sábado, 8 de noviembre de 2014

Opinando sobre... Lo que la vida me robó. El final.

Si bien es cierto que el capitulo final de Lo que la vida me robó, emitido ayer 7 de noviembre por Nova, España, fue la segunda mitad del emitido en México, lo que plasmaré en estas líneas versará sobre éste, es decir, sobre la totalidad del mismo. Aunque, no sólo quiero opinar sobre el broche final, sino también sobre algunos aspectos de la novela en general, puesto que, mientras estuvo emitiéndose, yo no contaba aún con este blog, que nació a raíz de querer plasmar mi opinión sobre los devenires de La Malquerida.

De primeras quisiera hacer mención a dos personajes, o más bien, a dos actores, que si bien ya habían fallecido dentro de la trama, han sido esenciales e imprescindibles. Me refiero a los personajes de Adolfito y María, o más bien Ferdinando Valencia y Grettell Valdez, con actuaciones impecables, momentos memorables y causantes de amores y odios encontrados. Brillantes ambos durante todos y cada uno de los capítulos en los que tuvieron participación, independientemente de que se tratasen de muchas o pocas escenas.

Otro par de actores, y personajes, que no resultaron cansinos y repetitivos, monótonos y sin sentido, fueron los interpretados por Alejandro Ávila y Alejandra García, o lo que es lo mismo, Víctor y Nadia, con una historia de amor compensada, con una química normal entre ambos, no de las que le dejan a uno petrificado viéndoles juntos, pero sí de la necesaria para hacer creíble su relación. No tuvieron escenas sin sentido o aburridas, lo que se agradece enormemente. Si que es cierto que dentro de esta relación hay dos aspectos que nunca me quedaron muy claros, el primero, la ceguera de Nadia y el motivo por el que no se le podía operar, me quedé con ganas de saber la explicación médica, más detalle al fin y al cabo. He de reconocer la maravillosa actuación de Alejandra en su papel de mujer ciega, con un fantástico control de la mirada perdida, de buscar la cara de quién le habla a través de la voz, algo innegable. El segundo aspecto que nunca me quedó claro, es que resultará Víctor el responsable de salvarle la vida a Pedro, si bien fue un buen tanto para la trama, no dejó de ser un tanto inverosímil creer que los sicarios iban a cumplir con el encargo del jefe, una vez muerto éste, puesto qué, quién les pagaría. No creo que los sicarios se comporten como pastores alemanes, en cuanto a lo que a la fidelidad se refiere, sino más bien, entiendo, que su fidelidad se la deben al dinero. Aunque es totalmente comprensible que, Víctor, como padre y marido, en su desespero por no querer que les pase nada a las mujeres de su vida, creyese que los asesinatos de éstas fueran más que posibles.

También me gustaría traer a colación al personaje de tía Carlota, interpretada muy bien por Gabriela Rivero, personaje que resultaba un mal necesario, es decir, esa tía metiche con problemas de autoestima pero que les da a sus sobrinos ese amor tierno que no les da su madre, aunque finalmente opacada por Rorario. Ésta es quién finalmente es recibida tanto por Montserrat como por Dimitrio como su madre espiritual, aunque intenten durante los capítulos finales una reconciliación con su verdadera madre. Reconciliación que, en mi opinión, se trató de una clara reconciliación por lástima y deseos de no experimentar el sentimiento de culpa, ante la supuesta inminente muerte de su progenitora.

En general, y aprovecho este post sobre Lo que la vida me robó, para hablar de dos aspectos que no entiendo no se cuiden en las novelas, de primeras permitir que el espectador noté cuando los actores están saliendo de escena y acaban detrás del decorado. No digo con ésto que quiera que sigan andando hasta salir del foro, pero se agradecería un poquito de cuidado, qué se nota demasiado. De segundas, no entiendo la obsesión que tienen en las novelas con los escotes de las actrices, no lo veo necesario, sino más bien soez y vulgar, pero ésta es una opinión muy particular.

Ahondando ya más en el capítulo final de esta novela, la idea de mentir a Graciela haciéndola creer que Víctor, finalmente, sí había fallecido, estuvo muy bien planteado, así se aseguraban el enfrentamiento de los demás personajes con ella. Impagable es el momento en el que Dimitrio salta por encima del sofá y tira a Graciela de la silla de ruedas, o cuando ésta, en el momento en el que la van a sacar de la casa en la silla, se pone de pie, toda digna y altanera, e intentando manipular, una vez más, está para comérsela de lo soberbia de su actuación.

Hablando de esta escena, a Rulli lo opacan todos, especialmente Castro, Boyer y Benavides. No sé qué le pasó a Rulli, pero le vi tan fingido, tan artificial en su escena con Castro, tan exagerado, que me desencantó. Y mira qué es difícil que Rulli me desencanté, puesto que es mi debilidad, pero después recordé el resto de su actuación en la novela, la maravilla que había venido haciendo desde el minuto uno, y decidí dejar en el olvido esta pequeña desilusión. No se puede obviar la escena en la que Alejandro descubre toda la verdad sobre Antonio el capataz, y que Montserrat lo engañó todo el tiempo, que para mí es sin duda la mejor escena que ha tenido Rulli, y, casi, la mejor de la novela, y sólo espero que como esta vengan por su parte muchas más.

Además, no puedo dejar en el olvido la gran química Rulli-Boyer, de la que ellos son muy conscientes, así como los productores, aunque personalmente espero que dejen de explotarla tanto, que soy de la opinión que lo poquito agrada y lo mucho enfada y/o cansa. Hablando de Angelique, estuvo soberbia todo el capítulo final, y todo la novela en general, aunque particularmente creo que más especialmente en la segunda etapa de la novela, a partir de que su personaje se casa con José Luis. Vi a una Angelique que nunca antes había visto, si bien no soy muy seguidora suya, no por nada en especial, reconozco que cada día se supera más, y si pensaba que para ella superar a Teresa era un trabajo complicado, con Montserrat lo consiguió. Si tengo que elegir una escena suya, me quedo con el momento en el que su personaje le tira los anillos de compromiso y matrimonio a José Luis al suelo, después de haber pasado tiempo con Alejandro.

Volviendo otra vez a Daniela Castro, poca crítica puedo tener con ella, soberbia de principio a fin, impecable en su maldad, impecable en su mentira, impecable toda ella. Si bien, en el final hay algo que no entendí, se tira de un precipicio, cual Cristo de Corcovado, los demás personajes señalan que seguramente no haya sobrevivido, que la están buscando, pero de manera inaudita no la encuentran y, por ende, no recibe asistencia médica, y aún así, por arte de magia, reaparece dos meses después en el puerto, desfigurada sí, pero andando con una facilidad pasmosa. Y cuando digo que es por arte de magia es porque entiendo que, cuando alguien se lanza de un precipicio así, lo mínimo que le puede pasar es que quede tetraplégico, pero lo mínimo. Sin obviar que vive en la inmundicia, habiéndose quedado con los millones de Almonte, por muy arrepentida que estuviera no era creíble para con su personaje.

Por otro lado, que investigadores más patéticos había en la policía de Aguazul, que tardaron más de dos meses en averiguar quién era el topo entre ellos. Dicen que se pilla a un mentiroso antes que a un cojo, aunque en esta novela no debieron de escuchar tan cierto refrán. Sin obviar el sinsentido de que Alejandro y José Luis estén en la comisaria de policía, mientras que Dimitrio y Víctor se encuentran en la base naval, y cada pareja de personajes acuda a un lugar diferente. Entiendo que hubiese sido más lógico que los cuatro se reuniesen para hablar, suponiéndose que eran amigos y que los cuatro tenían un mismo fin. Otro sinsentido es el momento en el que Alejandro le pega al policía topo alentado por José Luis y su duro, o como se deshace Alejandro de los coches de policía que les acompañan a su encuentro con Pedro, el coche debe ser el de Batman y él corredor de rally. Eso sí, buena publicidad del coche una vez más. En fin.

Hablando de Pedro Medina, en la primera etapa el papel de Sergio Sendel me parecía un auténtico coñazo, un sopor, pero en la segunda etapa le dieron tantos matices divertidos y de humor negro, que hasta deseaba que salieran sus escenas. Como ejemplo de este tipo de escenas, me quedo en esa en la que le dice a Adolfo que para que quiere salir Nadia de la casa, con todo el espacio que tiene y si además para qué si no ve, excelente ejemplo de humor negro. Por otro lado, el final que le dan a su personaje, violado por un grupo de reclusos, no sólo me pareció fuerte, sino muy arriesgado. Era de imaginar, pero arriesgarse a plasmarlo, y así, para mí fue de aplauso.

Cambiando a otros personajes, si bien el personaje de Ferdinando ya había fallecido, su aparición para reconciliarse en sueños con Finita fue tierno, aunque tal vez, en vez de tanto flashback de ambos personajes, podrían haber aprovechado esas secuencias para darle más tiempo a la reconciliación Dimitrio-Josefina, que se quedo en un no pestañees que te la pierdes. Otro de los grandes logros de esta novela fue el cambio sufrido en el personaje de Dimitrio, pausado, con sus pasos lógicos, sin que se produjese un cambio brusco, impredecible y poco creíble. Buenísima esa escena de este final entre su personaje y el de Alejandra, cada uno en su postura, con sus argumentos, con su verdad; y asimismo, bella reconciliación entre Dimitrio y Nadia, ella entendiendo lo que pasó y perdonándolo, él, en el fondo, agradecido por ello.

Una escena de este final que no entendí es esa de Esmeralda, con foto de Refugio en mano, en frente de la tumba, colocándola con marco incluido en medio de la tierra, que, por cierto, le podía haber puesto una lápida, que ya hacía más de dos meses que había fallecido. Y cómo no, tenía que aparecer el padre del cantautor para convencerla de que le de una oportunidad a éste, ¿era necesario todo ésto? No, no lo era. ¿Dónde radicaba la gracia en matar al personaje de Refugio y meter a Erik con calzador? En ninguna parte, la verdad. Aprovecho para decir que de Eric del Castillo nada puedo aportar porque siento, inexplicablemente, cierta adoración por este veterano actor.

Bonita fue la escena de la mamá de todos, Rosario, con José Luis, consolándole en el salón de la casa Almonte, aunque no entiendo que ello derivase en un dolor tan grande por parte de aquélla. Creo que la actuación final de Luis Roberto Guzmán fue fantástica, toda su actuación desde que su personaje se casa con el de Boyer lo fue, para mí compensó ciertos momentos de la etapa anterior que no fueron muy notables. Es más, hasta consiguió que me disgustase cuando finalmente matan a su personaje. También fue bonita la escena en la que Víctor le pide perdón a José Luis, siendo el peso de aquél y el de Nadia en este final, el justo, si bien creo que Alejandra fue ciertamente superada por Angelique en los momentos de desesperanza como madres. Por otro lado, la historia en general del muchachito que es pero no es hijo de Macario y Dominga, pues ni fu ni fa, aunque por suerte en este capítulo le dieron los minutos necesarios y no agotaron.

Con lo que respecta al dramático desenlace, me parecío genial, muy acertada la idea de encerrar a los niños en las jaulas junto con las bombas, muy original. Así mismo, lógico me pareció que, finalmente, fuese José Luis el responsable de rescatarlos, aunque se suponía que debía ser Alejandro, puesto que aquél es quién tenía conocimientos en explosivos, toda vez que había sido marino y era policía en ese momento. Eso sí, qué clase de onda expansiva producían aquellos explosivos que mataron a José Luis, aún a pesar de haberlos lanzado y haber corrido cual corredor de sprint, impresionante.

Una vez llega Dimitrio a la casa con los niños, que, por cierto, emotivo hasta decir basta el reencuentro de Montserrat con sus hijos, y aquél se lleva a su hermana al despacho para notificarle que uno de los dos padres ha fallecido, ese grito que da Montserrat no tenía sentido, si se trataba de dar emoción, resultó ridículo visto el final. Igual que esos lloros y lamentos de Angelique y Ana Bertha, previamente al funeral, menos sentido no podían tener. Una cosa es que se quiera dejar al espectador con la intriga de quién murió, y otra es exagerarlo tanto, más que nada porque era más que obvio que al personaje de Rulli en el final no lo iban a matar, aunque sí fuese así en el alternativo.

Y por último llego a lo que para mí fue lo peor del capítulo final de Lo que la vida me robó, y fue, precisamente, los minutos finales. No entendí la escena de la Iglesia, me parece maravilloso que se haga un final distinto, diferente a lo que se ve normalmente, ¿pero era necesaria semejante barbarie? No, no lo creo. Y cuando digo barbarie me refiero al sinsentido, porque, ¿dónde se ha visto que cuando alguien entra a una Iglesia para un funeral los asistentes se pongan en pie? Y además, la no viuda, bueno, incluso con la viuda es un desatino, caminando hasta el féretro como si eso fuese un desfile, con todos mirándola al pasar, abra el ataúd y lo peor, luego se marche. Pero, ¿dónde está el respeto por el difunto? Por lo menos, ya que haces el paripé de Magdalena sufrida, haz el favor de quedarte al funeral. Y luego, que el no difunto, que resulta que sí es el marido y el hombre al que ama, la esté esperando a mitad de la Iglesia vestido de blanco, cual ángel resucitado, carecía de toda lógica. ¿No hubiese sido más lógico que Montserrat se sentará en el banco junto a su suegra y sus hijos y Alejandro apareciera y se sentará a su lado? No, había que hacer otro paseillo, la no viuda con el marido, la suegra y los niños detrás.

Todo ésto me pareció un mal chiste, y una forma de arruinar el que podría haber sido un gran final, aún a pesar de las incongruencias. Eso sí, indiscutible la maravillosa elección del Nisi Dominus de Vivaldi, lo mejor sin lugar a dudas en este capítulo final de Lo que la vida me robó, que aunque pudo estar mejor, no opacó una novela que, en lineas generales, cumplió.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo en la escena final de la iglesia...la no viuda...y el vestido con ese escote innecesario y la sobre actuación, y tanto para no quedarse en la ceremonia y la aparición así de Alejandro...También la muerte innecesaria de Refugio justo cuando se había reconciliado con Esmeralda y el querer casi a la fuerza emparejarla con el cantante. Luego el hijo de Macario que no era su hijo, aparentemente cuando está en el hospital hablaron de una transfusión de sangre que hizo pensar que finalmente Macario sería el donante y así se comprobaría su paternidad pero no...¿?. Y muchas cosas más por demás absurdas pero un elenco de lujo aunque sinceramente la protagonista me parece muy fingida y demasiado "producida"...mucho escote, peinado...sobre actuada, sinceramente me habría gustado ver a otra en ese personaje.

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