lunes, 3 de noviembre de 2014

Capitulín 6. La Malquerida 2.0. La alternativa.

Acacia y Esteban están sentados a la orilla del lago, él con la mano derecha en la cintura de ella, ella con sus manos abrazando los hombros de él. Respiran entrecortados, se acercan, él acerca el cuerpo de ella al suyo, mira sus labios, ella fija sus ojos en los de él, le mira a los labios.

ESTEBAN: Acacia...

Esteban titubea, suelta a Acacia y se pone en pie.

ESTEBAN: Tenemos que volver Acacia.

Acacia le mira perpleja, se pone de pie.

ACACIA: Si tú quieres (le mira a los ojos, seria) ¡vámonos!

Acacia se dirige a su caballo, Esteban hace lo mismo. Mientras él se monta, ella ya ha salido al galope dirección a la casa, Esteban la sigue.


Acacia llega a su habitación, cierra dando un portazo.

ACACIA: ¿Por qué no me besó? ¿Por qué? Si me hubiese besado, yo... Yo...

Llaman a la puerta, Cristina abre y entra en la habitación.

CRISTINA: Hija tenemos que hablar. (Cierra la puerta)

ACACIA: ¿Sobre qué mamá?

Está hosca, con semblante enfadado.

CRISTINA: Hija, ¿qué te pasa? ¿Ha pasado algo con Esteban?

ACACIA: ¿Con Esteban? ¿Con Esteban qué va a pasar?

CRISTINA: Entonces, ¿por qué estás así?

ACACIA: Por nada mamá, tengo un mal día. (Se relaja y mira a su madre) ¿De qué me querías hablar?

CRISTINA: Si me dices que no pasa nada... (Se sienta en una silla, y Acacia hace lo propio) Quería comentarte que me voy de viaje. Serán unos días. Tengo que solucionar un contrato con un cliente y aprovecharé para ver otros.

ACACIA: ¿Y cuándo te vas mamá?

CRISTINA: En una hora hija.

ACACIA: ¿Tan pronto?

CRISTINA: Sí, pero tranquila, estarán tus abuelos contigo.

Acacia se queda un instante en silencio, pensativa, se levanta apresuradamente de la silla.

ACACIA: Ay mamá, ¡lo olvidé por completo!

CRISTINA: ¿El qué hija? ¿Qué pasa?

ACACIA: Tranquila mamá, no es nada malo. Es que, verás, (espera unos segundos) reservé para los abuelos, como sorpresa, un fin de semana en el spa de San Jacinto. Como nunca salen...

CRISTINA: ¡Qué buena idea hija!

ACACIA: Sí, ¿verdad? (cambia su semblante, deja de sonreír y agacha la mirada, mira a su madre de nuevo) Lo malo es que la reserva ya está hecha y es para este fin de semana. Tienen que salir hoy.

CRISTINA: Bueno Acacia, lo puedes cambiar.

ACACIA: O se pueden ir... Mamá ya no soy una niña.

CRISTINA: No Acacia, no lo eres. Pero no me gusta la idea de que estés tantos días sola.

ACACIA: Pero mamá, ¡no estaré sola! Están todos los empleados, y Rosa, que ha estado conmigo desde siempre. (Se acerca a su madre, se agacha, coloca sus manos en las rodillas de Cristina) Vamos mamá, dejemos a los abuelos disfrutar un tiempo a solas. (Espera un instante) Y confía en mí.

Cristina permanece callada, mira a los ojos a su hija, respira hondo.

CRISTINA: Está bien Acacia, dales la sorpresa a mis papás.

ACACIA: ¡Qué alegría mamá!

Acacia abraza a su madre, y se pone de pie. Cristina hace lo propio.

CRISTINA: Voy a recoger unas cosas en el despacho, ahora te veo.

ACACIA: Sí mamá, ahora nos vemos.

Cristina sale de la habitación, cuando la puerta se cierra Acacia se dirige apresuradamente a su ordenador. Lo enciende.

ACACIA: Ojalá aún queden reservas en el spa...

Mientras mira la pantalla del ordenador sonríe, con una amplia sonrisa.


En el salón de la Benavente, Cristina, Juan Carlos y Elena, están con Acacia.

JUAN CARLOS: Mi hijita yo no te dejaría sola...

Cristina interrumpe.

CRISTINA: Papá ya hemos hablado de ésto. Ella ha querido daros esta sorpresa. (Sonríe) Además, será bueno para Acacia estar unos días sola.

ACACIA: Sí abuelito, (le besa y le abraza) además sólo son unos días.

ELENA: Bueno mi amor, pero aún así, dejarte sola.

ACACIA: Abuelita, no te preocupes.

Acacia se acerca a su abuela, le da un beso y un tierno abrazo. Se acerca a su madre, la besa y la abraza unos segundos.

ACACIA: Gracias mamá.

CRISTINA: De nada hija, te estaré llamando.

ACACIA: Claro mamá. (Duda unos instantes) Te quiero.

Cristina acaricia la cara de Acacia.

CRISTINA: Y yo a ti más que a nada.

Cristina, Juan Carlos y Elena se van, Acacia les ve caminar por el pasillo y perderse dirección a la puerta.


Es ya la hora de la comida en la Benavente, Acacia entra en el comedor y ve dispuesto un único servicio, entra en la cocina. A la mesa están sentados el Rubio y Esteban. Rosa y Luisa están atareadas cocinando, recogiendo, respectivamente.

ROSA: Niña, ahora le servimos la comida.

Acacia mira a Esteban y luego a Rosa, sonríe.

ACACIA: Esteban, ¿no comías con nosotros?

ESTEBAN: Acacia, pero como no están ni tu mamá, ni...

Acacia le interrumpe.

ACACIA: ¿Mejor dejarme sola?

Esteban la mira a los ojos, sonríe, agacha un poco la cabeza, la vuelve a mirar a los ojos.

ROSA: Niña, 'tons ¿quiere comer?

ACACIA: Rosa, pero aquí. Estos días comeré en la cocina.

Acacia se sienta a la mesa. Luisa coge un plato y mientras lo deja en frente de Acacia, mira al Rubio, éste se encoge de hombros y sonríe.


Ya es de noche, Esteban está en su habitación, recostado en la cama, leyendo un libro. Llaman a la puerta, Esteban se levanta, con el libro en la mano.

ESTEBAN: ¡Voy! (Baja la voz) Otra vez Rubio...

Abre la puerta y ve a Acacia de pie. Ambos se miran.

ESTEBAN: Acacia, ¿ocurre algo?

Acacia entra en la habitación.

ESTEBAN: Acacia, ¿necesitas algo?

Acacia se dirige hacia la cama, se sienta en la esquina.

ACACIA: ¿Qué estás leyendo?

Esteban se queda un instante parado en la puerta, mira a Acacia, vuelve a mirar hacia el pasillo y cierra la puerta. Se dirige a la silla, la coge, la coloca a unos centímetros de Acacia y se sienta.

ESTEBAN: "26 cuentos para pensar"

ACACIA: ¡Ese es el libro que te regalé! (Deja de sonreír) ¿Aún no lo habías leído?

ESTEBAN: Lo he leído infinidad de veces...

Esteban mira a Acacia a los ojos y ambos sonríen.

ACACIA: Léeme el cuento que más te guste.

ESTEBAN: ¿Leerte? No, como crees.

ACACIA: Sí anda, léeme el que más te guste.

Esteban la mira, duda unos instantes y abre el libro.

ESTEBAN: "Había una vez una princesa que quería encontrar un esposo digno de ella, que la amase verdaderamente. (Acacia mira a Esteban, levanta las piernas, se recuesta muy levemente sobre la cama, apenas) Para lo cual puso una condición: elegiría marido entre todos los que fueran capaces de estar 365 días al lado del muro del palacio donde ella vivía, sin separarse ni un sólo día..."


El teléfono en el despacho suena, Rosa sale de la cocina, entra en el despacho y descuelga.

ROSA: Hacienda Benavente, buenas...

CRISTINA: Rosa (interrumpe) soy Cristina.

ROSA: Ay patrona, es usted, buenas noches.

CRISTINA: Buenas noches Rosa, ¿podrías pasarme a mi hija? La llamé a su celular y no me contesta.

ROSA: Ahora mismito señora.

Rosa sale del despacho con el teléfono en la mano, llega a la habitación de Acacia, llama a la puerta, espera un instante, vuelve a llamar. Entra en la habitación.

ROSA: Señora.

CRISTINA: Dime Rosa.

ROSA: La niña Acacia no está en su habitación.

CRISTINA: ¿Cómo que no está? ¿Dónde está mi hija, Rosa?

ROSA: Pues quién sabe señora, y que tal si salió a caminar.

CRISTINA: Rosa, será eso. Mañana volveré a llamar. Y dile que la he llamado.

ROSA: Muy bien señora.


En la habitación del hotel Cristina cuelga el teléfono, se levanta de la cama y se acerca a una bandeja con una jarra de agua y dos vasos. Coge uno de los vasos y lo llena.

CRISTINA: ¿Dónde estará mi hija? No estará con... (Niega con la cabeza) No, no, eso no puede ser. 

Bebe el agua, se sienta en la cama y deja el vaso en la mesilla.

CRISTINA: ¿Y si es lo que estoy pensando? (Suspira) Pues si es, algo tendré que hacer.


En la habitación de Esteban, Acacia mira a Esteban con una tímida sonrisa, él tiene los brazos apoyados sobre las piernas y la espalda ligeramente arqueada.

ESTEBAN: "¿Sabes madre? Me enteré que me había visto, me enteré que me había elegido, me enteré que le había dicho a su padre que se iba a casar conmigo y, a pesar de eso, no fue capaz de evitarme una sola noche de dolor, pudiendo hacerlo, no me evitó una sola noche de sufrimiento. Alguien que no es capaz de evitarte una noche de sufrimiento no merece de mi amor, ¿verdad madre? (Esteban levanta la vista del libro y mira a Acacia, no sonríe) Cuando estás en una relación, y te das cuenta de que pudiendo evitarte una mínima parte de sufrimiento, el otro no lo hace, es porque todo se ha terminado."

Esteban cierra el libro y mira a Acacia.

ACACIA: ¿Y tú crees que es así? ¿Crees que si alguien no te evita el sufrimiento debes terminarlo todo?

Esteban mira a Acacia, permanece unos segundos callado, ella se sienta recta.

ESTEBAN: Por desgracia Acacia, a veces, hacemos sufrir a quién más amamos... Sin querer.





Laura González López (2014. España)

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