ESTEBAN: Qué idiota fuiste Esteban, que idiota... (Susurra)
Esteban se queda unos instantes sólo en el pasillo, se pasa la mano por el pelo, respira profundo, se dirige al despacho, llama a la puerta medio abierta, y entra.
ESTEBAN: Cristina, ¿querías hablar conmigo?
CRISTINA: Sí Esteban, cierra la puerta.
Esteban cierra la puerta, Cristina se dirige a la silla en frente del escritorio, Esteban se queda de pie al otro lado de la mesa.
CRISTINA: Quería saber cómo han estado las cosas por la hacienda. ¿Todo en orden?
ESTEBAN: Sí, todo en orden. (Esteban duda unos instantes, se pasa la mano por el pelo, mira a Cristina, sonríe) Aunque se ha notado tu ausencia, Cristina.
Cristina se sobresalte levemente, mira a Esteban, le sonríe.
CRISTINA: ¿Se ha notado mi ausencia?
ESTEBAN: Sí... (Hace una breve pausa) Yo la he notado.
Cristina lo mira, se pone nerviosa, le sonríe otra vez. Rosa entra en el despacho.
ROSA: Señora, la señora Juliana está aquí. La espera en la sala.
Cristina no mira a Rosa, sigue mirando a Esteban.
CRISTINA: Gracias Rosa, ahora mismo salgo.
Rosa sale del despacho, Esteban y Cristina siguen mirándose.
ESTEBAN: Me retiro. (Se dirige a la puerta, se gira, mira a Cristina, sonríe) ¿Nos vemos en la cena?
CRISTINA: Por supuesto Esteban.
En el salón Juliana está sentada en el sofá, Luisa le está sirviendo una taza de café. Llega Cristina.
CRISTINA: Luisa, por favor, tráeme un café a mí también.
LUISA: Ahora mismo señora Cristina.
Juliana se levanta del sofá.
JULIANA: ¡Comadre! ¡Qué alegría verte!
Juliana se dirige a Cristina, la abraza.
CRISTINA: Juliana, que gusto verte. Sentémonos.
Cristina y Juliana se sientan, llega Luisa con el café.
CRISTINA: Gracias Luisa. (Mira a Juliana) Qué bien que hayas venido, necesito tratar contigo un asunto.
JULIANA: Comadre, tú dirás. ¿De qué se trata?
Cristina duda unos instantes, coge la taza, mueve el café con la cucharilla, da un pequeño sorbo.
JULIANA: ¿Cristina?
Cristina deja la taza en la mesa.
CRISTINA: Juliana, ¿tú crees que el amor lo justifica todo?
Juliana mira a Cristina asombrada.
JULIANA: ¿Amor? ¿De qué amor hablas Cristina? Porque sí, el amor lo justifica todo.
CRISTINA: (Carraspea) Obviamente hablo del amor a mi hija.
JULIANA: No te entiendo comadre, ¿el amor a tu hija?
CRISTINA: Sí Juliana, veo a Acacia poco centrada, poco segura de lo que quiere. Está pasando mucho tiempo en la hacienda, sola, y me preocupa. Tengo que ponerle remedio.
JULIANA: Ay Cristina, yo no sabía que Acacia pasaba un mal momento. ¿Y cómo has pensado remediarlo?
CRISTINA: Juliana, mi ahijado ¿está enamorado de mi hija?
Juliana sonríe, Cristina permanece seria.
JULIANA: ¡Desde siempre comadre! Manuel siente adoración por Acacia. ¿Por qué la pregunta?
CRISTINA: Creo que Manuel es el mejor partido para mi hija...
Juliana la interrumpe.
JULIANA: Lo es, lo es.
CRISTINA: Como te decía (la mira seria) creo que Manuel es el mejor partido para mi hija, y tengo una propuesta que hacerle. (Espera un instante) Pero primero, permíteme, que lo comente con él.
JULIANA: Bueno comadre, está bien, pero después me cuentas, ¿sí?
CRISTINA: Creo que el que debe contarte lo que hablemos es tu hijo, no yo.
JULIANA: Está bien, está bien. Qué seria estás Cristina, ¿pasó algo?
CRISTINA: Discúlpame Juliana. Tengo muchas preocupaciones, y muchas decisiones que tomar.
Cristina está sola en el despacho, sentada al escritorio, tiene unos papeles en la mano, los apoya en la mesa.
CRISTINA: Estoy segura que esto le vendrá muy bien a mi hija, no quiero que se sienta sola ni confundida. Lo hago por tu bien Acacia.
Ya es de día en la Benavente, Acacia corre hasta las caballerizas, Esteban está preparando un único caballo.
ACACIA: ¡Esteban! Ya estoy lista para mi clase de montar. (Se ríe, mira alrededor) ¿Y mi caballo? ¡Se nos va a hacer tarde!
Esteban sigue preparando el caballo, no la mira.
ESTEBAN: Lo siento niña Acacia, pero hoy no podré salir a montar con usted. Tengo muchos pendientes.
Acacia le mira sorprendida.
ACACIA: ¿Niña? ¿Por qué ya no me llamas sólo Acacia?
Esteban se monta en el caballo.
ESTEBAN: Discúlpeme, me tengo que ir.
Esteban pone el caballo a galope, sale por el portón. Acacia le mira, las lágrimas empiezan a mojar sus mejillas.
Cristina está en el salón, cuando entra Manuel.
MANUEL: ¡Madrina!
Manuel se acerca a Cristina y le da un beso.
MANUEL: Me dijo mi mamá que querías verme.
CRISTINA: Así es Manuel, siéntate por favor.
Manuel se sienta en el sofá, y Cristina hace lo propio.
CRISTINA: Manuel, quiero preguntarte algo, y quiero que seas sincero conmigo.
MANUEL: Por supuesto madrina.
CRISTINA: ¿Qué sientes por mi hija?
Manuel mira sorprendido a Cristina, duda unos instantes.
MANUEL: La amo.
CRISTINA: ¿Estás seguro?
MANUEL: Claro madrina, siempre la he amado. Desde niños.
CRISTINA: Está bien. Quería estar segura, antes de hacerte una propuesta. (Cristina mira a Manuel seria, sin sonreír, él tampoco sonríe) Quiero que te mudes a la Benavente.
MANUEL: ¿Mudarme? ¿Yo?
CRISTINA: Sí, creo que estando cerca de mi hija se puede dar algo muy bonito entre vosotros.
MANUEL: Madrina, ¿lo dices en serio?
CRISTINA: Sí Manuel. (Duda) Pero Acacia no se puede enterar del verdadero motivo por el que te mudas a la hacienda.
MANUEL: ¿Y por qué no lo puede saber?
CRISTINA: Porque pensará que la estoy presionando, que la estamos presionando, y ya sabes como es mi hija. Quiere tomar sus propias decisiones, que no interfiramos en su vida... Pero ¿cómo no voy a interferir? ¡Soy su madre!
MANUEL: Entiendo madrina, y tienes razón. Pero, ¿y qué le decimos? ¿Qué le digo cuando me pregunte por qué me he mudado con ustedes?
CRISTINA: Digamosle que no tienes buena relación con tu padre, que Norberto y tú siempre estáis discutiendo. Creo que será lo mejor.
MANUEL: Como tú digas. (Manuel sonríe) ¿Y cuándo me mudo?
Cristina le mira seria unos segundos, después sonríe.
CRISTINA: ¿Hoy mismo?
En el campo Esteban pasea hablando con los trabajadores. Se para, mira hacia el horizonte, se agacha, arranca unas hierbas, se levanta, las mira y las vuelve a tirar al suelo. El Rubio se acerca a él, Esteban le saluda levantando ligeramente la cabeza.
RUBIO: Compadre, ¿qué paso con la niña Acacia? ¿Pelea de enamorados?
Esteban coge al Rubio de la camiseta y acerca su cara a la de él.
ESTEBAN: Rubio, jamás vuelvas a decir algo así.
El Rubio consigue quitar la mano de Esteban de su camiseta, se la coloca.
RUBIO: Tranquilo compadre, yo no más decía.
ESTEBAN: Nunca más Rubio, te lo advierto.
RUBIO: Está bueno, está bueno. Aquí la dejamos.
Esteban mira al Rubio, con semblante serio, se da media vuelta y se dirige a la casa.
Esteban cruza el patio de la hacienda, y antes de entrar en la casa se encuentra con Cristina.
ESTEBAN: Cristina, iba a buscarte.
Cristina le sonríe.
ESTEBAN: Quería hablarte sobre Acacia.
Cristina deja de sonreír.
CRISTINA: ¿De Acacia?
ESTEBAN: Sí, no debo salir a montar con ella todos los días.
Laura González López (2014. España)
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