ACACIA: Papá, si no te hubieras ido, si aún estuvieras aquí... Nada de ésto estaría pasando, nada. Mi mamá no se casaría con Esteban, y seríamos tan felices, y estaríamos tan unidas como siempre. (Acaricia con el dedo indice el rostro de su padre) ¿Por qué se casa con él papá? ¿Por qué si yo le he pedido que no lo haga? Ella no debe estar con él, no debe...
Llaman a la puerta, Acacia la mira. Vuelven a llamar.
ACACIA: Adelante.
Juan Carlos entra en la habitación.
JUAN CARLOS: Mi hijita, ¿puedo pasar?
ACACIA: Claro que sí abuelo.
Juan Carlos se acerca a la cama de Acacia, se sienta a su lado.
JUAN CARLOS: Mi hijita, ya es hora de que cambies de actitud. No sé que te pasa, no lo entiendo, pero sea lo que sea así no puedes seguir, así no podemos seguir.
ACACIA: Yo no quiero que mi mamá se case con Esteban, no estoy de acuerdo.
JUAN CARLOS: Ya sé mi hijita, ya sé. Pero es decisión de tu madre, y como tal, se la tenemos que respetar.
Llaman a la puerta, entra Cristina.
CRISTINA: Papá, no sabía que estabas aquí.
JUAN CARLOS: Sí hija, vine a hablar con mi nieta, pero ya las dejo solas. (Se acerca a Acacia, le da un beso) Piensa lo que hablamos, ¿sí?
Acacia asiente con la cabeza. Juan Carlos pasa al lado de Cristina y apoya su mano en su hombro. Cristina le sonríe levemente. Juan Carlos cierra la puerta de habitación mientras Cristina se sienta en la cama, al lado de Acacia.
CRISTINA: ¿Ya estás más tranquila?
ACACIA: Sí mamá. Perdóname por haber sido tan grosera contigo.
CRISTINA: Acacia no me gusta que estemos así, eres mi hija y te quiero. Pero no puedes pedirme que renuncie a mi futuro por ti, que renuncie al hombre al que amo.
ACACIA: Mamá él sólo está contigo por interés, no ves...
Cristina le interrumpe.
CRISTINA: ¡Basta Acacia! (Se levanta de la cama) Esteban y yo nos casamos el próximo sábado, espero que te comportes como debes. Y espero que como mi hija, me acompañes.
Acacia mira a su madre sorprendida, Cristina se dirige hacia la puerta.
ACACIA: Pero mamá...
Cristina se va. Acacia intenta evitarlo, pero finalmente rompe en llanto.
En la Benavente todo está dispuesto para la boda, en el patio han colocado una mesa con un mantel blanco que la cubre, dos floreros con flores silvestres. Unas pocas sillas dispuestas en frente de la mesa, unas pequeñas antorchas alrededor, algunas plantas, todo muy sencillo. Los invitados esperan, llegan Esteban y Cristina cogidos de la mano, él con unos pantalones beig y una camisa blanca, ella con un sencillo vestido blanco, largo. Caminan juntos, saludando a medida que se acercan a la mesa.
JUEZ: ¿Estamos listos?
ESTEBAN: Sí señor juez.
Mira a Cristina, sonríe. Cristina mira a su alrededor, mira a Elena que está a su lado que niega con la cabeza, Cristina suspira, mira a Esteban y le sonríe.
CRISTINA: Estamos listos.
JUEZ: Muy bien, celebremos un matrimonio entonces.
Acacia sale de su habitación, camina por el pasillo y se dirige hacia el patio, dónde Cristina y Esteban se están casando. Lleva un vestido blanco, corto. Llega al patio y se coloca al lado de su madre, un poco alejada, sin acercase.
JUEZ: Y yo le pregunto señor Esteban Domínguez Parra, si es su voluntad unirse en matrimonio civil con la señora Cristina Maldonado Reyes.
Esteban mira a Cristina, y ve a Acacia. Durante unos segundos se queda callado, mirando a Acacia.
CRISTINA: ¿Mi vida?
Esteban mira de nuevo a Cristina.
ESTEBAN: Sí, por supuesto, claro que sí señor juez.
JUEZ: Y ahora le pregunto a usted señora Cristina Maldonado Reyes, si es su voluntad unirse en matrimonio civil con el señor Esteban Domínguez Parra.
CRISTINA: Sí, lo es.
Acacia se da media vuelta y entra en la casa. Manuel la sigue.
MANUEL: Aci, ¿vestida de blanco?
Acacia y Manuel entran al salón.
ACACIA: Un color como otro cualquier Manolo.
MANUEL: Pero en la boda de tu madre, mala elección, ¿no?
ACACIA: Para mi esta boda es una farsa, mi madre se está casando con un oportunista, así que no le debo ningún respeto.
MANUEL: Venga Aci, salgamos fuera.
ACACIA: No tengo ganas de celebrar... esto.
MANUEL: No celebremos, pero muestra tu disconformidad comiendo y bailando. (La sonríe) Va venga, Aci, vamos a divertirnos.
Acacia sonríe.
ACACIA: Sí, divirtámonos.
Acacia y Manuel vuelven a salir al patio, Cristina ve a su hija y se dirige a ella.
CRISTINA: Acacia acompáñame al despacho. Ahora.
En el despacho, Acacia está de pie, mirando a Cristina, que cierra la puerta.
CRISTINA: Maravilloso por tu parte presentarte en la boda de tu madre vestida de blanco. (Acacia va a contestar) No, Acacia, ahora hablo yo. Me voy dos semanas de luna de miel con Esteban. Dos semanas que puedes aprovechar para aceptar esta nueva situación o para decidir qué quieres hacer, irte al DF, al extranjero, a dónde tú quieras. No te faltará de nada. Pero si decides quedarte, te quedas con todas las consecuencias, y eso incluye no volver a faltarme el respeto nunca más y tenerle la consideración debida a Esteban. ¿Entendido?
Acacia mira a su madre, está inmóvil.
CRISTINA: Acacia te hice una pregunta, ¿está entendido o no está entendido?
ACACIA: Está entendido, mamá.
CRISTINA: Ahora yo me voy a disfrutar de mi boda, y espero que mi hija la disfrute conmigo.
Cristina sale del despacho, Acacia mira la puerta, las lágrimas resbalan por sus mejillas.
Dos semanas después.
Un coche se detiene en la entrada de la Benavente, Esteban se baja de él y ayuda a Cristina a hacer lo propio. Se agarran por la cintura, se miran sonrientes, Esteban le da un beso a Cristina, un tierno beso en los labios. Rosa sale a recibirles.
ROSA: Patrones, ¡qué alegría! ¿Cómo les fue?
CRISTINA: Muy bien Rosa, pasamos unos días maravillosos. ¿Verdad mi vida?
ESTEBAN: Así es. Sencillamente maravillosos.
CRISTINA: ¿Y mis papas? ¿Y mi hija? ¿Dónde está mi hija, Rosa?
ROSA: Está en la sala con el joven Manuel y otro amigo.
CRISTINA: Gracias Rosa.
Esteban y Cristina entran el salón, Acacia los ve, se levanta del sofá y se acerca a su madre.
ACACIA: ¡Mamá! Qué alegría verte. (Mira a Esteban) Hola Esteban.
ESTEBAN: Hola Acacia.
MANUEL: Madrina, Esteban, bienvenidos.
CRISTINA: Gracias ahijado.
Esteban le hace un asentimiento con la cabeza.
ACACIA: Mira mamá este es Juan (señalando a un chico sentado en el sofá y que se pone de pie) fuimos juntos a la prepa y bueno ahora (se acerca a Juan, le coge de la mano) y ahora salimos juntos.
Esteban se queda petrificado, mira a Juan, luego a Acacia. Ella le mira fijamente.
CRISTINA: Encantada Juan.
Juan se acerca a Cristina, le da un beso.
JUAN: Encantado señora. (Se dirige a Esteban, le tiende la mano) Encantado.
Esteban le estrecha la mano, sin apartar los ojos de Acacia.
Acacia entra en la casa, viene de despedir a Juan en el patio. En el pasillo la espera Esteban.
ESTEBAN: ¿Por qué sales con ese niñato?
Acacia le mira, le sonríe.
ACACIA: Porque yo también soy una niñata, ¿no Esteban?
Acacia sigue caminando hacia su habitación, Esteban la mira.
Tres semanas después.
Esteban da vueltas por la terraza de la casa, se le nota inquieto, mira continuamente a la entrada de la casa, cuando ve que un coche entra se esconde detrás de una de las columnas. Del coche baja Juan que ayuda a Acacia, la da un tierno beso en los labios y Acacia entra en la casa. Antes de que Juan entre de nuevo en el coche, Esteban sale de detrás de la columna y se dirige a él. Le coge por la cara con una mano y con la otra le agarra del cuello.
JUAN: ¡Esteban! ¿Qué haces? ¿Qué te pasa?
Esteban le acerca más a él.
ESTEBAN: O te alejas de Acacia o te mato. (Lo separa de él, lo vuelve a acercar) Te lo juro.
Esteban aparta a Juan de un empujón, y éste cae al suelo.
ESTEBAN: Y como le cuentes algo de esto a Acacia, te mato (Saca una pistola de la parte trasera de su cinturón) ¡Ahora largo de aquí!
Esteban llega a la recamara, Cristina le está esperando en la cama.
ESTEBAN: No entiendo como dejas que tu hija salga con imbéciles.
Cristina le mira seria.
CRISTINA: Esteban, los imbéciles con los que salga mi hija, no son asunto tuyo.
Laura González López (2014. España)
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