jueves, 7 de julio de 2016

Que desilusión Televisa.

Cuando era pequeña, en casa de mis padres, teníamos una habitación a la que bauticé como "la habitación de la música", todo porque mi padre, un gran aficionado a ella, tenía en la citada habitación cientos de discos, además de miles de libros, que disfrutaba en su viejo tocadiscos. Con el tiempo esa habitación también se convirtió en la habitación de la televisión, aunque para mi abuela y para mí se convirtió (a escondidas) en nuestro paraíso telenovelero. Aún recuerdo la primera tarde que nos sentamos a ver juntas Cristal, y la discusión que la pobre tuvo luego con mi padre, que tenía miedo de que abandonase la lectura por la televisión.

Nunca pasó, siempre me gustó, y me gusta leer, soy aficionada a todo tipo de libros, aunque las novelas históricas han sido siempre mi mayor debilidad. Con los años, como él pretendía, seguí cultivando mi amor por la literatura, por el arte, por la música, pero por desgracia para mi pobre padre, también seguí cultivando mi amor por las telenovelas, y el mundo de la televisión en general. Tanto lo cultivé que no le llegó por sorpresa cuando anuncié que llevaba años escribiendo, que ya tenía muy avanzada una telenovela, y que quería aparcar mi carrera como abogada para dedicarme a la producción. No le pilló por sorpresa, pero estoy segura que en ese momento se acordó de mi abuela y aquella tarde en la que nos "pilló" viendo Cristal, si ella aún viviera estoy segura de que hubiesen tenido otra bronca, aunque también estoy segura que ella sería la que más me estaría apoyando en este momento de mi vida.

Siempre he disfrutado de todas las producciones que han caído en mis manos, si bien es cierto que pasaba por muchas de ellas de puntillas, siempre y cuando no fueran una producción de Televisa. Esas las veía completitas. Disfruté de La Mentira, El Manantial, Amor Real, Yo No Creo En Los Hombres, Lo Que La Vida Me Robó, Rubí, Teresa, La Madrastra y así un largo etcétera. Si recogiese aquí todas las que he visto, ¡me quedaría sin caracteres! Así que es fácil de entender la enorme desilusión que se ha apoderado de mi persona, o más bien, la desgana con la que he ido cogiendo las más recientes producciones de Televisa. Tal es la desgana que ya no busco un momento en mi semana para ponerme al día, ya no me levanto un poco antes para ver el capítulo de la noche anterior de mi telenovela en turno mientras hago el desayuno, me arreglo para ir a trabajar, o llego tarde a una cena porque estoy picadísima y no puedo dejar de ver un sólo minuto.

Las novelas de hoy en día, y me vienen a la mente Sueño de Amor o Las Amazonas, han dejado de lado la evolución lógica de la novela para estancarse en clichés, en argumentos absurdos, en movimiento de fans en redes sociales, en uso de personajes de renombre en la industria sin darles peso alguno a sus papeles [sí, aquí me refiero en particular a Victoria Ruffo] y así un largo etcétera. No dan cabida a ideas frescas, no dejan atrás unas absurdas directrices o convencionalismos arraigados que nada tienen que ver con la sociedad actual, no quieren ideas nuevas, no quieren gente nueva, y ya nada tienen que ofrecer.

Cuando empecé mi telenovela, la mía propia, con mi argumento original, la empecé a escribir pensando en tres actores en concreto. El protagonista que no era bueno, pero tampoco malo, sólo humano, lo hice pensando en Sebastián Rulli, y mientras escribía le visualizaba a él en cada línea, en cada escena. De protagonista no quería a otra que a Adriana Louvier, porque es tan fantástica que hubiese podido dar esas vueltas que la misma necesitaba, porque podía hacer de buena pero pasional con facilidad. La villana nada convencional, la redacté pensando en la Ruffo [todo gracias a una ruffofan, con la que por culpa de los vaivenes de la vida perdí contactó, que me hizo ver algunas de sus escenas] porque necesitaba a alguien que con una mirada lo dijese todo, claro que no iba a llorar nada, y el villanazo iba a ser Évora.

Pero creo que este sueño va a tener que acabar. O más bien va a tener que cambiar. Porque visto lo visto, ¿por qué voy a intentar que una productora como Televisa lea siquiera mis guiones si nunca podrían hacer la historia tal y como la he concebido? ¿Por qué iba a querer que la otra hora referente de telenovelas me aniquilase mi argumento para hacerlo adecuado a ella?

En fin, sólo me queda darte las gracias Televisa, porque desde que ya sólo das al público chapuzas, yo estoy teniendo tiempo de ponerme al día con auténticas joyas de la televisión como Juego de Tronos. Y es que como bien dicen por ahí: no hay mal que por bien no venga.