISTINA: Sí, creo que estando cerca de mi hija se puede dar algo muy bonito entre vosotros.

MANUELMadrina, ¿lo dices en serio?

CRISTINASí Manuel(Duda) Pero Acacia no se puede enterar del verdadero motivo por el que te mudas a la hacienda.

MANUEL¿Y por qué no lo puede saber?

CRISTINAPorque pensará que la estoy presionando, que la estamos presionando, y ya sabes como es mi hija. Quiere tomar sus propias decisiones, que no interfiramos en su vida... Pero ¿cómo no voy a interferir? ¡Soy su madre!

MANUELEntiendo madrina, y tienes razón. Pero, ¿y qué le decimos? ¿Qué le digo cuando me pregunte por qué me he mudado con ustedes?

CRISTINADigamosle que no tienes buena relación con tu padre, que Norberto y tú siempre estáis discutiendo. Creo que será lo mejor.

MANUELComo tú digas. (Manuel sonríe) ¿Y cuándo me mudo?

Cristina le mira seria unos segundos, después sonríe.

CRISTINA¿Hoy mismo?


En el campo Esteban pasea hablando con los trabajadores. Se para, mira hacia el horizonte, se agacha, arranca unas hierbas, se levanta, las mira y las vuelve a tirar al suelo. El Rubio se acerca a él, Esteban le saluda levantando ligeramente la cabeza.

RUBIOCompadre, ¿qué paso con la niña Acacia? ¿Pelea de enamorados?

Esteban coge al Rubio de la camiseta y acerca su cara a la de él.

ESTEBANRubio, jamás vuelvas a decir algo así.

El Rubio consigue quitar la mano de Esteban de su camiseta, se la coloca.

RUBIOTranquilo compadre, yo no más decía.

ESTEBAN: Nunca más Rubio, te lo advierto.

RUBIOEstá bueno, está bueno. Aquí la dejamos.

Esteban mira al Rubio, con semblante serio, se da media vuelta y se dirige a la casa.


Esteban cruza el patio de la hacienda, y antes de entrar en la casa se encuentra con Cristina.

ESTEBANCristina, iba a buscarte.

Cristina le sonríe.

ESTEBANQuería hablarte sobre Acacia.

Cristina deja de sonreír.

CRISTINA¿De Acacia?

ESTEBANSí, verás, no creo que sea bueno esto de las clases de montar, no creo que deba salir a montar con ella todos los días.

Cristina mira a Esteban extrañada.

CRISTINA¿Cómo que no debes? (Duda un instante) ¿Ha pasado algo entre vosotros?

ESTEBANPor favor Cristina, ¿qué va a pasar? Nada. Es sólo que creo que estoy descuidando mis obligaciones. (Duda un instante, se acerca más a CristinaNo sé, piénsalo.

Cristina se acerca más a Esteban, están a unos centímetros de distancia.

CRISTINALo haré.

Cristina coloca su mano en el pecho de Esteban, le mira a los ojos, sonríe, quita su mano, se acaricia el pelo, se da media vuelta y se va.


Esteban está en la cocina con Rosa.

ESTEBANQué rico desayuno Rosa, gracias.

ROSANi falta hace que me des las gracias.

Rosa sonríe a Esteban y le acaricia cariñosamente el brazo. Entra Acacia.

ACACIABuenos días.

ROSANiña, buenos días.

Acacia sonríe a Rosa, mira a Esteban, él no la mira.

ACACIAEsteban, hoy sí salimos a montar. (Le mira, él sigue sin mirarla) ¿Verdad?

ESTEBANTengo mucho que hacer niña.

Rosa mira a Esteban y luego a Acacia, se da media vuelta y sale de la cocina. Esteban se levanta, se da media vuelta y camina hacia la puerta.

ACACIA¡Esteban! ¡Hoy salimos a montar!

Esteban está de espaldas a ella, no se gira.

ESTEBANNiña tengo...

Acacia le interrumpe.

ACACIAYa te oí Esteban, tienes mucho que hacer. Pero es una orden de mi mamá. (Duda un instante, empieza a caminar y al pasar al lado de EstebanAsí que salimos a montar.

Acacia sale de la cocina, Esteban la ve salir, y la sigue.


Acacia Esteban están montados en sus respectivos caballos, trotan el uno al lado del otro. Esteban mira al frente o a los campos, Acacia le mira a él.

ACACIAVayamos al lago.

ESTEBANMejor no niña Acacia, otro día.

ACACIA¿Otro día? Ah, ya sé, tienes mucho que hacer. (Mira a Esteban, él no lo mira.) Entonces, ¿a qué esperamos? Si tanto tienes que hacer, ¡volvamos ya!

ESTEBANCómo usted mande.

Acacia le mira enfadada, pone su caballo al galope y sale dirección a la casa. Esteban la sigue. Llegan a las caballerizas, Acacia se baja de su caballo, Esteban también. Él coge las riendas de las manos de ella, se rozan un instante, ella lo mira esperanzada, él no la mira, está con la mirada fija en su mano.

ACACIAEsteban, ¿qué tienes? ¿Te pasa algo conmigo?

Esteban levanta la vista, mira por primera vez a Acacia a los ojos.

ESTEBAN¿Con usted? ¿Qué me va a pasar a mí con usted niña?

Acacia le mira, sorprendida. Los ojos se le llenan de lágrimas.

ACACIA¡Eres un idiota! No sé porque te comportas así, pensé que tú y yo...

Acacia se da media vuelta y sale corriendo, las lágrimas resbalan por sus mejillas.

ESTEBANExacto Acacia, soy un idiota... Un idiota que (niega con la cabeza) bah, tonterías.

Esteban se va con los caballos a las caballerizas.


Acacia entra en la casa, va por el pasillo camino de su habitación, se tropieza con Manuel.

MANUELAci, ¿estás bien?

Acacia se seca las lágrimas.

ACACIAAy Manolo, ¿tú aquí? Sí, estoy bien.

MANUELPero si estás llorando, ¿qué tienes?

ACACIAEs una tontería Manolo, me asuste con el caballo... Sin más. (Sonríe a Manuel con una fingida sonrisa) Pero, ¿tú qué haces aquí? ¿viniste a verme?

MANUEL: Lo cierto es que no vine a verte precisamente.

ACACIA¿No?

Manuel sonríe, Acacia le agarra del brazo y ambos entran en el salón.

MANUELEn realidad estoy viviendo en la Benavente desde anoche Aci.

ACACIA: ¿Aquí? ¿Pero de qué hablas?

Manuel Acacia se sientan en el salón.

MANUELLo que oyes. Tengo muchos problemas con mi papá, ya sabes cómo es. (Coge la mano de AcaciaY mi madrina me dijo que podía venir a pasar una temporada aquí, espero que te parezca bien.

Acacia le da un golpecito en la mano.

ACACIAAy Manolo, por supuesto. (Le sonríe) Me cambio y nos vamos a pasear, ¿te parece? Así me cuentas cómo está todo con tu papá.

MANUELMe parece perfecto, aquí te espero.

Acacia se levanta del sofá, se dirige a su habitación. Manuel la mira y sonríe.


En el comedor de la Benavente, la comida acaba de terminar.

JUAN CARLOSBueno Manuel, yo espero que todo se solucione con Norberto. No es bueno que estés enfadado con tu papá.

MANUELYo lo sé Don Juan Carlos. Pero creo que va a ser bueno que yo esté aquí una temporada.

CRISTINAClaro que sí Manuel, hasta que las cosas se calmen. Esta es tu casa, ¿verdad Acacia?

ACACIAPor supuesto que esta es tu casa Manolo.

Cristina mira a Manuel y le sonríe, luego mira a Esteban y vuelve a mirar a Manuel.

CRISTINAHija por qué no sales ahora un rato con Manuel a pasear, o vayan a El Soto. Distráinganse.

MANUEL¡Qué buena idea madrina! Vamos Aci, ¿sí?

Acacia mira a Esteban que no la mira, observa la copa que sostiene entre las manos y que está apoyada en la mesa.

ACACIAEstá bien Manolo, vamos.

Acacia Manuel se levantan.

MANUEL: Con permiso.

ACACIACon permiso.

Manuel mira a Cristina, la guiña un ojo, ella sonríe cómplice. Esteban mira a Cristina, mientras Acacia y Manuel salen del salón.

ESTEBANCon permiso, yo también me retiro.

CRISTINAEstá bien Esteban. Luego nos vemos.

Esteban sale de la casa, llega al patio y ve a Acacia Manuel sentados en el banco de piedra hablando, se esconde detrás de una de las columnas y les observa. Manuel pone su mano en la pierna de Acacia, ella mira la mano, mira a Manuel, él le coloca la otra mano en el hombro y la besa en la boca. Esteban se enfurece, da media vuelta y se marcha.

Un poco más alejada, en el quicio de la puerta de la casa, Cristina mira a Acacia Manuel, los ve besarse.

CRISTINALo sabía...

Inhala, exhala profundo, sonríe y entra en la casa.

Acacia se separa de Manuel.

ACACIA¿Pero qué haces Manolo?

MANUEL: Aci yo.. Sabes que... Tú sabes que...

ACACIAManolo, tú y yo sólo somos amigos.

MANUEL: Pero Aci...

Acacia le interrumpe.

ACACIANo lo vuelvas a hacer Manolo, yo no te quiero, no así. Yo estoy... (Se queda callada)

MANUEL¿Tú estás qué Acacia?

Manuel la mira serio, Acacia se pone nerviosa.

ACACIAYo estoy muy bien así como estamos, como amigos.

Acacia se da media vuelta y entra en la casa, Manuel se queda sentado en el banco de piedra. Ve pasar a Luisa con una cesta de ropa.


Esteban vuelve a cruzar el patio, pasa al lado de Manuel que sigue sentado en el banco, escribiendo en su móvil. Va a su habitación, entra, da un portazo. Se dirige a su mesa, pega un puñetazo en ella. Respira entrecortado. Coge la silla y la tira al suelo, coge la lámpara de la mesilla y la tira al suelo, coge el libro que Acacia le regaló, lo mira un instante, lo tira al suelo; mientras grita de rabia.

Llaman a la puerta y entra el Rubio.

RUBIOCompadre. ¿qué pasó?

ESTEBANPasó qué soy un idiota Rubio.

Esteban golpea la pared.

RUBIOYa compadre, tranquilo (se acerca a Esteban¿Pues qué pasó? ¿Por qué andas así de furioso o qué?

ESTEBANYa te dije Rubio, pasó que soy un idiota.

Esteban va hacia la cama, se deja caer en ella, se sienta cabizbajo, pasa las manos alrededor de su pelo, las coloca detrás de la nuca, con los codos apoyados en las rodillas.

RUBIOTú lo que necesitas es un buen trago. ¡De esos que quitan las penas y aflojan la lengua!

Esteban levanta la mirada, mira al Rubio.

ESTEBAN¿Un buen trago? Aún tenemos que hacer.

RUBIOYa bueno, pero tú eres el capataz, ¿qué no? (Se ríe) No más decimos que estuvimos en las tierras allá lejos y no más.

Esteban levanta la mirada de nuevo.

ESTEBANVe a por la botella Rubio.


Acacia está en su habitación, da vueltas.

ACACIAAy, Manolo cuántas veces te tengo que decir que no. Espero que ahora sí lo entiendas... Pero, ¿por qué mi mamá te invitó a vivir aquí?... No bueno, ¿y Esteban? ¿Qué le pasa? Él y yo estábamos tan bien, nos llevábamos tan bien que yo pensé... Aaaa! (grita) ¿Y ahora esa actitud?

Llaman a la puerta, Acacia va a la puerta, abre el seguro y en el quicio está Manuel.

MANUELAci, ¿podemos hablar? ¿Puedo pasar?

Acacia se retira de la puerta.

ACACIAClaro, pasa.

Manuel se acerca a Acacia, están frente a frente a unos pasos.

MANUELQuería disculparme contigo Aci, me comporté como un tonto. No debí besarte a la fuerza...

Acacia le interrumpe.

ACACIANo, no debiste.

MANUELYa sé... Va, Aci perdóname (Le dedica una sonrisa tierna, pícara a la vez) Venga, no te enfades conmigo. Simplemente me dejé llevar. Te prometo que jamás volverá a pasar. (Se acerca a ella, le toma la mano) A menos que tú me lo pidas.

Acacia se echa a reír.

ACACIAAy Manolo, eres un caso.

Llaman a la puerta y entra Cristina. Mira a Acacia, luego a Manuel y después las manos de Manuel sujetando la de su hija. Acacia se da cuenta y suelta su mano.

ACACIA: Hola mamá. Manolo y yo estábamos hablando.

CRISTINAMe parece perfecto hija, muy bien. Pues entonces los dejo que sigan hablando.

Cristina se da media vuelta y sale de la habitación.

CRISTINAYo sabía que Manuel era lo que mi hija necesitaba.

Cristina se va sonriendo.


En la habitación de Esteban, el Rubio y él están cada uno con un vaso de tequila. Esteban sentado en la cama, el Rubio en la silla. En el suelo hay un par de botellas vacías, ambos están ebrios.

RUBIOVa compadre ya cuéntame, ¿qué te pasa pues? ¿Qué tú tienes roce con la niña Acacia? Pero roce del bueno, qué no.

ESTEBANNo... No... ¡No! Ningún roce bueno Rubio, ninguno.

RUBIOYa pues pero si están todo el día juntos, cuando no trabajas, pues con quién estás no más, pues con ella compadre.

ESTEBANNo Rubio... Me engañé... (Mira la copa) Yo no siento nada por Acacia.

RUBIOYa bueno pues, eso dices tú. Entonces por qué andaa así, ¿no más por qué sí?

Esteban se queda callado.

ESTEBANAndo así... Ando así por, por Cristina... Sí, eso es, por Cristina. ¡Por la patrona!

RUBIOAh pues sí compadre... La patrona quiere sus picotes con usted, eso lo ve este mero (Se golpea el pecho con el puño)

ESTEBANNo digas sandeces... Pero, ella es, Cristina es, es, es una mujer atractiva... Inteligente... Y con ella tendría una vida que jamás soñé.

RUBIOEso que ni qué compadre, ¡es la lotería hecha mujer! Don don don (se mueve en la silla imitando una campana) ¡Premio para el compadre! ¡Premiote!

El Rubio se ríe, Esteban sonríe y ambos beben.

ESTEBAN: Cristina... (Susurra)


Cristina entra al comedor, se dirige hacia Juan Carlos y Elena que ya están sentados a la mesa. Rosa sale de la cocina.

ROSASeñora, hoy Esteban no cenará con ustedes. Me pidió que le avisará. Y qué le disculpen, pues que no se siente bien.

CRISTINAGracias Rosa (Mira a Juan Carlos con cara de preocupación) ¿Qué tendrá Esteban? ¿Estará enfermo?


Esteban está en su habitación, acaba de ducharse y aún no se ha vestido. Recoge las botellas del suelo, llaman a la puerta, esconde las botellas en el armario y abre.

ESTEBAN: ¡Cristina!

Cristina entra en la habitación. No puede apartar los ojos de Esteban, en las manos lleva una bandeja.

CRISTINARosa me dijo que no te encontrabas bien, y pensé que te vendría bien cenar algo caliente. Ya verás que bien te sienta.

Esteban mira a Cristina y la bandeja.

ESTEBANMuchísimas gracias Cristina, no deberías haberte molestado.

CRISTINANo es ninguna molestia.

ESTEBANYa me perdonarás por no haber podido cenar con ustedes pero...

CRISTINANo te preocupes, ¿ya te encuentras mejor?

Esteban mira a Cristina a los ojos, sonríe.

ESTEBANAhora sí.

Cristina deja la bandeja encima de la mesa, pasa al lado de Esteban y se dirige a la puerta.

ESTEBAN: Cristina.

Cristina se da media vuelta, Esteban se acerca.

ESTEBAN¿Te gustaría montar a caballo conmigo? Mañana.

Cristina sonríe.

CRISTINAPor supuesto, me encantaría.

Esteban coge la mano de Cristina, se acerca lentamente a su mejilla, le da un beso, se acerca a su oído.

ESTEBANHasta mañana.

Esteban se separa de Cristina, le suelta la mano, ella sonríe.

CRISTINAHasta mañana Esteban.


En la mesa están sentados CristinaJuan CarlosElena Acacia, desayunando.

CRISTINA¿Y Manuel?

ACACIAManolo aún no se ha levantado, mamá.

JUAN CARLOSAy que ver cómo duerme ese chico.

CRISTINASi me disculpáis, me voy a cambiar de ropa.

ELENA¿A cambiar? Pues, ¿a dónde vas hija?

CRISTINASalgo a montar con Esteban.

Juan Carlos y Elena se miran.

JUAN CARLOSAh, qué bien hija.

Acacia no dice nada, Cristina se va.

ACACIA: Con permiso, yo también me retiro.

JUAN CARLOS¿A dónde vas mi hijita? Aún no terminaste de desayunar.

ACACIANo tengo hambre abuelito. Voy a pasear.

ELENAVe hija ve.

Acacia sale del comedor.


En las caballerizas Esteban está preparando los caballos. Llega Acacia.

ACACIA¡Esteban!

ESTEBANNiña Acacia.

ACACIADime por qué, ¿por qué sales a montar con mi mamá? Si eso es algo nuestro.

ESTEBAN¿Nuestro? No hay nada nuestro. (La mira) Porque yo sólo soy un peón, ¿no Acacia?

Acacia le mira, los ojos se le llenan de lágrimas, le tiembla la boca.

ACACIANo entiendo porqué me hablas así...

ESTEBANDiscúlpeme niña, no volveré a hablarle en ese tono. (Hace una pausa, mira al caballo) Y ahora, si me disculpa, tengo que terminar de preparar a los caballos (mira a Acaciapara salir a montar con su madre.

Esteban termina de preparar los caballos bajo la atenta mirada de Acacia, él no la mira. Acacia finalmente se da media vuelta y vuelve a la casa, Esteban la mira mientras se aleja.

ESTEBANAcacia...


Cristina sale de la casa y se dirige a las caballerizas. Esteban la espera de pie entre los dos caballos, sujetando las riendas de ambos.

ESTEBANCristina... (La mira a los ojos) Estás preciosa.

Cristina sonríe.

CRISTINAGracias Esteban.

Esteban ayuda a Cristina a subir al caballo, ella coloca sus manos sobre la silla, Esteban la coge de la cintura, Cristina se gira, solo un poco su cara, le mira, sus caras se quedan a poca distancia. Cristina cambia de postura y sube rápidamente al caballo. Esteban hace lo propio.


Acacia está en su habitación, sentada en la cama, abrazando sus piernas, con la cabeza agachada y llora desconsolada.

ACACIA¿Por qué me tratas así Esteban? ¿Por qué? (Levanta la cabeza y su cara denota sorpresa) ¿Me oirías hablar con mi mamá? Oh, Dios mio, tiene que ser eso, a ella es con la única con la que te he llamado peón. Oh Esteban (vuelve a hundir la cabeza entre sus piernas) es que no le puedo decir, si tú no me dices, si ni yo misma sé... Esteban, ¿por qué? Si yo, si yo... Oh Dios.

Llaman a la puerta.

ACACIAUn momento.

Acacia se levanta de la cama, se seca las lágrimas, se arregla un poco el pelo. Vuelven a llamar a la puerta.

ACACIAUn momento.

Acacia se mira en el espejo, se toca la cara, va hacia la puerta, la abre. Manuel está en el quicio de la puerta.

MANUELAci, ¿estás bien?

Acacia se da media vuelta y se dirige hacia el centro de la habitación, secándose las lágrimas que han vuelto a resbalarle por las mejillas. Manuel entra también, cierra la puerta.

MANUELVa Aci, ¿qué te pasa?

ACACIAAy nada Manolo (se da media vuelta y le mira) tengo un día triste, nada más. No me mires con esa cara, no ha pasado nada. En serio.

MANUELEstá bien Aci, pero si pasara algo me lo contarías, ¿verdad? Sabes que puedes confiar en mí.

ACACIALo sé Manolo... Gracias.

MANUELVenía a proponerte que fuéramos al lago, ¿qué te parece?

Acacia le mira triste.

ACACIAAl lago no Manolo, no quiero ir al lago.

MANUELPero, ¿por qué? Si es tu lugar favorito en la hacienda.

Acacia intenta sonreír.

ACACIANo me apetece, sin más. Pero, ¿podríamos pasear? Y después de comer ir a El Soto.

MANUELPerfecto, paseemos. ¡Vamos!

Acacia Manuel salen de la habitación.


Cristina Esteban vuelven a la casa, montado cada uno en su caballo. Van a un trote muy suave, mirándose el uno al otro, sonriendo. A lo lejos Cristina ve a Acacia pasear con Manuel.

CRISTINAAhí está mi hija.

Cristina mira a EstebanEsteban mira hacia donde está Acacia.

ESTEBANSí, está con el joven Manuel, ¿verdad?

CRISTINA: Sí. ¿Verdad que hacen una bonita pareja?

Esteban no mira a Cristina, sigue con la mirada fija en Acacia Manuel.

CRISTINASerán muy felices juntos, estoy segura.

Esteban no habla, sigue mirando a Acacia Manuel, unos segundos después mira a Cristina. Ella le sonríe, y él le devuelve la sonrisa.


En el salón de la BenaventeJuan Carlos está sentado en el sillón leyendo y Elena en el sofá bordando. Entra Cristina.

CRISTINAPapá, mamá. ¿Qué tal su mañana?

JUAN CARLOSHija, pues muy bien. Salimos a pasear y ahora estamos aquí tranquilos, ¿verdad mujer?

ELENASí mi viejito (Mira a Cristina¿Qué tal el paseo a caballo con Esteban hija?

CRISTINAMuy bien mamá. Maravilloso.

JUAN CARLOS¿Maravilloso? (Mira a Elena, luego a Cristina¿Hay algo qué nos quieras contar?

CRISTINAAy papá, de momento no hay nada qué contar. Pero cuando lo haya, lo haré bien rápido. (Se ríe) Me voy a cambiar que tengo muchos pendientes en el despacho.

Cristina sale del salón.

ELENA¿Qué piensas mi viejito? 

JUAN CARLOS: Lo mismo que tú querida, lo mismo que tú.


Cristina está en el despacho, sentada al escritorio, trabajando. Llaman a la puerta y entra Esteban.

ESTEBANCristina, ¿interrumpo?

CRISTINANo Esteban, para nada. ¿Pasa algo?

ESTEBANNo, no pasa nada. Sólo quería hablar contigo.

CRISTINA¿Algo relacionado con la hacienda?

Esteban se pone nervioso.

ESTEBANNo Cristina, no quiero hablar sobre la hacienda... Quiero hablar sobre... Sobre nosotros.

Cristina se levanta de la silla, camina hacia Esteban, deslizando suavemente la mano por el escritorio. Se para frente de Esteban, a un paso de él.

CRISTINA¿Sobre nosotros?

Esteban coge la mano de Cristina.

ESTEBANLo cierto es Cristina que (la mira a los ojos) disfruto cada momento que paso contigo, y si tú no...

Cristina se acerca a él, le interrumpe.

CRISTINAYo también disfruto cada momento que paso contigo.

ESTEBANCristina yo ya no quiero una relación sólo de trabajo contigo.

CRISTINAEsteban, yo tampoco.

Cristina apoya su otra mano en el pecho de Esteban, mira su mano, se acerca más a EstebanEsteban le pasa la mano por la cintura, lentamente, la acerca a su cuerpo, la besa.


Acacia entra en el salón con Manuel.

ACACIA¡Hola! Abuelito, abuelita.

Acacia se acerca a sus abuelos y les da un beso a cada uno.

MANUELBuenos días Don Juan Carlos, Doña Elena.

JUAN CARLOS¡Ay qué ver como duermes Manuel(Mira a Acacia¿Cómo estás mi hijita?

ACACIAMuy bien abuelo, ¿y mi mamá?

ELENAEn su despacho trabajando preciosa.

ACACIAVoy a hablar con ella.

Acacia se dirige al despacho, abre la puerta sin llamar, y se queda parada un instante, mira a Esteban agarrando la cintura de Cristina, a Cristina con los brazos alrededor del cuello de Esteban, acariciando su espalda. Los dos besándose. Acacia entra en el despacho.

ACACIA¡Mamá!

Esteban Cristina dejan de besarse, y se separan, pero Cristina coge la mano de Esteban.

CRISTINA¡Acacia! Hija, no quería que te enterarás así pero...

ACACIA¿Enterarme de qué? ¿¿De qué me tengo que enterar?? ¿¿¿De qué te vas besuqueando por ahí???

CRISTINA¡Acacia no me faltes al respeto! Soy tu madre.

ESTEBANAcacia...

Acacia le interrumpe, levanta su mano y le señala con el dedo índice.

ACACIA¡¡¡¡¡Tú te callas!!!!! ¡¡Tú no tienes nada que decir!! ¡¡¡¡¡Vete!!!!! ¡¡Vete de aquí y déjame sola con mi madre!!

Cristina mira a Esteban.

CRISTINAEsteban, por favor, déjame hablar con mi hija a solas.

ESTEBANEstá bien Cristina, como tú digas.

Esteban sale del despacho sin mirar a Acacia, cierra la puerta.

ACACIA¿¿¿Cómo has podido???

CRISTINADeja de gritarme Acacia, no me faltes al respeto así, soy tu madre y como tu madre me tienes que tratar.

Acacia respira profundo.

ACACIAEstá bien... (hace una pausa) mamá (marcando exageradamente las sílabas) Me explicas, por favor (vuelve a marcar mucho las silabas) ¿por qué estabas besándote con el capataz?

CRISTINATampoco es necesario que me hables en ese tono, y con esa burla, Acacia. No te lo voy a consentir. Y además, ten un poco de respeto por Esteban(Mira a Acacia, respira profundo) Esteban y yo hemos iniciado una relación, y quiero que sea el patrón de esta hacienda, y mi...

Acacia sorprendida le interrumpe.

ACACIA¡Aquí el único patrón de la Benavente es mi padre! ¡Y tú le estás faltando al respeto!

CRISTINAAcacia, hija, tu padre murió hace muchos años. ¿Acaso no tengo derecho a rehacer mi vida, a ser feliz?

ACACIANo con Esteban.

Acacia ha dejado de gritar, le tiembla la barbilla, mira furiosa a su madre.

CRISTINA¿Por qué no con él? ¿Por qué no? Explícame que es lo que te lleva a decir tan segura que no es Esteban el hombre con el que tengo que rehacer mi vida, explícame porque no puedo ser feliz con el hombre al que amo.

ACACIA¿Al que amas?

CRISTINASí Acacia, amo a Esteban desde hace mucho tiempo. Pero por miedo, por pudor, por guardar un luto eterno a tu padre no me estaba dando esta oportunidad. Tienes que entenderme Acacia, por favor.

ACACIATú puede que lo ames mamá, pero él, pero él... Él no está contigo por amor, está contigo por dinero. ¡Está contigo porque quiere quedarse con todo lo tuyo!

Cristina le da una bofetada a Acacia, la mira con los ojos llorosos.

CRISTINA¿Tan poco valoras a tu madre como mujer? ¿Tan poco la valoras que crees que un hombre sólo estaría con ella por lo que tiene y no por lo que es?

Acacia tiene la mano en la mejilla, mira a su madre furiosa, las lágrimas empiezan a resbalarle por las mejillas.

ACACIASi te casas con él, os haré la vida imposible.

Acacia sale furiosa del despacho, Cristina se apoya sobre el respaldo de una silla y llora.


Acacia va a las caballerizas y coge uno de los caballos ensillados. Se dirige a uno de los peones.

ACACIA¿Dónde está Esteban?

El peón la mira extrañado.

ACACIAPregunté que dónde está Esteban.

PEÓNSí niña, la escuche.

ACACIA: ¿Y bien?

PEÓNEstá en las tierras del norte, donde el algodón. Quería revisar...

Acacia ya se ha montado en su caballo y sale al galope.


Esteban está al lado de su caballo, mirando las tierras.

ESTEBANVoy a ser muy feliz con Cristina. La quiero. Y es una mujer maravillosa. (Se pasa la mano por el pelo) ¿Y Acacia? Y Acacia.

ACACIA¡Esteban!

Esteban se da media vuelta y ve a Acacia desmontándose de su caballo. Se dirige a él.

ESTEBANCreí que estabas hablando con tu madre.

ACACIAYa lo hice. Y ahora quiero hablar contigo.

ESTEBANSerá mejor que hablemos cuando esté tu madre.

ACACIA¿Por qué? Lo que quiero hablar contigo no es algo que quiera hablar con mi madre.

ESTEBANSupongo que es sobre mi relación con ella.

ACACIANo Esteban, quiero que me digas... (Las lágrimas empiezan a resbalarle por las mejillas) Quiero que me digas... Quiero que me digas por qué con ella, ¿por qué?

ESTEBANPorqué la quiero.

Acacia le mira atónita, dolida, desesperada.

ACACIA¿Y yo? (Las lágrimas resbalan por sus mejillas sin control) ¿Qué sientes por mí?

Esteban la mira, pero no dice nada.

ACACIADime, ¿qué sientes por mí? ¡¡¡Dímelo!!!

ESTEBANSienta lo que sienta por ti, tú eres una niña de dieciocho años y yo un hombre de treinta.


Cristina está en el despacho, con las manos apoyadas en el respaldo de la silla. Entran Juan Carlos y Elena.

JUAN CARLOSMi hija, ¿qué pasó? ¿Qué gritos eran esos?

Cristina les mira.

CRISTINAAcacia nos sorprendió a Esteban y a mí... Besándonos.

JUAN CARLOSAh, ya entiendo.

ELENA¿Y sólo era eso, un beso?

CRISTINANo mamá, Esteban y yo hemos empezado una relación. (Solloza) Y mi hija no lo acepta.

Juan Carlos se acerca a Cristina, pasa su mano por encima de su hombro.

JUAN CARLOSNo te preocupes, mi hija, yo hablaré con mi nieta y todo se solucionará. (Coge con la otra mano la barbilla de CristinaYa verás.

CRISTINAY a vosotros, ¿os parece bien?

ELENAClaro que sí mi vida, ya es hora de que rehagas tu vida. Además Esteban es un buen hombre.

JUAN CARLOSSí que lo es mi hija, es un buen hombre. 


En el campo, Acacia mira a Esteban inundada en llanto. Esteban tiene los ojos llorosos, pero el rostro impasible.

ACACIA: ¿Qué sientes por mí?

ESTEBANBasta Acacia.

Acacia se acerca a él y le da una bofetada.

ACACIA¿¿Qué sientes por mí??

ESTEBANBasta ya Acacia.

Acacia abofetea nuevamente a Esteban, se acerca más a él, le da puñetazos en el pecho.

ACACIA¿Qué sientes por mí? ¿Qué sientes por mí? (Le sigue golpeando) ¿Qué sientes por mí? ¿Qué? ¿Qué?

Esteban coge las manos de Acacia, la mira a los ojos, los dos respiran entrecortados. Esteban suelta la mano derecha, la desliza por la cintura de AcaciaAcacia acerca su cuerpo al de él, se besan apasionadamente. Ella le agarra con fuerza paseando sus manos por la espalda de él, él la agarra por la cintura con la mano derecha mientras con la izquierda acaricia su espalda, acaricia su nuca, coge su pelo. Se besan apasionadamente, cuando en un instante Esteban para, se separa de Acacia, se coge del pelo, da vueltas sobre sí mismo, va de un lado para otro.

ESTEBANAcacia, no debió pasar, ésto no va a volver a pasar. Perdóname. Lo siento. (Respira entrecortado) De verdad, perdóname. Yo, yo, yo quiero a tu madre. La quiero y quiero tener un futuro con ella. Lo siento. (La mira por primera vez) ¡Perdóname!

Esteban se lleva las manos a la cara, Acacia le mira asombrada.

ACACIAMe acabas de besar. Me acabas de besar con tantísima pasión, ¿y lo único qué me dices es que lo sientes? (Se acerca a Esteban, le da una bofetada, le mira furiosa, le da otra bofetada) ¿¿¿Y qué quieres a mi madre??? ¡¡¡No tienes vergüenza Esteban!!! Eres un cínico, un descarado, un manipulador. Pero te juro, óyeme bien, te juro que ésto no quedará así. (Se seca las lágrimas que le resbalan por las mejillas) Le demostraré a mi madre que eres el peor de los hombres, porque eso es lo que eres, el peor de los hombres, el más manipulador, el más, el más mezquino. Te odio tanto Esteban.

Esteban la mira furioso.

ESTEBAN¿Cuál es el verdadero problema Acacia? ¿Qué eres una niña caprichosa y no has podido conseguir tu último capricho?

ACACIA¡Tú me besaste! ¡Fuiste tú!

ESTEBAN¿Fui yo? ¿O fuimos los dos Acacia?

ACACIANo descansaré hasta que desaparezcas de la vida de mi madre y de esta hacienda, eso ni lo dudes.

Acacia se da media vuelta y monta en su caballo, y sale al galope hacia la casa. Esteban la mira un instante, pero enseguida monta en su caballo.

ESTEBAN¡Niña caprichosa! Yo también te odio.


Dos meses después.

Acacia está en su habitación, sentada en su cama leyendo. Llaman a la puerta y entra Manuel.

MANUELAci, ¿estás ocupada? ¿Podemos hablar?

ACACIAClaro Manolo, pasa.

Acacia cierra el libro y se acomoda en la cama, Manuel se sienta en el borde.

ACACIATú dirás.

MANUELAci, estoy preocupado con la actitud que estás tomando. Mira, yo entiendo que estás disgustada por la relación de tu madre con Esteban, pero llevas dos meses que no quieres comer en la mesa con tu familia, que discutes con él cada vez que te lo cruzas, que apenas hablas con tu madre... Y no estás consiguiendo nada, sino más bien todo lo contrario.

ACACIA¿Qué quieres decir con todo lo contrario?

MANUELQuiero decir que la relación entre Esteban y tu madre cada vez se consolida más, y que deberías...

Acacia le interrumpe.

ACACIAManolo, ya te he explicado una y mil veces lo que pienso de esa relación.

MANUELLo sé Acacia, pero si lo que quieres es demostrar a tu madre que Esteban sólo está con ella por interés, no lo lograrás desde esta habitación.

Acacia mira a Manuel, le dedica una medio sonrisa.

ACACIA¿Sabes qué Manolo? Qué tienes razón. Debo estar ahí día a día para demostrarle a mi madre la realidad, que Esteban no la quiere. (Se levanta de la cama) ¿Vamos a cenar?

Manuel mira a Acacia, le sonríe, se levanta de la cama, se pone a su lado y le tiende el brazo, que ella agarra, y juntos salen de la habitación.


En el comedor Juan Carlos y Elena ya están sentados a la mesa, del despacho salen agarrados de la mano Esteban Cristina, y a su vez, Acacia agarrada del brazo de Manuel.

JUAN CARLOS: ¡Mi hijita! ¡Qué alegría!

ELENASí preciosa, por fin cambiaste de actitud.

CRISTINAAcacia hija eso significa que... (mientras se acerca a Acacia)

Acacia mira seria a Cristina, la interrumpe.

ACACIAEso significa que esta también es mi casa y que quiero cenar con mi familia.

Cristina besa a Acacia.

CRISTINAPor lo que sea hija, pero qué bien que estás aquí.

Acacia Manuel se dirigen a sus respectivos lugares en la mesa, Cristina Esteban hacen lo propio.

CRISTINANo Esteban, desde hoy quiero que tú presidas la mesa, siempre mi vida.

ESTEBAN¿Estás segura mi amor? Aún no... (Le sonríe a Cristina y le da un pequeño beso en los labios)

Acacia les mira atónita.

ACACIAMamá, ¿por qué le cedes ese sitio a Esteban? Ese es el sitio del patrón de la Benavente(Mira a EstebanY como mi papá ya no está (vuelve a mirar a Cristinaese sitio lo ocupas tú.

CRISTINABueno hija, en realidad (coge a Esteban de la mano) Esteban va a ser el nuevo patrón de la Benavente. Nos vamos a casar.

ELENA¡Ay hija que alegría!

JUAN CARLOSCristinaEsteban, qué maravilla.

Elena Juan Carlos se levantan de sus sillas y van a abrazar a Esteban CristinaManuel sigue impasible, Acacia sentada a su lado mira la escena atónita.

ACACIA¿¿¿Qué te vas a casar??? Mamá dime que esto es una broma, dime que no te has dejado embaucar por este.

Acacia se levanta de su silla.

ACACIANo me lo puedo creer mamá, te creía más inteligente, muchísimo más inteligente.

CRISTINA¡¡Acacia estoy harta de que me faltes al respeto!!

Acacia se marcha apresuradamente a su habitación.

CRISTINAAcacia, ¡ven aquí! (Mira a EstebanVoy a hablar con ella.

Esteban le agarra de las manos, le da un beso.

ESTEBANDéjame a mí, ¿sí mi amor? Un último intento para explicarle y hacerle entender cuanto te quiero.

CRISTINAEstá bien mi vida. Inténtalo. Aunque no sé si servirá.


Acacia está en su habitación, da vueltas furiosa.

ACACIANo me puedo creer que se vaya a casar con él. ¿Por qué con él? ¿Por qué? Él sólo está con ella por interés, yo lo sé, yo lo sé. Claro que sí, porque él, porque él... No la quiere, no la quiere, no la quiere.

Llaman a la puerta, Esteban entra.

ACACIA¿Qué haces aquí? ¡¡¡Fuera inmediatamente!!! ¡¡¡Fuera!!! Vamos, lárgate. ¡¡Lárgate!!

ESTEBAN¡Acacia deja de comportarte como un niña malcriada! (Acacia le mira atónita) Me voy a casar con tu madre porque la quiero, porque es la mujer que me va a dar estabilidad, amor, cariño, comprensión. No me caso con ella por ningún otro motivo.

ACACIA¿La quieres? ¿De verdad la quieres? Entonces, ¿por qué me besaste?

ESTEBANAquél beso fue, fue un arrebato, fue un impulso, me dejé llevar. Pero jamás volverá pasar, en aquel instante te lo dije y lo he cumplido, y lo seguiré cumpliendo.

ACACIAPero me besaste.

Acacia Esteban se miran, sus respiraciones entrecortadas, empiezan a acercarse, lento, casi imperceptiblemente. Llaman a la puerta y entra CristinaEsteban se da media vuelta y va hacia ella.

ESTEBANMi amor, intentaba explicarle a Acacia que te quiero pero...

CRISTINAPero no lo quiere entender. (Se acercan a AcaciaCristina la mira) Acacia se acabó. No voy a aguantar una sola rabieta más, un solo berrinche, una sola actitud de niña caprichosa y mimada. (Acacia abre la boca para  hablar) Una más Acacia y tomaré medidas. Medidas que aunque me duela tomarlas, puede que sean la última solución. Cambia de actitud, no te lo advierto más. Yo sólo quiero que seamos una familia Acacia, ¿tanto te pido?

Acacia le resbalan las lágrimas por las mejillas. Cristina se dirige hacia la puerta, Esteban se queda quieto en frente de Acacia, mirándola, y ella a él.

ACACIATe odio... (Susurra)

ESTEBANYo también te odio... (Susurra)

CRISTINA¿Mi vida?

Esteban se da media vuelta y se dirige hacia la puerta.

ESTEBANVamos mi amor.

Esteban cierra la puerta de la habitación de Acacia, ésta coge un cojín del sillón y lo tira a la puerta.

ACACIA¡¡¡Te odio!!!

Acacia se sienta en el suelo, apoya las manos en la cara y llora desconsolada.


Acacia está en su habitación, sentada en medio de la cama. Le cae alguna lágrima mientras mira las fotos que tiene extendidas por la cama. Coge una de ellas, la toca, la mira.

ACACIAPapá, si no te hubieras ido, si aún estuvieras aquí... Nada de ésto estaría pasando, nada. Mi mamá no se casaría con Esteban, y seríamos tan felices, y estaríamos tan unidas como siempre. (Acaricia con el dedo indice el rostro de su padre) ¿Por qué se casa con él papá? ¿Por qué si yo le he pedido que no lo haga? Ella no debe estar con él, no debe...

Llaman a la puerta, Acacia la mira. Vuelven a llamar.

ACACIAAdelante.

Juan Carlos entra en la habitación.

JUAN CARLOSMi hijita, ¿puedo pasar?

ACACIAClaro que sí abuelo.

Juan Carlos se acerca a la cama de Acacia, se sienta a su lado.

JUAN CARLOSMi hijita, ya es hora de que cambies de actitud. No sé que te pasa, no lo entiendo, pero sea lo que sea así no puedes seguir, así no podemos seguir.

ACACIAYo no quiero que mi mamá se case con Esteban, no estoy de acuerdo abuelo.

JUAN CARLOSYa sé mi hijita, ya sé. Pero es decisión de tu madre, y como tal, se la tienes que respetar.

Llaman a la puerta, entra Cristina.

CRISTINAPapá, no sabía que estabas aquí.

JUAN CARLOSSí hija, vine a hablar con mi nieta, pero ya las dejo solas. (Se acerca a Acacia, le da un beso) Piensa lo que hablamos, ¿sí?

Acacia asiente con la cabeza. Juan Carlos pasa al lado de Cristina y apoya su mano en su hombro. Cristina le sonríe levemente. Juan Carlos cierra la puerta de habitación mientras Cristina se sienta en la cama, al lado de Acacia.

CRISTINA¿Ya estás más tranquila?

ACACIASí mamá. Perdóname por haber sido tan grosera contigo.

CRISTINAAcacia no me gusta que estemos así, eres mi hija y te quiero. Pero no puedes pedirme que renuncie a mi futuro por ti, que renuncie al hombre al que amo.

ACACIAMamá él sólo está contigo por interés, no ves...

Cristina le interrumpe.

CRISTINA¡Basta Acacia! (Se levanta de la cama) Esteban y yo nos casamos el próximo sábado, espero que te comportes como debes. Espero que me acompañes, eres mi hija.

Acacia mira a su madre sorprendida, Cristina se dirige hacia la puerta.

ACACIAPero mamá...

Cristina se va. Acacia intenta evitarlo, pero finalmente rompe en llanto.


En la Benavente todo está dispuesto para la boda, en el patio han colocado una mesa con un gran mantel blanco que la cubre, dos floreros con flores silvestres. Unas pocas sillas dispuestas en frente de la mesa, unas pequeñas antorchas alrededor, algunas plantas, todo muy sencillo. Los invitados esperan, llegan Esteban y Cristina cogidos de la mano, él con unos pantalones beig y una camisa blanca, ella con un sencillo vestido blanco, largo. Caminan juntos, saludando a medida que se acercan a la mesa.

JUEZ¿Estamos listos?

ESTEBANSí señor juez.

Mira a Cristina, sonríe. Cristina mira a su alrededor, mira a Elena que está a su lado que niega con la cabeza, Cristina suspira, mira a Esteban y le sonríe.

CRISTINAEstamos listos.

JUEZMuy bien, celebremos un matrimonio entonces.


Acacia sale de su habitación, camina por el pasillo y se dirige hacia el patio, dónde Cristina y Esteban se están casando. Lleva un vestido blanco, corto. Llega al patio y se coloca al lado de su madre, un poco alejada, sin acercase.

JUEZY yo le pregunto señor Esteban Domínguez Parra, si es su voluntad unirse en matrimonio civil con la señora Cristina Maldonado Reyes.

Esteban mira a Cristina, y ve a Acacia. Durante unos segundos se queda callado, mirando a Acacia.

CRISTINA¿Mi vida?

Esteban mira de nuevo a Cristina.

ESTEBANSí, por supuesto, claro que sí señor juez.

JUEZY ahora le pregunto a usted señora Cristina Maldonado Reyes, si es su voluntad unirse en matrimonio civil con el señor Esteban Domínguez Parra.

CRISTINASí, lo es.

Acacia se da media vuelta y entra en la casa. Manuel la sigue.

MANUELAci, ¿vestida de blanco?

Acacia y Manuel entran al salón.

ACACIAUn color como otro cualquier otro Manolo.

MANUELPero en la boda de tu madre, mala elección, ¿no?

ACACIAPara mi esta boda es una farsa, mi madre se está casando con un oportunista, así que no le debo ningún respeto a esta boda.

MANUELVenga Aci, salgamos fuera.

ACACIANo tengo ganas de celebrar... esto.

MANUELNo celebremos, pero muestra tu disconformidad comiendo y bailando. (La sonríe) Va venga, Aci, vamos a divertirnos.

Acacia sonríe.

ACACIASí, tienes razón, divirtámonos.

Acacia y Manuel vuelven a salir al patio, Cristina ve a su hija y se dirige a ella.

CRISTINAAcacia acompáñame al despacho. Ahora.


En el despacho, Acacia está de pie, mirando a Cristina, que cierra la puerta.

CRISTINAMaravilloso por tu parte presentarte en la boda de tu madre vestida de blanco. (Acacia va a contestar) No, Acacia, ahora hablo yo. Me voy dos semanas de luna de miel con Esteban. Dos semanas que puedes aprovechar para aceptar esta nueva situación o para decidir qué quieres hacer, irte al DF, al extranjero, a dónde tú quieras. No te faltará de nada. Pero si decides quedarte, te quedas con todas las consecuencias, y eso incluye no volver a faltarme el respeto nunca más y tenerle la consideración debida a Esteban. ¿Entendido?

Acacia mira a su madre, está inmóvil.

CRISTINAAcacia te hice una pregunta, ¿está entendido o no está entendido?

ACACIAEstá entendido, mamá.

CRISTINAAhora yo me voy a disfrutar de mi boda, y espero que mi hija la disfrute conmigo.

Cristina sale del despacho, Acacia mira la puerta, las lágrimas resbalan por sus mejillas.


Dos semanas después.

Un coche se detiene en la entrada de la Benavente, Esteban se baja de él y ayuda a Cristina a hacer lo propio. Se agarran por la cintura, se miran sonrientes, Esteban le da un beso a Cristina, un tierno beso en los labios. Rosa sale a recibirles.

ROSAPatrones, ¡qué alegría! ¿Cómo les fue?

CRISTINAMuy bien Rosa, pasamos unos días maravillosos. ¿Verdad mi vida?

ESTEBANAsí es. Sencillamente maravillosos.

CRISTINA¿Y mis papas? ¿Y mi hija? ¿Dónde está mi hija, Rosa?

ROSA: Está en la sala con el joven Manuel y otro amigo.

CRISTINAGracias Rosa.


Esteban y Cristina entran el salón, Acacia los ve, se levanta del sofá y se acerca a su madre.

ACACIA¡Mamá! Qué alegría verte. (Mira a EstebanHola Esteban.

ESTEBANHola Acacia.

MANUELMadrina, Esteban, bienvenidos.

CRISTINAGracias ahijado.

Esteban le dedica un asentimiento de cabeza.

ACACIAMira mamá este es Juan (señalando a un chico sentado en el sofá y que se pone de pie) fuimos juntos a la prepa y bueno ahora (se acerca a Juan, le coge de la mano) y ahora salimos juntos.

Esteban se queda petrificado, mira a Juan, luego a Acacia. Ella le mira fijamente. Cristina sonríe.

CRISTINAEncantada Juan.

Juan se acerca a Cristina, le da un beso.

JUANEncantado señora. (Se dirige a Esteban, le tiende la mano) Encantado señor.

Esteban le estrecha la mano, sin apartar los ojos de Acacia.


Acacia entra en la casa, viene de despedir a Juan en el patio. En el pasillo la espera Esteban.

ESTEBAN¿Por qué sales con ese niñato?

Acacia le mira, le sonríe.

ACACIAPorque yo también soy una niñata, ¿no Esteban?

Acacia sigue caminando hacia su habitación, Esteban la mira.


Tres semanas después.

Esteban da vueltas por la terraza de la casa, se le nota inquieto, mira continuamente a la entrada, cuando ve que un coche entra se esconde detrás de una de las columnas. Del coche baja Juan que ayuda a Acacia, le da un tierno beso en los labios y Acacia entra en la casa. Antes de que Juan entre de nuevo en el coche, Esteban sale de detrás de la columna y se dirige a él. Le coge por la cara con una mano y con la otra le agarra del cuello.

JUAN¡Esteban! ¿Qué haces? ¿Qué te pasa?

Esteban le acerca más a él.

ESTEBANO te alejas de Acacia o te mato. (Lo separa de él, lo vuelve a acercar) Te lo juro.

Esteban aparta a Juan de un empujón, y éste cae al suelo.

ESTEBANY como le cuentes algo de esto a Acacia o a quien sea, te mato (Saca una pistola de la parte trasera de su cinturón) ¡Ahora largo de aquí!


Esteban llega a la recamara, Cristina le está esperando en la cama.

ESTEBANNo entiendo como dejas que tu hija salga con imbéciles.

Cristina le mira seria.

CRISTINAEsteban, los imbéciles con los que salga mi hija, no son asunto tuyo.


Cristina y Esteban están en el despacho.

ESTEBANCristina, hay que ver que hacemos con la cosecha de algodón. No creo que sea buena idea vender toda a un mismo cliente.

CRISTINAYa veré lo que hago Esteban, tú no te preocupes.

ESTEBAN: ¿Cómo no me voy a preocupar? Claro que me preocupo. Todo lo que tenga que ver con la Benavente me preocupa.

CRISTINAPues no deberías. He manejado la venta de algodón hasta ahora yo sola, igual que todo lo demás, y así seguirá siendo.

Esteban la mira serio.

ESTEBAN: Pero mi amor, yo quiero involucrarme en el manejo de la hacienda.

CRISTINA: Y ya lo haces mi vida.

ESTEBANPero quiero involucrarme más, tomar las decisiones contigo.

CRISTINANo es necesario mi vida. Tus responsabilidades y las mías no tienen porque variar, por mucho que ahora estemos casados.

Esteban se acerca a Cristina, la toma de las manos.

ESTEBANPero mi amor, yo quiero superarme, estudiar. Y tú misma dijiste que yo soy ahora el patrón.

Cristina se acerca a Esteban, le da un beso en los labios, le sonríe.

CRISTINAMi vida, tú serás el patrón, pero la mera mera, la patrona de la Benavente soy yo.

Esteban se separa de Cristina, la mira enfadado.

ESTEBAN¿Qué dijiste? ¡Me menosprecias Cristina! Me estás haciendo de menos con tus comentarios. ¿No te das cuenta? Yo sólo quiero ocupar el lugar del patrón, el lugar que me corresponde por haberme casado contigo.

Cristina le mira seria.

CRISTINAYo no te menosprecio mi vida, sólo te aclaro como son y serán las cosas.

Esteban se va furioso del despacho.


En las caballerizas, Acacia está acompañada de un muchacho, hablan animados mientras uno de los peones les prepara los caballos. Llega Esteban.

ESTEBAN¿Y éste quién es?

Acacia le mira, sonríe.

ACACIAÉste (dice con rentintín) es Daniel, un amigo. (Mira a DanielDaniel, él es Esteban (mira a Estebanel marido de mi madre.

Daniel extiende la mano.

DANIELEncantado.

Esteban se acerca a Daniel.

ESTEBANYa te estás alejando de ella... (Se acerca más) O atente a las consecuencias.

Daniel lo mira atónito.

DANIEL¿Cómo dijo?

Esteban coge uno de los caballos que el peón ya ha terminado de preparar, se monta en él y sale al galope. Acacia mira a Daniel.

ACACIAVoy a ir a hablar con él. Espérame.

Acacia coge el otro caballo y sale al galope detrás de Esteban.


Esteban llega al lago, se baja del caballo, lo ata en un árbol y se dirige a la orilla. Se queda quieto mirando el agua. Llega Acacia, desmonta y se acerca a él, le coge por el brazo.

ACACIA¿Por qué te comportas así? Eres un idiota Esteban, un idiota. No quiero que vuelvas a tratar así a ninguno de mis amigos. ¿Entendiste? ¡Basta! ¡Ni una más!

Esteban la mira, furioso, respira entrecortado.

ESTEBANSales con niñatos Acacia, ¡con niñatos!

ACACIA¡Basta Esteban! Con quién yo salga no es de tu incumbencia, no es asunto tuyo. 

ESTEBAN¡Claro que lo es! ¡Por supuesto que lo es!

Esteban se acerca a Acacia, ella le da una bofetada.

ACACIA¡No lo es!

Esteban se acerca más a ella. Acacia lo mira, se acerca, él se separa. Ella le mira, respira entrecortada, él también, ella le toca la cara con la mano delicadamente, él la mira, la agarra de la cintura y la besa. Es un beso corto pero apasionado. Esteban se separa.

ESTEBANPerdóname, no debí besarte. Fue un error, un terrible error.

Acacia le mira furiosa, le da una bofetada. Él se pone la mano en la cara, se ríe.

ESTEBANComo que se te está haciendo costumbre Acacia.

ACACIA¡Te odio Esteban!

Acacia se dirige a su caballo, Esteban la mira.

ESTEBANYo también te odio...


Tres días después.

Cristina y Esteban están en el salón, sentados en el sofá.

CRISTINAMi vida, no puedes seguir molesto conmigo.

Cristina le coge la mano, y con la otra le toca la cara a Esteban.

ESTEBANNo estoy molesto Cristina, estoy dolido. No entiendo porque no me das mi lugar en la hacienda como lo que soy, el patrón.

CRISTINA: Por supuesto que te lo doy, pero eso no significa que tú vayas a manejar esta hacienda. Desde que murió el padre de Acacia yo me encargué de todo lo relacionado con la Benavente, y ha ido bien.

ESTEBANYo te ayudé.

CRISTINAPor supuesto mi vida, (le dedica una leve sonrisa) me ayudaste como lo que eras, el capataz. Y ahora me ayudarás en mis decisiones, en el día a día de la hacienda, como lo que eres, mi marido.

ESTEBANNo estoy de acuerdo Cristina, no estoy de acuerdo con ésto que me ofreces.

CRISTINA¿No estás de acuerdo con que te ofrezca mi amor incondicional? ¿Mi día a día? ¿Mis alegrías? ¿Qué más quieres Esteban?

Esteban la mira a los ojos, se acerca a ella y le da un beso.

ESTEBANYo te quiero Cristina.

Acacia entra en el salón.

ACACIA: ¿Interrumpo?

Acacia mira furiosa a Esteban, luego mira a Cristina, tiene los ojos inundados en lágrimas.

CRISTINAClaro que no hija. (Se levanta) ¿Ha pasado algo?

ACACIAAy mamá (Abraza a CristinaEs horrible, horrible. (Llora, se separa de Cristina¡Han encontrado  muerto a Daniel!

CRISTINA: ¿Cómo dices?

ACACIASí mamá, en el camino hacia El Soto. Le habían golpeado mamá, y está muerto.

CRISTINAPero por Dios, ¿quién habrá sido?

Acacia mira fijamente a Esteban, él la mira a ella.

ACACIANo sé mamá, ¿quién sería capaz de algo semejante? ¿Y por qué?


Acacia y Manuel están en el patio, sentados en el banco de piedra, llega un coche a la Benavente, de él se baja un muchacho.

ACACIA¡Rodrigo! Pero, ¿qué haces aquí? ¿No estabas en España?

Acacia y Rodrigo se dan un sincero abrazo. Él la levanta del suelo.

ACACIA¡Acacia! (La baja al suelo y le da un beso en la mejilla) Regresé ayer a México, y lo primero que quise fue venir a verte.

Manuel se acerca a ellos.

MANUEL: Rodrigo, ¿cómo estás? Cuánto tiempo.

Manuel y Rodrigo se dan la mano con cierta indiferencia.

RODRIGO: ¿Cómo estás Manuel? Gusto verte. (Se dirige a Acacia) Bueno Acacia, ¿pasamos el día en el lago? Tengo mucho que contarte. Y tengo muchas ganas de estar contigo.

ACACIA: Claro que sí Rodrigo, me encantaría pasar la tarde contigo.

El teléfono de Rodrigo suena, lo coge, mira la pantalla.

RODRIGO: Si me disculpáis, es mi papá.

ACACIA: Claro, adelante. Saluda a tu papá de mi parte, ¿quieres?

Rodrigo sonríe a Acacia y se aleja para hablar.

MANUEL: ¿Por qué Acacia? ¿Por qué?

Acacia le mira extrañada.

ACACIA: ¿Por qué qué Manolo? ¿De qué hablas?

MANUEL: ¿Por qué sales con todos estos imbéciles y no conmigo que te quiero tanto? Que te amo tanto.

ACACIA: Manolo, yo...

Esteban llega en ese momento.

ESTEBAN: ¡Manuel! ¿Ya estás perdiendo el tiempo? Deberías estar trabajando.

MANUEL: Esteban sólo estaba descansando un rato. Hablando con Acacia.

ESTEBAN: ¿Descansando? Descansado es tu estado normal. Vamos, ¡a trabajar! ¡¡¡Ya!!!

Rodrigo regresa.

RODRIGO: Bueno Acacia, ¿nos vamos?

Esteban mira a Rodrigo con desconfianza.

ESTEBAN: ¿Y tú quién diablos eres?

Rodrigo se acerca a él. En ese momento sale Cristina de la casa.

CRISTINA: ¡Rodrigo! Pero que alegría, te hacía en España.

Cristina se acerca a Rodrigo, le da un beso. Mira a Esteban.

CRISTINA: Mi vida él es Rodrigo, el hijo de Montserrat y Fausto.

Rodrigo alarga la mano para saludar a Esteban, él no se mueve.

CRISTINA: ¿Mi vida?

ESTEBAN: Sí perdona, Rodrigo, encantado.

Rodrigo y Esteban se dan un apretón de manos.

ACACIA: Mamá, Rodrigo y yo nos vamos al lago, ¿te parece bien?

Acacia se acerca a Cristina, le coge del brazo.

CRISTINA: Por supuesto que sí hija, disfrutad de la tarde.

Esteban mira a Manuel.

ESTEBAN: ¿Yo a ti no te he dicho que te vayas a trabajar?

Manuel mira furioso a Esteban.

MANUEL: Sí claro, si me disculpáis.

Manuel se  marcha. Cristina se acerca a Rodrigo, le da un beso.

CRISTINA: Yo también me retiro, tengo muchos pendientes. Me ha encantado verte Rodrigo, espero que vengas más seguido a visitarnos.

Rodrigo mira a Acacia, le guiña un ojo y mira a Cristina.

RODRIGO: Eso seguro Cristina.

ACACIA: Rodrigo espérame, ¿sí? Voy a cambiarme de ropa, no me tardo.

RODRIGO: Claro Acacia, aquí te espero.

Acacia se acerca a Rodrigo y le besa en la mejilla, le sonríe. Pasa al lado de Esteban.

ACACIA: Esteban.

Acacia se marcha, Rodrigo y Esteban se quedan solos.

ESTEBAN: Voy a decirte ésto rápido y claro. Quiero que te alejes de Acacia.

RODRIGO: ¿Disculpa?

ESTEBAN: ¿Estás sordo o eres tonto o te lo haces? Te he dicho que quiero que te alejes de Acacia, quiero que no vuelvas a poner un pie en mi casa. ¿Te quedó claro?

Rodrigo le mira atónito, luego sonríe levemente.

RODRIGO: Ya me perdonarás Esteban, pero mientras Acacia quiera que venga a visitarla, así lo haré. Y mientras Cristina, la dueña de esta hacienda, me lo permita, así será.

Esteban le mira furioso, se le acerca.

ESTEBAN: Luego no digas que no te lo advertí. Y pobre de ti como le digas algo a Acacia, a Cristina o a tus padres.

Esteban se aleja.


Es de noche en la Benavente, Esteban y el Rubio están sentados en el banco de piedra del patio.

RUBIO: Compadre, ¿y qué tal la vida de casado?

ESTEBAN: Bien Rubio, Cristina es una gran mujer.

RUBIO: ¿Seguro compadre?

ESTEBAN: Por supuesto que sí Rubio.

RUBIO: ¿Y que hay de tus quehaberes con la niña Acacia?

ESTEBAN: ¡Ya estás con tus majaderías Rubio!

RUBIO: Pos tú dirás lo que quieras, pero en el pueblo ya se dice, y si se dice, pa' mi que sí, que tienes tus quehaberes.

Esteban mira al Rubio.

ESTEBAN: ¿De qué diablos hablas Rubio?

RUBIO: Pos lo que oyes compadre. Que hay rumor, que se habla.

ESTEBAN: ¿Se habla de qué Rubio? ¡Habla!

RUBIO: Pos de que los pretendientes de la niña Acacia o ya no vuelven a esta su casa, o sin más desaparecen. Y ya hasta la andan llamando la malquerida, por quererla quién la quiere.

ESTEBAN: ¿Y quién la quiere?

RUBIO: Pues quién más, tú compadre.

Esteban agarra al Rubio de la camisa.

ESTEBAN: ¡No digas estupideces! ¿Me oíste? ¡Nunca más repitas eso! ¡Jamás!

CRISTINA: ¡Esteban! ¡Esteban!

Esteban suelta al Rubio y se pone de pie, el Rubio hace lo propio. Cristina llega corriendo hasta ellos.

ESTEBAN: Cristina mi amor, ¿qué pasó?

Cristina agarra las manos de Esteban.

CRISTINA: Una desgracia Esteban, ¡una desgracia! (Se sujeta la cara con las manos, abraza a Esteban, se separa) ¡Rodrigo murió! Tuvo un accidente con su coche cuando salió de aquí, algo le falló al coche, acaban de encontrarlo camino de su hacienda. Ay, Dios mio, que desgracia. (Llora) Voy a ver a mi hija.

Cristina se marcha.

RUBIO: Si ya decía yo, que la niña Acacia es la malquerida. ¿Qué no compadre?


Acacia está en su habitación con Manuel, está abrazada a él, llora.

MANUEL: Venga Aci, tranquilízate.

ACACIA: ¡Qué horror Manolo! Rodrigo. Era nuestro amigo. Desde niños. ¿Te acuerdas lo bien que lo pasábamos? No lo puedo creer.

Manuel acompaña a Acacia a una silla, la ayuda a sentarse.

MANUEL: Aci, tenemos que hablar.

ACACIA: ¿Ahora? 

MANUEL: Sí, ahora. Es importante. (Se sienta en otra silla) Acacia, en El Soto te llaman la malquerida.

Acacia le mira incrédula.

ACACIA: ¿A mí? ¿A mí por qué me llaman así? ¿La malquerida? ¿Mal querida por quién?

Manuel carraspea.

MANUEL: Porque ninguno de tus pretendientes vuelve, porque algunos desaparecen... (La mira) Dicen que Esteban los amenaza a todos. (Acacia lo mira atónita, él le coge la mano) Pero yo sigo aquí Acacia, siempre estoy aquí para ti. Y siempre lo estaré.

Manuel se levanta de la silla, saca una cajita del bolsillo de su pantalón, la abre, hinca su rodilla derecha en el suelo.

MANUEL: Acacia Rivas Maldonado, ¿quieres casarte conmigo?

Acacia le mira atónita, mira el anillo, le mira a él.

ACACIA: Ay Manolo.

Acacia no habla, Manuel sigue con la rodilla hincada en el suelo. Acacia se levanta y sale de la habitación. Manuel mira atónito la puerta. Acacia se para un instante en el pasillo, se apoya en la pared, respira lento, profundo, cierra los ojos, inhala, exhala, abre los ojos y se dirige al despacho. Llama a la puerta, entra.

ACACIA: Esteban, necesito hablar contigo. ¿Puedo pasar? Es importante. 

Esteban está sentado frente al escritorio, la mira.

ESTEBAN: Claro Acacia, tú dirás.

Le hace un gesto con la mano, indicándole que se siente, Acacia se sienta en una silla al otro lado del escritorio.

ACACIA: No quiero alargar esta conversación innecesariamente, por eso te pido que seas totalmente sincero conmigo (Esteban la mira extrañado) ¿Es verdad? ¿Es verdad qué te dedicas a amenazar a todos los chicos que han mostrado algún interés en mí? ¿Por qué lo haces Esteban? ¿Por qué no quieres que ningún hombre se acerque a mí?

Esteban se levanta de la silla, se dirige hacia ella, pero se aleja, se queda a unos pasos.

ESTEBAN: Acacia yo...

ACACIA: Sin mentiras Esteban. (Le mira a los ojos) Por favor.

ESTEBAN: No los amenazo, bueno, puede que mi forma de decir las cosas sea brusca, pero es sólo porque me preocupo por ti.

ACACIA: Te preocupas por mí. (Se pone de pie, le mira) ¿Y por qué te preocupas por mí? ¿Por qué tú te preocupas por mí?

ESTEBAN: Porque tú, porque... (Se da la vuelta, vuelve a darse la vuelta, la mira) Porque tú eres la hija de mi mujer, y me preocupa que no te cases con un buen hombre.

ACACIA: ¿Es por eso Esteban? ¿Sólo por eso? ¿Quieres que encuentre a un buen hombre?

ESTEBAN: Sí Acacia, sólo por eso.

ACACIA: Muy bien (Se le llenan los ojos de lágrimas) Ya no tienes que preocuparte más por mí Esteban, ya encontré un buen hombre. Y además un buen hombre que mi mamá aprueba, así que, cómo sólo te preocupa que esté con un buen hombre, ya puedes dejar de preocuparte.

Esteban la mira asombrado, se dirige a ella, la coge por los brazos, se la acerca a él.

ESTEBAN: ¿De quién hablas Acacia? ¿De quién demonios estás hablando? ¡Habla!

Acacia le mira, se intenta soltar.

ACACIA: ¡Esteban suéltame! ¡¡Suéltame Esteban!! Me estás lastimando...

Esteban la suelta.

ESTEBAN: No hay un sólo hombre que te merezca (se le acerca a la cara) ¡Ni uno sólo!

Acacia le empuja.

ACACIA: Eres un idiota Esteban, y te comportas como lo que eres, ¡como un idiota! Te odio, te odio tanto Esteban.

Acacia se dirige a la puerta, antes de abrirla se vuelve a mirar a Esteban.

ACACIA: Te odio.

Acacia abre la puerta.

ESTEBAN: ¡Yo también te odio!

Acacia cierra la puerta, Esteban se dirige al escritorio, tira con furia los papeles que están en él, se coge la cabeza entre las manos, se toca el pelo.

ESTEBAN: No Acacia, no puedes estar con otro hombre. Tú no, tú no mi Acacia.


Acacia corre a su habitación, se para en la puerta, se limpia las lágrimas de su rostro y entra. Manuel está sentado en una silla, tiene los ojos lloroso y en las manos la cajita con el anillo de pedida. Acacia se acerca a él, a paso lento, se arrodilla frente a él, y coloca las manos en sus rodillas.

ACACIA: Manolo, perdóname. Lo que he hecho ha sido horrible, irme así, sin decirte nada perdóname. (Manuel la mira) Quiero que sepas que te quiero muchísimo, que te quiero más de lo que jamás podré querer a nadie, pero no te amo. No estoy enamorada de ti. Y no sería justo contigo si contestara a tu pregunta sin antes decirte la verdad. No te amo Manuel, esa es la verdad.

MANUEL: ¿Quieres casarte conmigo?

ACACIA: Manuel, acabo de decirte que no te amo.

MANUEL: Te he oído Acacia, y lo sé. Siempre lo he sabido, igual que siempre he sabido que... Que amas a otro hombre. Pero yo te amo, y sé que puedo hacerte muy feliz, sé que yo no voy a desaparecer de tu vida, sé que yo voy a conseguir que olvides a quién sea. Sólo tienes que darle una oportunidad a lo nuestro. Así que, ¿quieres casarte conmigo?

Acacia apoya la cabeza en las rodillas de Manuel, está sentada sobre sus propios pies, levanta levemente la cabeza, le mira a los ojos.

ACACIA: Sí Manolo, quiero casarme contigo.


Acacia y Manuel llegan al salón, cogidos de la mano. Cristina, Elena y Juan Carlos están sentados, ellas en el sofá, en el sillón.

ACACIA: Mamá, ¿puedo hablar contigo un momento?

Cristina mira a su hija, ve las manos entrelazadas y sonríe.

CRISTINA: Por supuesto que sí hija.

Cristina se levanta del sofá, Acacia sonríe a Manuel, le suelta la mano y agarra el brazo de su madre.

ACACIA: Vayamos fuera, quiero caminar contigo.

CRISTINA: Claro que sí, vamos.


Acacia y Cristina caminan tranquilas por el patio de la hacienda.

ACACIA: Mamá, quiero contarte algo importante.

CRISTINA: Imagino que tiene que ver con Manuel, ya vi que entraron agarrados y no como amigos precisamente.

ACACIA: Sí mamá, tiene que ver con Manolo. Mamá, me ha pedido que me case con él y le he dicho que sí.

Cristina se para, mira a su hija.

CRISTINA: ¿Casaros? ¿No es un poco pronto? Ni siquiera me habías dicho que tuvierais una relación.

ACACIA: Mamá, no nos vamos a casar mañana. Estamos comprometidos, y queremos una relación seria, muy seria.

CRISTINA: ¿Y te casarás cuando estés totalmente segura y preparada?

ACACIA: Claro que sí mamá.

CRISTINA: ¡Ay hija! Que felicidad más grande.

Cristina y Acacia se dan un sincero abrazo.

ACACIA: Hay algo más mamá.

CRISTINA: ¿El qué cariño?

ACACIA: Quiero que hablemos de Esteban.

CRISTINA: Acacia, ¿otra vez?

ACACIA: Sí mamá, pero esta vez es diferente. (Cristina la mira extrañada) Ya no voy a oponerme más a vuestra relación. No más.

CRISTINA: ¿Y ese cambio?

ACACIA: Porque... Porque me he dado cuenta de que sí te quiere.

CRISTINA: Ay mi amor, no sabes lo feliz que me haces.

Cristina abraza a Acacia, mientras a ésta le resbalan las lágrimas por las mejillas.


Cristina y Acacia regresan a la casa, entran en el salón. Cristina se dirige a Esteban que está de pie, apoyando las manos en el respaldo de una silla. Acacia va a donde está Manuel, al otro lado del salón, de pie al lado del sillón donde está sentado Juan Carlos. Acacia le susurra algo a Manuel al oído y él asiente.

ACACIA: Manolo y yo tenemos algo que contarles.

Juan Carlos y Elena los miran, Cristina mira a Esteban y le sonríe.

ACACIA: Manolo y yo estamos prometidos, y nos vamos a casar.

Elena y Juan Carlos miran a su nieta sorprendidos, Cristina continua sonriendo, mientras que Esteban va pasando del asombro al hastío.

JUAN CARLOS: Pero mi hijita, ¿no es demasiado pronto?

ESTEBAN: ¡Exacto! ¿Cómo vas a casarte con este? ¡¡No digas tonterías Acacia!!

CRISTINA: ¡Esteban basta! (Mira a Esteban seria, baja la voz) No sé a qué ha venido eso, pero no más.

Elena se levanta del sofá, se acerca a Acacia, le da un beso y un abrazo.

ELENA: Ay preciosa, pues yo estoy muy contenta por ti. Manuel es un buen muchacho.

MANUEL: Gracias doña Elena.

Elena y Manuel se abrazan.

JUAN CARLOS: ¿Y tú mi hija? (Mira a Cristina) ¿Qué tienes que decir?

CRISTINA: Yo estoy muy feliz por mi hija papá. Hemos hablado, y la apoyo, incondicionalmente.

JUAN CARLOS: Bueno mi hijita, si tu mamá está totalmente de acuerdo, ¿quién soy yo para oponerme a todo esto? (Se levanta del sillón, se dirige a Acacia, le da un abrazo) Pero aún así quiero que hablemos tranquilos. (Acacia asiente) Y en cuanto a ti muchacho (Pone sus manos en los hombros de Manuel) más te vale que cuides mucho a mi nieta.

MANUEL: Así será don Juan Carlos, no lo dude. Nunca.

Acacia mira a Esteban, los dos están serios.

ACACIA: ¿Y tú Esteban? ¿No nos vas a felicitar?

ESTEBAN: Yo ya he dicho todo lo que tenia que decir sobre este asunto. Si me disculpáis.

Esteban se marcha.

CRISTINA: No os preocupéis. Cuando le diga que ya aceptas nuestra relación, Acacia, su actitud será otra. Ya lo veréis.


Es de noche en la Benavente. En la recamara principal Cristina se quita la bata, Esteban ya está en la cama, ella se mete también, se acerca a Esteban.

CRISTINA: Mi vida, ¿por qué reaccionaste así con la boda de mi hija? No entiendo porque adoptas esa actitud.

ESTEBAN: Me pongo así porque Manuel es un bueno para nada. Además, estoy seguro de que tu hija no está enamorada de él, y...

Cristina le interrumpe.

CRISTINA: Esteban, este asunto no es tuyo. Es un asunto de mi hija, y yo como su madre soy quién debe preocuparse, y quién se preocupa de todas las decisiones que ella tome. No quiero que vuelvas a interferir en estos asuntos.

ESTEBAN: ¿Lo dices por qué me odia?

CRISTINA: No Esteban. Es más, esta tarde me ha dicho que acepta nuestra relación.

ESTEBAN: ¿Qué te ha dicho qué?

CRISTINA: Lo que escuchas mi vida. Pero que acepte nuestra relación no significa que tengas que preocuparte por ella. Tú preocúpate sólo por mi.

Cristina se acerca a Esteban, él la tumba en la cama, empieza a besarla, en la boca en el cuello...


Semanas después

Acacia está en su habitación, sentada en el sofá, llaman a la puerta y entra Manuel.

MANUEL: Amor, buenos días.

Manuel se acerca a Acacia, va a darle un beso en los labios pero ella mueve la cara, así que finalmente se lo da en la mejilla.

ACACIA: Buenos días Manolo.

MANUEL: Acacia, ¿aún estamos así?

ACACIA: ¿Así cómo?

Manuel mira triste a Acacia.

MANUEL: Me quitas la cara Acacia. No me dejas besarte.

ACACIA: Ay, Manolo que tontería, claro que dejo que me beses.

MANUEL: Sí Acacia, pero cuando estamos delante de los demás. Cuando estamos con tu madre... O con Esteban.

Acacia le mira, respira hondo, se levanta y le coge las manos.

ACACIA: Manolo, entiéndeme. Necesito tiempo. Para mí no es fácil cuando estamos solos, sólo tienes que darme tiempo, ¿si?

Acacia se acerca a Manuel y le da un beso rápido en los labios.

ACACIA: Vamos al comedor, nos estarán esperando.


En la recama principal Esteban se está poniendo la camisa. Cristina se acerca a él, le abraza, le besa.

CRISTINA: Mi vida, me gustaría hacer un viaje. Tú y yo.

ESTEBAN: Lo que tú quieras mi amor.

Esteban abraza a Cristina, le da un beso en la frente.

ESTEBAN: ¿Te he dicho lo mucho que te quiero?

Cristina se ríe. Se vuelven a besar.


En el comedor, todos están sentados a la mesa desayunando. Acacia y Manuel se besan y se hacen mimos varios, mientras Cristina, Juan Carlos y Elena hablan, Esteban está serio, mirando a Acacia.

ESTEBAN: Manuel, ya es hora de empezar a trabajar. Y sin excusas varias.

MANUEL: Sí Esteban, ya voy. Con permiso.

Manuel se levanta de la mesa, se agacha, da un beso en la boca a Acacia, sonríe a los demás y se va.

ACACIA: Yo también me retiro, voy a montar, con permiso.

Acacia se levanta, Esteban hace lo propio.

ESTEBAN: Con permiso.

Esteban se levanta de la mesa y hace ademán de irse. Acacia aún está en el comedor, de pie, al lado de la mesa.

CRISTINA: Mi vida, ¿mi beso?

ESTEBAN: Ay sí, Cristina. 

Esteban se agacha frente a Cristina, le da un beso en los labios, Acacia se marcha, para no verlos.


En las caballerizas, Acacia monta en su caballo, sin apartar los ojos de Esteban. Él se sube en su caballo también, ella pone el caballo al galope y él hace lo mismo. Acacia llega al lago, se baja del caballo y espera a que Esteban también lo haga.

ACACIA: ¿Qué te pasa Esteban? ¿Por qué me sigues?

ESTEBAN: No quiero que Manuel te toque Acacia. No quiero que te vuelva a besar.

ACACIA: ¿Pero qué tonterías dices Esteban? Es mi novio, y pronto será mi marido.

Esteban coge a Acacia de los brazos.

ESTEBAN: Nunca más Acacia, él no puede tocarte nunca más.

ACACIA: ¿Y por qué no? ¿Acaso tú no tocas a tu mujer?

Esteban la agarra por la cintura, por la espalda, impidiéndole que se suelte.

ESTEBAN: No es lo mismo Acacia, no lo es. Y tú lo sabes.

Acacia consigue soltarse, le da una bofetada.

ACACIA: ¿Y por qué no es lo mismo? ¡Dime! ¿¿Por qué??

Esteban vuelve a agarrar a Acacia.

ESTEBAN: ¡Tú eres mía!

Esteban besa a Acacia, ella le corresponde, aunque finalmente se suelta. Le abofetea, le pega con los puños cerrados en el pecho.

ACACIA: ¡¡No soy tuya Esteban!! ¡¡¡No lo soy!!! ¡No lo soy, no lo soy, no lo soy!

Acacia se separa de Esteban, anda unos pasos, se toca el pelo, se enjuaga las lágrimas de los ojos, mira a Esteban con furia.

ACACIA: Si algún día pude ser tuya, eso se terminó en el momento en el que te casaste con mi madre. ¡Mi madre!

Acacia se dirige al caballo, justo cuando se va a montar, llega Esteban, la agarra del brazo, la coge por la cintura.

ESTEBAN: Qué no te vuelva a tocar Acacia... O te juro que lo mato.

Esteban suelta a Acacia, ella sube al caballo y sale al galope sin mirar atrás.

ESTEBAN: Dios mio, ¿qué me pasa? ¿¿Qué me pasa?? (Se coge la cabeza entre las manos) ¿Qué demonios me está pasando? Yo quiero a mi mujer, yo quiero a Cristina... No lo entiendo, no lo entiendo. ¿Por qué? ¿Por qué Acacia? ¿Por qué? Muero de pensar que puedes estar con otro hombre, muero sólo de pensarlo... No, no, no, no, no. Yo quiero a mi mujer, quiero a Cristina, la quiero. Ella es maravillosa. ¿Qué me pasa?


Esteban está en la recámara, acaba de salir de la ducha. Cristina llega.

CRISTINA: Mi vida, ¿dónde estabas?

ESTEBAN: Trabajando Cristina.

CRISTINA: Pero mi vida, ¿qué te pasa?

Cristina se acerca a Esteban, le pone las manos en el pecho, pero él se aparta.

ESTEBAN: Nada, no me pasa nada. ¿Qué me va a pasar?

CRISTINA: Esteban, no me hables así. No hay necesidad de que adoptes esta actitud conmigo, que me hables en ese tono.

ESTEBAN: ¿Qué actitud Cristina? ¿Cómo quieres que te diga las cosas? Dime, cuál es el tono adecuado, cuáles son las formas.

CRISTINA: Las de un marido que ama a su mujer. ¡Esas son las formas!

Esteban se queda callado, se sienta en la cama. Cristina sigue de pie, mirándole.

ESTEBAN: Me pides lo que tú no me das.

CRISTINA: ¿Qué te pido lo que yo no te doy? ¿Cuándo? Dime cuándo Esteban, dime cuándo no te he tratado con amor, con respeto, con cariño, con paciencia, con pasión... ¿¿Dime cuándo?? Dime una sola vez, ¡una Esteban! Una.

Esteban tiene los codos apoyados en las piernas cubiertas con una toalla, mira a Cristina, con más tristeza que enfado.

ESTEBAN: Cuándo no me dejas involucrarme en el manejo de la hacienda, cuándo no me dejas opinar sobre el estúpido matrimonio de tu hija.

Cristina le mira furiosa, pasea por la habitación, se para.

CRISTINA: Me reclamas que no te deje involucrarte en el manejo de la hacienda, cuándo lo único que te he dicho es que esta es mi hacienda y de mi hija. Dime una vez que no te haya dado tu lugar delante de los demás, no sólo delante de los trabajadores, delante incluso de mis padres. (Mira seria a Esteban, espera) Ninguna, no puedes acordarte de una sola vez, porque nunca ha sucedido. Y me reclamas porque no te dejo involucrarte en las decisiones que toma mi hija, cuando son sus decisiones, no tuyas, ni mías, ni de nadie más que de ella.

Cristina se sienta en la cama, alejada de Esteban.

CRISTINA: Quiero que seamos una familia los tres, quiero que mi hija cuente tanto contigo como conmigo, pero no puedes reclamarme, cuando me ha costado tanto el sólo hecho de que te acepte como mi marido.

Cristina mira a Esteban, las lágrimas resbalan por sus mejillas. Esteban se levanta de la cama, se arrodilla a los pies de Cristina, le abraza las piernas, coloca su cabeza en su regazo.

ESTEBAN: Perdóname mi amor, perdóname. ¡Perdóname! (Mira a Cristina) Te quiero tanto... (Vuelve a apoyar la cabeza en las rodillas de Cristina) Por favor, olvida todo esto, perdóname, perdóname, perdóname, perdóname...

Cristina acaricia la cabeza de Esteban, le toca el pelo, le toca el cuello, Esteban levanta la cabeza levemente, la mira, la besa en las piernas, le besa la mano, se acerca más a ella, le besa el cuello, la besa en los labios, la tumba sobre la cama... Hacen el amor.


Días después.

Acacia está sentada en el patio leyendo. Esteban llega, se acerca a ella, se sienta en una silla a su lado.

ESTEBAN: Acacia, necesito que hablemos.

Acacia no levanta la vista del libro.

ACACIA: Tú dirás.

ESTEBAN: Aquí no Acacia. Vayámonos.

ACACIA: No hace falta, podemos hablar aquí. Estamos solos, nadie nos va a molestar.

ESTEBAN: Por favor Acacia.

Esteban le coge la mano a Acacia, ella mira su mano y mira a Esteban a los ojos. Le ve nervioso, tenso, los ojos inundados en lágrimas.

ESTEBAN: Por favor, te lo suplico. Necesito que hablemos.

Acacia le mira, agacha la mirada, mira al frente, suspira, y le vuelve a mirar a él.

ACACIA: Está bien.

Acacia se levanta. Esteban hace lo propio. Ambos se dirigen a las caballerizas.


Esteban llega al lago seguido de Acacia, baja de su caballo y camina hasta la orilla. Se sienta. Acacia le sigue y hace lo mismo.

ESTEBAN: Me encanta este lugar... Me recuerda tanto a ti.

Esteban mira a Acacia, ella no le mira.

ESTEBAN: Acacia yo quiero a tu madre. Quiero a Cristina muchísimo.

Acacia se vuelve a mirarle.

ACACIA: ¿Para eso me has pedido que hablemos? ¿Para decirme que quieres a mi madre? Ya me lo has dicho... Me lo has repetido hasta el cansancio.

ESTEBAN: No Acacia. Te he pedido que hablemos para decirte que, quiero a tu madre muchísimo, la quiero más de lo que jamás imaginé que podría quererla, de verdad. Pero... Pero estás tú. (Acacia le mira asombrada) Estás tú, y este deseo loco que despiertas en mí, esta pasión, estás ganas sin sentido de tenerte, de que seas mía. (La coge de las manos, la acerca a él) Y no me lo puedo arrancar. Haga lo que haga, ¡no me lo puedo arrancar!

Acacia le mira, Esteban le suelta las manos, le toca la cara, le acaricia el pelo, le pone la mano en la cintura, le acaricia la espalda. Acacia acaricia la cara de Esteban, sus mejillas, sus labios, sus cejas. Él la acerca a él, la besa, la separa de él mínimamente. Ella le besa. Se recuestan sobre la hierba.

ESTEBAN: Te amo tanto.

Esteban besa a Acacia en el cuello, le desabrocha la blusa... Y en ese instante, Acacia se entregó a Esteban, y Esteban se entregó a Acacia.


Semanas después

Acacia entra en la habitación de un hotel. Esteban está sentado en la cama, con los codos apoyados en las piernas, se mira las manos. Acacia se acerca a él, con una amplia sonrisa.

ACACIA: Mi amor. (Esteban no levanta la cabeza, ella deja de sonreír) ¿Qué pasa Esteban?

ESTEBAN: No podemos seguir con ésto. No puedo seguir haciéndole esto a Cristina. (Mira a Acacia) Ni tú puedes seguir haciéndole esto a tu madre.

Acacia le mira, con los ojos empapados en lágrimas.

ACACIA: ¿Y a mí sí puedes hacérmelo?

Esteban levanta la cabeza, la mira, tiene el rostro empapado en lágrimas.

ESTEBAN: ¿Tú podrás perdonarte? Yo no creo que pueda.

Acacia se arrodilla en frente de él, le pone las manos en las rodillas.

ACACIA: ¡Dejemos de engañarla! Termina tu matrimonio.

Esteban la mira.

ESTEBAN: ¿Y cuándo me pregunte por qué? ¿Qué le digo cuando me pregunte? ¿Le cuento que me enamoré de su hija? ¿Le cuento que su hija y yo la hemos estado engañando?

Acacia mira a Esteban asustada, se sienta en el suelo. Se coge la cara entre las manos.

ACACIA: Dios mío, ¿qué he hecho? ¿Qué hemos hecho? Oh Dios, la destrozaríamos. (Mira a Esteban) Mi madre no puede saber la verdad, la mataríamos de la pena.


Esteban entra en la recamara, viene cabizbajo, con los ojos llorosos. Cristina está tumbada en la cama leyendo.

CRISTINA: ¿Dónde estabas Esteban? ¿Qué pasa? ¿De dónde vienes?

ESTEBAN: Me voy a dar un baño Cristina.

Cristina se levanta de la cama y le corta el paso a Esteban.

CRISTINA: ¿Qué está pasando Esteban? ¿Qué me ocultas?

Esteban la mira.

ESTEBAN: Nada Cristina, de verdad, me voy a dar un baño.

Cristina agarra a Esteban del brazo.

CRISTINA: ¿Nada? Hace días que no me tocas, hace días que no me haces el amor, hace días que desapareces sin darme ninguna explicación. ¿Qué está pasando? (Mira a Esteban con lágrimas en los ojos) ¿Hay otra mujer? ¿Es eso?

ESTEBAN: ¡No! No hay ninguna otra mujer, Cristina. (Se aparta de Cristina) Me voy a dormir a otra recamara.

Esteban se da media vuelta y se dirige hacia la puerta.

CRISTINA: ¡Esteban!

Esteban se da la vuelta.

ESTEBAN: Te quiero Cristina, no lo olvides, no lo dudes.

Esteban se marcha de la habitación, Cristina se derrumba sobre la cama.

CRISTINA: Hay otra mujer, lo sé. ¿Pero quién?


Esteban está en la recámara de huéspedes, sentado en la cama, se mira la palma de las manos, entrelaza los dedos, se pasa las manos por la cara. Se pone de pie y se dirige a la cocina, Rosa está cortando verduras sentada a la mesa, cuando ve a Esteban se pone de pie.

ROSA: Patrón, ¿qué se le ofrece? ¿Tiene hambre?

ESTEBAN: No Rosa, gracias. ¿Sabes dónde está el Rubio?

Rosa le mira contrariada, agacha la cabeza, coge con las manos el delantal y juguetea con él.

ROSA: Pos sí patrón. Anda por el patio, pa' mi que bebiendo... (Mira a Esteban) No más no se vaya a molestar con él, es que mi nieta y él pos pelearon y ya sabe cómo es el Rubio, las penas las ahoga en el alcohol.

ESTEBAN: No te preocupes Rosa. Gracias.

Esteban pasa al lado de Rosa, le toca con ternura el hombro y se dirige al patio. Rosa se vuelve a sentar y continúa cortando verduras.


En el patio el Rubio está sentado en el banco de piedra, tiene dos botellas de tequila con él, una de ellas entera, la otra ya empezada. Llega Esteban, el Rubio se pone de pie.

RUBIO: Patrón.

ESTEBAN: Compadre, Rubio, esta noche necesito al amigo no al capataz de la hacienda.

RUBIO: Ta' bien compadre.

Esteban y el Rubio se sientan en el banco de piedra. El Rubio coge la botella de tequila, sirve un vaso y se lo da a Esteban, éste le niega con la cabeza y le coge la botella, bebe un trago largo. El Rubio le mira sorprendido.

RUBIO: ¿Qué pasó compadre?

ESTEBAN: Pasó que soy un mierda Rubio, un mierda...


Acacia está en su habitación, sentada en el sofá, abrazando sus rodillas, con la cabeza agachada, llora desconsolada. Llaman a la puerta y entra Manuel, llega con gesto serio pero se torna en sorpresa y angustia cuando la ve. Manuel se acerca a Acacia, se sienta a su lado.

MANUEL: Aci, ¿qué ocurre? ¿Qué tienes?

Acacia levanta la cabeza y le mira.

ACACIA: Manolo, necesito que nos casemos cuanto antes.

MANUEL: ¿Lo necesitas? ¿Necesitas que nos casemos? ¿Por qué...? (La mira unos segundos en silencio, ella le mira mientras las lágrimas caen por sus mejillas) ¡Oh! Necesitas... Necesito estar sólo Acacia.

Manuel se levanta del sofá, Acacia le coge la mano, le mira a los ojos suplicante.

MANUEL: Sí Acacia, nos casaremos en seguida.

Manuel se dirige a la puerta, antes de abrirla mira a Acacia, tiene los ojos empapados en lágrimas, ella le mira. Manuel sale de la habitación.


En el patio Esteban y el Rubio están bebiendo la segunda botella de tequila.

RUBIO: Yo sé que andas así por la niña Acacia, yo ya sé. Yo ya te dije. Pues y ahora tú casado con la madre, y la niña Acacia ahí con el joven Manuel.

ESTEBAN: Rubio, yo quiero a Cristina.

RUBIO: Va compadre, a otro perro con ese hueso.

Esteban mira al Rubio.

ESTEBAN: No Rubio, de verdad, quiero a mi mujer. La quiero muchísimo. Es una mujer excepcional. Sólo quiere hacerme feliz, es en lo que se preocupa... Es lo que le preocupa, eso, hacerme feliz. Pero Acacia, mi Acacia...

MANUEL: ¿Tu Acacia?

Esteban y el Rubio miran sorprendidos a Manuel que se acerca a ellos. Esteban se pone de pie, furioso y se acerca a Manuel, le empuja y le da un puñetazo.

ESTEBAN: ¡Aléjate de Acacia!

Manuel se toca la mandíbula, mira sorprendido a Esteban, le da un puñetazo.

MANUEL: ¿¿¿Qué te pasa Esteban??? Has dicho que Acacia es tu Acacia, me pides que me aleje de ella, me... (Mira sorprendido a Esteban, luego furioso) ¡¡¡Tú!!! ¡¡Eres tú!! ¡¡¡¡¡Maldito enfermo!!!!!

Manuel se abalanza sobre Esteban, que acaba de ponerse de pie, ambos empiezan a pelearse, los puñetazos vienen y van del uno al otro. El Rubio les mira mientras sigue bebiendo de la botella.


Cristina va deambulando por la casa, entra en la recámara de huéspedes.

CRISTINA: ¿Esteban? ¿Mi vida?

Cristina mira a su alrededor, sale de la habitación y sigue deambulando por la casa. Llega a la cocina y ve a Rosa que está apagando las luces.

CRISTINA: Rosa.

ROSA: ¿Patrona? ¿Qué necesita señora Cristina? ¿Se siente usted bien?

CRISTINA: Sí Rosa, buscaba a Esteban. ¿Sabes dónde está?

ROSA: Uy, hace un buen señora. No más vino preguntando por el Rubio y yo, pos creo que salió a buscarlo al patio.

CRISTINA: Gracias Rosa. Y ve a descansar, ya es tarde.

ROSA: Ya mismito patrona, buenas noches.

CRISTINA: Buenas noches Rosa.

Cristina sale de la cocina y se dirige al patio.


En el patio Esteban tiene el labio partido y golpes en la cara, mira a Manuel furioso, que tiene una ceja partida, y la cara y la camisa empapadas en sangre. Manuel va a por Esteban a golpearle nuevamente, pero éste se agacha y coge el cuerpo de Manuel sobre sus hombros y le tira. Manuel cae hacia atrás y se da con el banco de piedra en la cabeza, cae al suelo, se queda inmóvil. El Rubio se agacha a su lado, le toca, mira a Esteban.

RUBIO: ¡Compadre! ¡¡Lo mataste!!

Esteban mira al Rubio, no se mueve, respira entrecortado.

RUBIO: Compadre nos tenemos que ir. ¡Vámonos compadre! Si alguien sabe que tú lo mataste, van a saber por qué... Dirán que por la malquerida, dirán que lo mataste por la malquerida... (Coge a Esteban de los hombros) ¡Dirán que por la niña Acacia! ¡¡Vámonos compadre!!

Esteban empieza a andar hacia la casa, mientras el Rubio recoge las botellas de tequila vacías y el vaso. Esteban pasa al lado de una de las columnas de la terraza, Cristina le mira, su cara recoge la incertidumbre, el odio, el asco. Esteban agacha la cabeza y sigue andando hacia la casa, Cristina le sigue. Ambos llegan a la recamara principal, Esteban entra primero, Cristina cierra la puerta, él se queda quieto en medio de la habitación, no se mueve, sólo se mira las manos cerradas en puño. Cristina se para en frente.

CRISTINA: ¿Has sido capaz de fijarte en mi hija? ¿Has sido capaz de mirar a mi hija como mujer? Dime que no, Esteban mírame, mírame y dime que no. ¡¡¡¡¡Esteban!!!!! ¡¡¡Mírame y dime que no!!! ¡¡¡¡¡Mírame y dime que no!!!!!

Esteban no mira a Cristina, sigue con la cabeza agachada mirándose las manos. Cristina empieza a caminar por la habitación. Se apoya con fuerza en su tocador, se mira en el espejo y a través de él mira a Esteban.

CRISTINA: ¡¡¡Dime que no!!! (Tira todo lo que hay en el tocador) ¡¡¡Dime que no!!! (Tira la silla, se gira y mira a Esteban) ¡¡¡Dime que no!!! (Va a la cama, quita la colcha, la tira al suelo, coge los cojines, los tira al suelo) ¡¡¡Dime que no!!! ¡¡¡Dime que no!!! (Se dirige a Esteban, le abofetea una, dos, tres veces) ¡¡¡Dime que no!!! (Le pega puñetazos en el pecho, le da manotazos en la cabeza, una, dos, tres veces) ¡Se un hombre! ¡Se un hombre! (Le pega otra vez)

Esteban se aparta de ella.

ESTEBAN: ¡¡¡Basta Cristina!!! Te estás comportando como una loca.

Cristina le mira furiosa.

CRISTINA: ¿Loca? ¿¿Loca??

ESTEBAN: Sí, loca. No ha pasado nada. ¡No pasa nada entre Acacia y yo!

Cristina le mira furiosa, se dirige a la mesilla y coge una foto de los dos, se la tira, Esteban la esquiva.

CRISTINA: Te oí, te vi. ¡Lo vi todo Esteban!

ESTEBAN: No oíste nada, ni viste nada Cristina.

CRISTINA: Has matado a Manuel. (Cristina empieza a llorar) ¡Has matado a mi ahijado!

ESTEBAN: Ha sido un accidente... (Le tiembla la voz) Manuel se puso como loco, yo no sé por qué, pero me pego y yo, y yo, ¡y yo me defendí! Sólo eso.

Cristina se seca las lágrimas.

CRISTINA: Lo mataste Esteban.

ESTEBAN: Fue un accidente, te lo juro mi amor.

Esteban cae de rodillas en frente de Cristina, le abraza las piernas, llora.

ESTEBAN: Fue un accidente mi amor, te lo juro. (Levanta la cabeza y mira a Cristina) Ayúdame Cristina, no quiero ir a la cárcel, ayúdame. (Vuelve a apoyar su cara en las piernas de Cristina) Perdóname.

Cristina quita los brazos de Esteban de sus piernas, se aleja de él.

CRISTINA: Quiero la verdad. Dime la verdad Esteban, dime la verdad y te ayudaré. Pero quiero la verdad. (Se sienta en la cama, Esteban sigue de rodillas) ¿Qué pasa con mi hija? ¿Qué te pasa con mi hija?

Esteban la mira.

ESTEBAN: Me confundí Cristina, confundí mis sentimientos. Pero yo te quiero, te juro que te quiero. Te lo juro.

Cristina se seca las lágrimas, se pone de pie y sale de la habitación.


Cristina entra en la habitación de Acacia, ella está durmiendo, enciende la luz.

CRISTINA: Acacia. (Se acerca a la cama) Acacia despierta, Acacia, ¡Acacia despierta! (Acacia abre los ojos) Ven conmigo. Ahora.

Acacia mira a Cristina sorprendida.

ACACIA: ¿Mamá?

CRISTINA: Vamos Acacia, ven conmigo. Es importante.

Acacia se levanta, coge la bata que está a los pies de la cama, se la pone y sigue a su madre por el pasillo. Llegan a la recámara principal, Esteban está sentado al pie de la cama, las ve entrar y se pone de pie.

CRISTINA: Esteban, te perdono, pero demuéstrame que sólo era confusión, llámala hija. 

Acacia mira a Esteban, luego mira a Cristina.

ACACIA: ¿Mamá qué ocurre? ¿Qué es todo esto?

CRISTINA: Esteban se confundió Acacia, confundió sus sentimientos. E hizo una locura... Mató a Manuel.

Acacia se lleva las manos a la cara.

ACACIA: ¡Oh Dios! ¿Manolo muerto? (Mira a Esteban) ¿Qué hiciste?

ESTEBAN: Fue un accidente Acacia, te lo juro.

CRISTINA: ¡Acacia no! Llámala hija. (Mira a Acacia) Y tú llámale padre. Desde hoy llámale padre, así no se podrá confundir y te verá como te tiene que ver, como su hija. (Mira a Esteban) ¡Hacedlo! Esteban llámala hija, Acacia llámale padre.

Cristina se acerca a Acacia.

CRISTINA: ¿Por qué no dices nada? (La coge de los hombros, la zarandea) ¡Dilo! ¡¡Llámale padre!! (Le tiembla la barbilla, las lágrimas caen por sus mejillas) ¡Hazlo Acacia!

Acacia empieza a llorar.

ACACIA: No... No puedo. (Mira a Cristina a los ojos) No puedo llamarle padre, no puedo mamá.

Cristina suelta a Acacia.

CRISTINA: ¿Por qué no?

ACACIA: Porque no le veo como un padre, nunca le vi como un padre... Yo... Yo... (Coge aire) Yo le veo como hombre.

CRISTINA: Pero qué dices Acacia, ¿cómo un hombre? ¿Ves a mi marido como hombre? ¿¿Ves al marido de tu madre como hombre??

Cristina se acerca a Acacia, la abofetea.

CRISTINA: ¿Qué ha pasado entre ustedes? ¿Qué ha pasado? (Coge a Acacia de los hombros, la zarandea, le da una bofetada) ¡La verdad! Maldita sea, ¡¡quiero la verdad!! (Se dirige a Esteban, le da una bofetada, dos, tres) ¿¿¿Qué ha pasado entre ustedes??? ¿Qué? ¿Qué? (Llora desconsolada) ¿Qué?

Esteban mira a Cristina a los ojos, agacha la cabeza.

ESTEBAN: Perdóname Cristina.

Cristina se deja caer en el borde de la cama, se cubre la cara con las manos.

CRISTINA: ¿Pero qué tengo que perdonar? Decidme la verdad. (Les mira, llora) Por favor, decidme la verdad.

Permanecen en silencio. Acacia llora, Esteban mira al suelo, Cristina se seca las lágrimas, se levanta de la cama, se dirige a la puerta, se gira, les mira, ninguno de los dos la mira, sale de la habitación. Acacia corre hacia Esteban, le abraza, él la aparta.

ACACIA: Esteban...

ESTEBAN: Tu madre me tiene que perdonar Acacia, y voy a hacer lo imposible por conseguir su perdón...

ACACIA: Pero tú me amas Esteban, me amas a mí.

ESTEBAN: Puede que yo te ame Acacia, pero a Cristina la quiero, la quiero muchísimo.

Acacia le mira sorprendida, con las lágrimas resbalando por sus mejillas.

ACACIA: ¿Y vas a cambiar el amor por el querer?

ESTEBAN: No Acacia, voy a cambiar el amor, el engaño, la culpa, el remordimiento, por hacer feliz a una mujer que siempre... Siempre... Siempre quiso estar a mi lado. (Esteban se deja caer en el borde la cama, Acacia le mira, él la mira a ella) O, ¿qué es lo que quieres? ¿Qué vayamos a buscarla, la mintamos y continuemos con lo que teníamos? ¿Con esa relación clandestina, a escondidas, sin verdades? ¿O quieres que deje a tu madre? (Suspira) Ahora, ahora mismo, ella te ha preguntado, y tú sólo has sido capaz de decirle que me ves como hombre, no la has enfrentado, ¿lo harías? ¿Te enfrentarías a ella, a la verdad, por ti, por mi? (Niega con la cabeza y se pone de pie) No Acacia, no lo harías. No creo que fueras capaz, creo que tú único interés es que mi relación con ella termine, y no entiendo que te motiva a ello, ¿venganza?, ¿rencor? (Se pasea por la habitación, se para en frente de Acacia) No lo sé, sólo se que no me has dicho una sola vez "te amo", sólo sé que jamás quisiste enfrentarte a tu madre, que ni siquiera ahora has sido capaz de contarle la verdad. (Se dirige hacia la puerta, se gira, mira a Acacia) ¿Y sabes qué es lo peor de todo esto? Que nada tiene sentido, porque si me amaras Acacia, lo tendría, todo lo que hemos hecho tendría sentido, y ahora no seríamos sólo dos infelices y desgraciados que han engañado a una mujer maravillosa, a su madre (señala a Acacia), a su mujer (se señala a sí mismo). Y en realidad, sólo somos eso Acacia, dos malditos desgraciados.

Esteban sale de la habitación, Acacia se derrumba, se sienta en el suelo y llora desconsolada.


Acacia da vueltas por el despacho, está amaneciendo en la Benavente. Cristina entra en el despacho, se para en seco en la puerta al ver a su hija. Sigue andando y deja algo encima de la mesa. Acacia mira a su madre.

ACACIA: Mamá, tenemos que hablar.

CRISTINA: No hija, no hay nada más de que hablar. Anoche quedó todo claro. Tú no has visto a Esteban como a un padre, él se confundió y mató a Manuel, movido por esa confusión. (Se apoya en el respaldo de esa silla) Y por esa confusión debe pagar.

ACACIA: ¿Qué quieres decir con que debe pagar? (Acacia mira asombrada a Cristina) ¿De dónde vienes mamá?

CRISTINA: De denunciar a Esteban ante las autoridades, para que pague por su confusión.

Acacia se lleva las manos a la cara.

ACACIA: Pero, ¿por qué? ¿Por qué hiciste eso mamá? ¿¿Por qué??

Acacia se arrodilla frente a su madre, la abraza la cintura.

ACACIA: No mamá, por favor, no envíes a Esteban a la cárcel... Fue un accidente. (Abraza más fuerte a Cristina) Perdóname mamá, perdóname, perdónale, perdónanos... ¡¡Perdónanos mamá!!

Cristina acaricia a Acacia.

CRISTINA: No tengo nada que perdonarte hija. No viste a Esteban como padre, y ya está, el único culpable es él.

Acacia levanta la vista, mira a Cristina.

ACACIA: No mamá, la única culpable de todo... Soy yo.

Cristina mira estupefacta a Acacia, quita las manos de Acacia de alrededor de su cintura y se dirige a la puerta. Acacia sigue de rodillas y mira a Cristina.

ACACIA: ¡Mamá! (Se pone de pie, Cristina se para) No es verdad, la única culpable de todo, eres tú. Tú, mamá... (Se seca las lágrimas) Por querer quedarte con un hombre que no te amaba. Un hombre que jamás te amó.

Cristina se da la vuelta, mira a Acacia, seria.

CRISTINA: Sí me ha amado Acacia, me lo ha demostrado.

Acacia se acerca a Cristina.

ACACIA: Puede que te haya querido, puede que te quiera, sí, yo sé que te quiere. Puede que esté agradecido contigo por haberle dado esto (levanta los brazos y mira alrededor), yo sé que lo está. Pero nadie mejor que tú (baja los brazos, se acerca más a Cristina) sabe que no te ama, que no muere por besarte, que no muere por tocarte, que no muere por hacerte suya...

Cristina le da una bofetada.

CRISTINA: ¿Qué sabrás tú lo que él ha sentido entre mis brazos? ¿Qué sabrás tú el deseo que ha sentido por mí?

ACACIA: Sé que por mí se ha vuelto loco, sé que por mí ha llorado, sé que estando entre mis brazos ha sentido pasión, sé que por mí... Que por mí ha matado.

CRISTINA: ¿Y te sientes orgullosa? ¿Te sientes orgullosa de haber arrastrado a un buen hombre a la locura? ¿Te sientes orgullosa de haber traicionado así a tu propia madre? A tu madre, Acacia...

ACACIA: ¡¡Tú me traicionaste primero!! Me traicionaste cuando te fijaste en él, me traicionaste cuando me lo arrancaste, ¡cuando te casaste con él!

CRISTINA: Te pregunté si había algo, te pregunté que pasaba con él... Y en vez de contarme la verdad, ¿fuiste la amante de mi marido? Es eso, ¿verdad? Claro, ¡qué tonta soy! Claro, erais amantes. ¡Amantes en mi propia casa!

ACACIA: También es mi casa...

CRISTINA: ¿Eso es lo que te preocupa? ¿Qué he dicho mi casa y no nuestra casa? Eres la peor de las hijas, eres una vergüenza. No sabes como me avergüenzo de ser tu madre. (Se acerca a Acacia) Y me voy a encargar de que no le vuelvas a ver, nunca más.

Cristina se da la vuelta, se dirige a la puerta, la abre, no se gira de nuevo, se queda en el quicio, dando la espalda a Acacia.

CRISTINA: Si no es para mí, menos lo será para... Una malagradecida como tú.

Cristina sale del despacho, Acacia mira asombrada hacia la puerta, se coge la cara con las manos, se arrodilla, llora desconsolada, se quita las manos de la cara, mira hacia la puerta abierta nuevamente, se toca la tripa con la mano. Minutos después oye las sirenas, se levanta del suelo y sale corriendo a la entrada de la hacienda. Esteban está de pie alargando las manos a los policías que se bajan de los coches, Cristina llega en ese momento, Acacia también.

ESTEBAN: Lo siento Cristina...

CRISTINA: Ya sé toda la verdad.

Esteban agacha la cabeza, el policía le esposa.

ESTEBAN: Perdóname, por favor, perdóname.

El policía se lleva a Esteban hacia el coche, Acacia corre hacia ellos, abraza a Esteban.

ACACIA: ¡¡¡No se lo lleven!!! (Mira al policía) ¡¡Por favor no!! No, no, no. (Besa a Esteban en los labios) Perdóname Esteban, perdóname. Todo es culpa mía, si yo hubiese dicho la verdad, desde el principio. (Lo vuelve a besar) Si desde un principio te hubiese dicho... (Se acerca a su oído) Te amo. Siempre te he amado. Jamás podré amar a un hombre como te amo a ti.

Otro policía aparta a Acacia, y se llevan a Esteban hacia el coche. Esteban gira la cabeza, mira a Cristina, mira a Acacia.

ESTEBAN: Te amo... Acacia.

Esteban entra en el coche de policía, los policías hacen lo propio. El coche arranca y sale de la hacienda. Acacia mira hacia el portón, Cristina a sus espaldas la mira a ella.

CRISTINA: ¿No pudiste ser sincera? ¿No pudiste verle como un padre? ¿No pudiste evitar que esto pasara? Si tan sólo le hubieras visto como un padre.

Acacia sigue sin darse la vuelta, mira al portón, suspira.

ACACIA: No mamá, no pude. Porque desde el primer día, porque desde siempre, le amé.

Acacia se da media vuelta y mira a su madre, se acerca a ella.

ACACIA: A pesar de todo, a pesar de todo el daño que te he hecho, a pesar del daño, consciente o inconsciente, que tú me hiciste a mí, nunca he dejado de quererte... Porque eres mi madre. (Suspira) Y por eso te perdono, y por eso espero que algún día tú puedas perdonarme a mí. Espero que algún día todo el odio que como mujer sientes por mí, todo el rencor, y tal vez el asco, que sientes por la mujer que se metió con tu marido, se desvanezca ante el amor de madre.

Acacia se dirige hacia la casa, se para apenas unos pocos pasos después, no se da la vuelta.

ACACIA: Cristina... Vas a ser abuela.

Acacia vuelve a emprender el camino hacia la casa, Cristina la mira, las lágrimas caen por sus mejillas.

CRISTINA: Ojalá pueda llegar a perdonarte... Hija.


Cuatro años después.

Acacia está sentada en el prado, cerca de la casa, sobre una manta de cuadros, tiene las manos abrazando las rodillas. Un pequeño niño corre hacia ella, le da una dalhia, Acacia coge la flor, mira al niño, lo abraza, lo sienta entre las piernas.

ACACIA: Mi amor, ésta fue la flor que tu papá me regaló en nuestro primer paseo a caballo. (Besa al niño) Tengo tantas ganas de que te conozca.

El niño se levanta y sale a jugar otra vez.

ACACIA: Esteban, está tan grande, tan guapo. Se parece muchísimo a ti, tiene tus mismos gestos, tú misma sonrisa. (Una lágrima le resbala por la mejilla, se la aparta con el dedo índice) Si hubiésemos hecho las cosas bien, nuestro hijo habría crecido con su padre.

Acacia saca una carta de los vaqueros, la abre.

ACACIA: "Acacia, no vengas a verme, no me escribas. Si cuando salga de aquí no estás, lo entenderé. Te amo. Cuida a nuestro hijo."

Acacia cierra la carta, la aprieta contra su pecho, suspira, la guarda en los vaqueros, se pone de pie, coge la manta.

ACACIA: ¡Alonso! Vámonos mi amor. (El niño corre hacia ella) Ven mi amor, a la casa. 

Acacia coge al niño en brazos, le da un beso, y se dirigen hacia la casa.


Cristina está en el despacho, llaman a la puerta, entra Rosa.

ROSA: ¿Patrona?

Rosa mira asustada a Cristina.

CRISTINA: Dime Rosa, ¿ocurre algo?

ROSA: Pos que hay una visita en la sala señora Cristina... Pero, pos yo no sé si usted quiera.

Cristina se levanta de la silla.

CRISTINA: ¿Quién Rosa? ¿Quién está en la sala?

ROSA: Pos, el que fue el patrón, patrona.

Cristina mira asombrada a Rosa, sale apresurada del despacho. En el salón Esteban está de pie, de espaldas a la puerta del despacho.

CRISTINA: ¿Esteban?

Esteban se da la vuelta. Cristina corre hacia él y lo abraza.

CRISTINA: Esteban, volviste.

Esteban se aparta.

ESTEBAN: Cristina volví por... Volví por mi hijo. Y volví por Acacia.

Cristina se acerca a él, lo abofetea.

CRISTINA: Nunca me quisiste, nunca me amaste.

ESTEBAN: Cristina, (le coge las manos con ternura) por supuesto que te quise, te quise muchísimo, te quiero muchísimo. Ni rencor, ni rabia siento por ti, por haberme acusado con la policía, porque lo merecía, era culpable.

CRISTINA: Entonces, si me quieres, si sí me quieres, ¿por qué me dices que vuelves por Acacia?

Esteban le suelta las manos a Cristina, se deja caer en el sofá.

ESTEBAN: Porque a ti te quiero Cristina, pero a ella la amo. Ni siquiera sé si...

Cristina le interrumpe.

CRISTINA: Acacia no está. Ya no vive en esta casa.

Esteban la mira.

ESTEBAN: No te creo.

CRISTINA: No está Esteban, márchate, no tienes nada que hacer aquí.

Esteban se levanta del sofá, empieza a deambular por la casa.

ESTEBAN: ¡Acacia! (Entra en las habitaciones) ¡Acacia!

CRISTINA: ¡Te he dicho que no está! ¡¡Vete de mi casa!!

ESTEBAN: No sin ver a mi hijo. ¡Acacia! (Sale al patio) ¡Acacia!

Acacia llega en ese momento al patio, ve a Esteban, se para en seco. Esteban la mira. El niño llega poco después, mira a Esteban extrañado y se para al lado de Acacia, se abraza a la pierna de ella, Acacia le acaricia la cara, abrazando el cuerpo del niño contra su pierna. Esteban se acerca a ellos, mira a Acacia y se agacha a la altura del niño.

ACACIA: Él es tu papá mi amor.

Esteban coge al niño en brazos, lo abraza, lo besa, las lágrimas caen por sus mejillas. Se pone en pie con el niño en un brazo y abraza a Acacia con el otro brazo.

ACACIA: Se llama Alonso.

Esteban mira al niño y luego mira Acacia.

ESTEBAN: El nombre de un buen hombre.

Cristina mira a los tres, abrazados, se da media vuelta y entra en la casa. Va a la cocina, Rosa está sentada a la mesa.

CRISTINA: Rosa, ayúdame con las maletas por favor.

ROSA: ¿Las maletas? ¿Pos a dónde se va señora?

CRISTINA: No sé Rosa... Puede que a Madrid. Sí, a Madrid. Ven, acompáñame a mi recámara.


Acacia y Esteban entran en el salón, Esteban lleva al niño en brazos. Cristina entra en el salón, seguida de Rosa y otro empleado.

CRISTINA: Rosa por favor, subid el resto del equipaje al coche.

ROSA: Sí patrona.

Acacia mira sorprendida a su madre.

ACACIA: ¿Equipaje?

Cristina se acerca a Esteban.

CRISTINA: ¿Me dejas a mi nieto?

Esteban le da al niño, Cristina le coge en brazos.

CRISTINA: La abuela te quiere Alonso, la abuela te quiere.

Cristina le da un beso al niño y se lo devuelve a Esteban sin mirarle, mira a Acacia.

CRISTINA: Acacia, acompáñame fuera. Por favor.

Cristina y Acacia se dirigen al patio, andan en silencio, la una al lado de la otra. Acacia agarra el brazo de su madre, la mira y sonríe. Llegan al patio y se paran cerca del coche de Cristina.

CRISTINA: Acacia, me voy. Me voy de la Benavente.

ACACIA: ¿Cómo que te vas mamá? ¿A dónde? ¿Cuánto tiempo?

CRISTINA: No lo sé Acacia, no sé cuánto tiempo. Sólo sé que me voy. Me voy a Madrid.

ACACIA: Pero, ¿por qué te vas mamá? ¿Por qué ahora?

CRISTINA: Me voy para que puedas ser feliz. Por eso me voy hija, para que tú puedas ser feliz.

ACACIA: Mamá, no te vayas. Por favor, no te vayas. ¿Cómo podría ser feliz sin ti, sin mi madre?

CRISTINA: Acacia, es lo mejor. Para ti, para mí, para nuestra relación madre-hija, para sanar las heridas que en todos estos años no hemos sido capaces de sanar.

ACACIA: Mamá, por favor.

Cristina se acerca a Acacia.

CRISTINA: Acacia, yo sé que como mujer perdí... (Hace una pausa mientras acaricia el rostro de Acacia y los ojos se le inundan de lágrimas) Pero como madre, como madre gané (sonríe) o por lo menos, no perdí.

Cristina se acerca a Acacia, la coge por los hombros, se separa de ella, la mira a los ojos, la abraza, se acerca a su oído.

CRISTINA: Se feliz hija (Le susurra, traga e inhala) Te quiero.

Acacia no dice nada, está inmóvil con las lágrimas recorriendo sus mejillas. Cristina se aleja de ella y se dirige al coche.

ACACIA: ¡Mamá! (Cristina se gira y mira a su hija a los ojos, con una tímida pero sincera sonrisa) Te quiero...

Esteban se acerca a ellas, de espaldas a Acacia, de frente a Cristina, que lo ve, lo mira y asiente ligeramente, no sonríe, no le dice nada. Cristina se sube a su coche, mira una última vez a su hija. Esteban ya está detrás de Acacia, a unos pasos de ella. El rostro de él impasible, el de ella inundado en lágrimas, lleno de dolor. El coche de Cristina se pone en marcha, bajo la atenta mirada de Esteban y Acacia, atraviesa el patio hasta el portón, lo cruza, gira el coche y se pierde en la carretera. Acacia se seca las lágrimas, se gira lentamente, y se queda a unos pasos de Esteban.

ESTEBAN: ¿Y ahora Acacia? Tú y yo...

ACACIA: No lo sé Esteban. No sé si es posible un tú y yo. Te amo, claro que te amo, pero... No sé si pueda olvidar lo que pasó. El dolor que le causamos a mi madre, el que ella y yo no hayamos sido capaces de recuperarnos como madre e hija, la muerte de Manuel, mis dudas sobre las otras muertes, porque aunque me hayas jurado que tú no tuviste nada que ver, yo dudo Esteban. Y no sé si pueda olvidar o vivir con todo esto, o no sé si pueda olvidar o vivir con el dolor que nos causamos tú y yo. (Se seca las lágrimas) Pero tenemos un hijo, y jamás te lo negaré, jamás dejarás de ser su padre. Y ya...

ESTEBAN: Dejaremos que el tiempo hable.

ACACIA: Sí, dejaremos que el tiempo hable.

Acacia se dirige hacia la casa, Esteban la mira mientras se aleja, las lágrimas inundan sus ojos.

ESTEBAN: ¡Acacia!

Acacia se da la vuelta, le mira.

ESTEBAN: Te amo... (Le sonríe tímidamente) A veces, hacemos sufrir a quién más amamos...

Acacia le sonríe, se da media vuelta y entra en la casa. Esteban la mira, respira profundo y se dirige hacia el portón. Mira la casa, sonríe y sale mientras el cielo se va tiñendo de naranja. Atardece en la Benavente.


Final alternativo

El coche de Cristina se pone en marcha, bajo la atenta mirada de Esteban y Acacia, atraviesa el patio hasta el portón, lo cruza, gira el coche y se pierde en la carretera. Acacia se seca las lágrimas, se gira lentamente, y se acerca a Esteban, le acaricia suavemente el rostro con la mano, le da un tierno beso en los labios, le sonríe, se dirige a la casa. Esteban la mira, ella se da la vuelta, le dedica una amplia sonrisa y separa levemente la mano izquierda del cuerpo, levantándola hacia él. Acacia vuelve a retomar el camino hacia la casa. Esteban fija la vista en el portón de la hacienda, agacha la cabeza, la vuelve a levantar, respira profundo y sigue el camino andado por Acacia, hacia la casa, mientras el cielo se va tiñendo de naranja. Atardece en la Benavente.






Laura González López (2015. Reino Unido)