miércoles, 10 de diciembre de 2014

Hablando de... Adriana Louvier

Me está costando escribir este post, y no porque no se me ocurra que escribir, sino porque no soy capaz de hacerlo con cierta objetividad, y es que, estoy a un tris de declararme fan de alguien por primera vez, pero fan fan, y ese alguien es, obviamente atendiendo al título de este post, Adriana Louvier. Que pocas fallas y que pocas pegas le encuentro a su actuación en Yo no creo en los hombres, pero es que realmente no se las he encontrado nunca, ni al principio de aparecer en el mundo novelero de esta novelera.

Para hablar de ese mi principio novelero con Louvier, me remonto no muy atrás, sino al 2011 y a la telenovela Emperatriz en Azteca, empresa de la que no suelo ver sus novelas, más que nada porque no me suelen gustar ninguna de sus producciones, pero de alguna forma, no recuerdo cómo, esta novela en particular cayó en mis manos. Lo cierto es que no tenía un especial interés en verla en su totalidad hasta que apareció Adriana Louvier en pantalla, en el papel de la hija de Gabriela Spanic, y, cómo diríamos en España, a mi entender, se la merendó sin esfuerzo. En definitiva, lo que vi, lo vi por ella, así que, objetividad aquí, con lo que respecta a Adriana, por lo que se ve, poca puedo tener.

Con lo que respecta al ahora, a Yo no creo en los hombres, me ha terminado de fascinar. Los giros que da, de la calma al enfado, del enfado vuelta a calma, de la lágrima al asombro, de la ira al dolor, y de repente a la desesperación; me tienen loca. Pero loca de querer darle un pañuelo para que se seque las lágrimas, de aplaudirla por sacar el carácter, o de entristecerme con ella, todo a la vez, así que, en definitiva, me deja como una novelera loca. Ya al principio de la novela, cuando miraba al personaje de Gabriel Soto y vislumbrabas que podía estar enamorándose, para luego cambiar de actitud y empeñarse en su amor por el personaje de Flavio Medina; o, en líneas generales, cómo ha cambiado su actitud de mujer enamorada de ese primer amor a la mujer consciente de que tiene a su lado al amor verdadero, para mí, lo clava. Lo que me tiene obnubilada, y que ya comenté en un post anterior, es que aparezca en pantalla a "cara lavada" y sin necesidad de mostrar más encantos que su propia actuación, eso, desde luego, es de quitarse el sombrero. Por otro lado, que haya conseguido tener en pantalla, química tanto con Gabriel como con Flavio, así como con el resto del elenco, no es algo que muchas actrices puedan decir. No puedo evitar mencionar la escena de la violación, dura como ella sola pero de aplaudir, fue verla y querer ir, no en calidad de abogada, sino a patear a Daniel, ¡ay que mal lo pasé! Que malamente, muy malamente. Los dos estuvieron sencillamente maravillosos.

Hablando del personaje de Mariloli (aquí hago uso del nombre que utiliza mi costilla, a la que agradezco su: "Tienes que ver Yo no creo en los hombres"), le viene que ni de perlas el famoso dicho de "tan buena parece tonta". Porque, vamos a ver Mariloli, ¿cómo me fuiste a creer a Daniel? Vale que una cuando se enamora automáticamente se emboba, ¿pero tanto? ¿Tanto como para recaer? Y ya lo peor es que me dejas escapar al partidazo de Max, dime que ya lo solucionaste (aún me quedan los capítulos de esta semana, nada de spoilers por favor), porque si no lo has hecho, si no lo has solucionado, estás para encerrar. Yo te advierto mi Mariloli querida que los partidazos como éste no abundan, pero nada nada, luego no digas que no te avisé, que la que avisa, no es traidora.

Dicho todo ésto, cuando una se hace fan, ¿necesita un carnet o algo? Bueno, yo por si las moscas, y visto el camino de babeo que tengo con esta mujer, me iré sacando la foto, para que no me pillen con las manos vacías. Y que no se me olvidé Adriana, plas plas, aplausos.

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